Hace tres años desde el Sloan Digital Sky Survey III se puso en marcha un proyecto para cartografiar el Universo. La intención era incluir en dicho mapa las galaxias más lejanas, aquellas que se encontraban entre 6000 y 8000 millones de años luz de nosotros. También tenían la intención de cartografiar la posición de nubes de hidrógeno intergalácticas que se encuentran a distancias tan escalofriantemente grandes como 11000 millones de años luz. El pasado lunes se presento este mapa desde el Sloan III.
Más allá de estas nubes de hidrógeno se encuentran los poderosos quasars. En el interior de cada quasar se encuentra un agujero negro que es el responsable de hacer que el brillo del quasar sea tan intenso como para ser detectado desde la Tierra. Durante la travesía la luz de estos gigantes cósmicos atraviesa nubes de hidrógeno. Estas de todos las longitud de ondas que forman esa luz (lo que viene siendo los colores) solo absorben algunas en particular. Esta especie de huella dactilar que se puede observar en la luz proveniente de los quasares se conoce con el nombre de "el bosque Lyman-alpha" (Lyman-alpha forest).
Observar objetos a 11000 millones de años luz es ver como era el Universo hace 11000 millones de años, es decir, la época durante la cual se empezaban a formar los primeros cúmulos de galaxias o lo que es lo mismo, cuando se estaba formando la estructura a gran escala del Universo. Esto nos permite ver como ha ido cambiando la estructura a gran escala y nos permitirá ver como le ha afectado la enigmática energía oscura a dichas estructuras.
El trabajo no ha acabado aquí. Estos resultados que se presentaron el pasado día uno de Mayo en la reunión de la American Physical Society, palidecerán ante los que se tiene la intención de presentar en el año 2014, con los datos que se recojan hasta entonces se podrá hacer un mapa diez veces más grande que el actual. El Universo es un sitio realmente grande, tan grande que a veces sobrecoge.
Ismael Pérez Fernández.