Son muchos los años que ha tardado Laura en darse cuenta de ello, pero hoy se ha dado cuenta, dice que ha sido el mejor regalo de reyes que ha podido tener: asumir el paso del tiempo.
Nunca fue la más guapa del colegio ni la más popular en el instituto ni la más lista en la universidad. Era del montón, una chica que creció acomplejada por ello, obsesionada por acumular pequeñas victorias.
Hasta hoy no se había dado cuenta de que la envidia mezclada con la falta de autoestima habían hecho mella en ella hasta hacer que se convirtiera en aquello que criticaba.
Conoció el amor verdadero cuando Juan se enamoró de ella pero Laura no lo valoró en su justa medida; ella necesitaba seguir sintiéndose atractiva y la única forma que encontró para ello era acumular conquistas…pero sin dejar a Juan.
Con el paso de los años (hace casi 8 desde que se besaron por primera vez en el Parque del Retiro) ha llegado a acostumbrarse al doble juego aunque para ello haya sido injusta con la persona que daba su vida por ella.
Muchas discusiones entre ellos en el fondo eran porque Laura estaba pensando en su actual conquista, su mente no estaba presente y, sin ella darse cuenta, esa falta de entrega fue minando la relación.
Anoche tuvieron otra pelea. Fue la noche de reyes más triste de su vida, cuando Juan-dolido y enfadado- se fue a dormir sin darle las buenas noches. Fue ese acto el que le hizo despertar, porque todos necesitamos mirarnos al espejo de vez en cuando, contemplar lo que somos…y si no nos gusta tener la valentía de cambiarlo. Por eso Laura está contenta de que los reyes hayan cambiado su oro ,mirra e incienso por un abrir de ojos: en la vida hay que tomar difíciles decisiones pero el no afrontarlas no va a hacer que desaparezcan, seguirán estando ahí, más o menos presentes, hasta que decidamos hacerles frente, aunque para ello haya que renunciar al Peter Pan que todos llevamos dentro.