Llegó la época de las primeras heladas, y los pájaros del Norte aprovechan el sol para buscar insectos entre las ramas de las encinas. Han venido ya las especies del invierno: pinzones, petirrojos, zorzales... Y también las aves más diminutas de Europa, los reyezuelos. Cada año llegan muy pocos, de la especie listada, y no son fáciles de ver, pero compensa la paciencia el poder observarlos con su reluciente "corona" amarilla, trajinando sin cesar de rama en rama. Y entonces, como cada tarde de noviembre, de repente, cruzan sobre ellos cinco avutardas, deslizándose inmensas por el aire con aletazos majestuosos. Es una suerte poder ver casi a la vez al ave más pesada de Europa y a la más ligera, casi 14 kilos de pájaro al lado de apenas 6 gramos. Mucho podría decirse sobre las avutardas, pero de momento, en esta entrada, fijémonos en su contraste con el reyezuelo listado.
La avutarda y el reyezuelo representan los extremos opuestos del tamaño de las aves europeas, y en éstas, como en cualquier otro grupo de animales, es fácil darse cuenta de que hay pocas especies grandes y muchas pequeñas, pero la realidad es más complicada. Si representáramos cuántas especies existen de cada tamaño (a escala continental) encontraríamos siempre una gráfica como la que encabeza el post: hay pocas especies grandes, muchas de tamaño mediano-pequeño y no tantas muy pequeñas. Siempre, tanto en pájaros como en mamíferos, reptiles, anfibios, insectos, caracoles, plantas e incluso algas microscópicas. Es un patrón prácticamente universal en la biosfera.
¿A qué puede deberse esta regla de la naturaleza? No se sabe a ciencia cierta, aunque hay muchas ideas desde hace décadas. Recientemente, Clauset y Erwin parecen haber dado con una solución, en la que el patrón especies-talla se origina como resultado de procesos relativamente sencillos que afectan a la supervivencia de los organismos según su tamaño. Todo este asunto se discute mucho más en profundidad en este enlace.
Y mientras damos con una explicación a este orden oculto de la naturaleza, sus protagonistas, ajenos a los mecanismos que los han originado tal y como son, revolotean entre matorrales o vuelan majestuosos, al anochecer, en las tardes del otoño, escenificando una y otra vez el drama ecológico y evolutivo que configurará a los futuros habitantes de nuestro ecosistema...
La relación especies-talla la cuenta mucho mejor Brown en "Macroecología" (1995).