- Formulación de hipótesis.
- Búsqueda de datos sobre la hipótesis.
- Aceptación o rechazo de la hipótesis.
¿Qué cuidados hay en esta lista? Todos los que a uno se le ocurran. Son el tipo de cuidados que uno tendría a la hora de descubrir al asesino en una novela de misterio: no borrar las huellas, no descartar a ningún sospechoso y no acusar sin pruebas, entre otras muchas cosas. La lista es incompleta, y si a un buen detective se le ocurre un cuidado adicional, como mirar huellas dactilares o de ADN, las incorporaremos a nuestra lista.
Más centrados en la ciencia tenemos los siguientes (solo diré algunos, el lector puede jugar a poner muchos más):
-Defínase la hipótesis lo mejor posible. Debe dejar claro qué implica y qué no. Si puede definirse usando la lógica y las matemáticas, tanto mejor.
-Búsquense los datos de manera sistemática e insesgada. No vale quedarse con el recuerdo de cuántos se curaron con nuestro remedio. Nuestra memoria puede engañarnos. Los que se murieron no vinieron a decirnos lo mal que les iba el remedio y no los recordamos.
-Háganse experimentos siempre que se pueda.
-Úsense los instrumentos adecuados. Búsquese la precisión. No se invente demasiadas interpretaciones sobre los datos obtenidos en el límite de sensibilidad de los instrumentos o podrá acabar viendo caras en Marte o monstruos en el lago Ness.
-Cuando sea relevante, úsense poblaciones de control y el método de doble y triple ciego. Esto es importante en los experimentos médicos. El ciego implica que el sujeto que se observa no sabe si se le ha dado un placebo o el medicamento que quiere probarse. El doble ciego ocurre si el que administra uno u otro no sabe a quién le da cuál. El triple ciego quiere decir que, quien hace el análisis, tampoco sabe qué dato corresponde a cada caso. Estos son ejemplos de cuidados añadidos en tiempos recientes, al descubrir los graves problemas que pueden ocurrir si no se tienen en cuenta.
-Infórmese de las observaciones y de los experimentos. Dense detalles suficientes para que se puedan replicar por terceros investigadores.
-Sométase a la crítica implacable de los pares. Sométanse los resultados a discusiones, preséntense en congresos, en seminarios,… Envíense a revistas que los evalúen de manera anónima.
-Úsense las técnicas estadísticas adecuadas para analizar los datos.
-Pondérense hipótesis alternativas. Si un resultado contradice otros bien asentados, lo más probable es que esté mal. Claro que algunas pocas veces podrá estar bien y logramos desdecir a Newton, pero habrá que presentar pruebas como lo hizo Einstein.
-Pónganse aquí todos los cuidados que faltan.
Llamamos ciencia a la actividad que resulta de aplicar el método científico, así como al cúmulo de conocimientos adquiridos con su uso. En resumen, la ciencia es el conocimiento que se adquiere cuando se hacen las cosas con el mayor cuidado posible. De ahí se deduce que cualquier otra manera de adquirir conocimientos no tiene en cuenta todos los cuidados posibles y es susceptible de mejora.
Los científicos se adscriben a esta manera de hacer las cosas. Un científico podrá seguir intuiciones absurdas, ser descuidado, tener intuiciones disparatadas pero geniales, engañar, empeñarse en hipótesis contra toda lógica por una corazonada,… Nada de esto importa ni desdice todo lo anterior. Lo que importa es si se puede declarar que el resultado de las investigaciones pasa todos los filtros de la lista, aunque algunas actividades que llevaron a él puedan ser poco ortodoxas.
¿Y los que no se adscriben a hacer las cosas con cuidado? Yo diría que no son buenos detectives y que no saben o no quieren hacer bien las cosas, vaya usted a saber por qué.