Revista Economía

El método que consigue 2.000.000$ en bolsa (y II)

Publicado el 04 abril 2014 por Slowinver @slowinver

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En la primera parte del artículo he hablado de Nicolas Darvas y su libro “Como conseguir 2.000.000$ en bolsa“, en el que relata su evolución como inversor en acciones hasta llegar a su teoría de las “cajas”.

Esta teoría definía un tamaño y unos límites en el precio de una acción, a modo de caja, y únicamente compraba la acción cuando el precio superaba el límite superior de la caja y entraba en una caja superior.

Estudiaba cuidadosamente unos pocos valores; algunos podían estar varias semanas dentro de una caja hasta pasar a la siguiente; otros en cambio eran más dinámicos y saltaban de una caja a otra con rapidez.

Pero todos ellos parecían coger impulso para saltar, como los bailarines: bajaban  a los límites inferiores de la caja y desde allí saltaban a la nueva caja.

Con la teoría en marcha, comenzó a comprar y vender.

Las primeras compra ventas tuvieron beneficios: la teoría funcionaba bien, pero a la cuarta algo falló: se enteró demasiado tarde de que una de las acciones que vigilaba había entrado en una nueva caja: eso hizo que comprara demasiado alto, y le acabó dando pérdidas.

Asi descubrió las órdenes automáticas: órdenes que hacen una compra de un valor cuando supera un precio; Asi el sistema se hace automático, sin errores.

Siguió probandolo con otras compras.

En una ocasión, una de sus acciones favoritas entró en una nueva caja, y Nicolas la compró. Pero en seguida el valor se deslizó de nuevo a la caja inferior.

Nicolas estaba confiado en sus teoría de cajas, y sabía que el valor no podía caer más, asi que lo mantuvo. Y claro, el valor siguió bajando y bajando, hasta que Nicolas salió del valor con grandes pérdidas.

De nuevo aprendió algo importante: en el mercado de valores, no existe el “no puede”. En la bolsa, puede suceder cualquier cosa.

De esto pudo deducir unas primeras leyes que debía interiorizar:

1-   No hay nada seguro en bolsa, y la mitad de las veces o más se iba a equivocar.

2-   Hay que aceptar el hecho y dejar de lado el orgullo.

3-   Hay que ser imparcial, no identificarse ningún valor.

4-   Antes de ganar, hay que reducir los riegos al máximo.

Asi pues, a partir de entonces operó siempre con stops de pérdidas: al igual que compraba automáticamente al subir de un nivel, se vendía automáticamente al perder un nivel.

Entonces vio claro el problema: fallando la mitad de las veces iba a perder dinero; necesitaba ganar mucho más las veces que ganaba que lo que perdía en los fallos.

Pero, desde un punto de vista psicológico, aguantar sin vender una posición en beneficios era muy difícil.

Entonces entendió que era mejor establecer un stop de pérdidas por debajo de la tendencia ascendente, subiéndolo a la vez que subía el valor, en paralelo, y sabiendo que asi sería el propio valor el que se vendería cuando invirtiera su tendencia.

Tras varios meses operando ya con éxito, escribió en un cuaderno las armas con las que contaba en ese momentos:

1- Eligiría valores apropiados

2- Entraría en momentos apropiados

3- Asumiría muchas pequeñas pérdidas

4- Tomaría grandes beneficios

5- Observaría el precio y el volumen

6-  Seguiría la teoría de las cajas

7- Usaría Ordenes de compra y stops venta automáticos

Se dio cuenta de que su estimación de acertar sobre el 50% de las veces era bastante optimista; pero sentía que tenía el método para ganar. Y el método necesitaba además de un añadido psicologico: Una actitud fría, absoluto desapego a las acciones.

El técnico viajero

avion
Aquel año Nicolas firmó un contrato de 2 temporadas que le llevaría a viajar por todo el mundo con su compañía de baile. A pesar de ello, continuó operando en bolsa.

Durante el viaje no tenía acceso apenas a noticias de Wall Street. Únicamante podía recibir telegramas de su agente de bolsa con las cotizaciones de los valores que más le interesaban. Como resultaba caro recibir mucha información, tuvo que centrarse en pocos valores, entre 5 y 8.

Obviamente,  ignoraba mucho de lo que pasaba en el mercado. Decidió pedir a su agente también la cotización del índice Dow Jones.

El índice era útil sólo en parte:

comprobó que cuando el índice tenía movimientos muy fuertes parecía influir en las acciones. pero si los movimientos del índice no eran violentos, no afectaban.

Por tanto, el índice general  paso a utilizarlo como una referencia general, pero no una guía para sus compras.

Durante muchos meses practicó el sistema, con bastantes pequeñas pérdidas, y algunos buenos aciertos. Pero lo mejor era que ya no le importaba que subiera o bajara la acción. Sus cuidadosos estudios fallaban muchas veces, pero sus stops evitaban que perdiera mucho.

Algo que le ayudó mucho fue escribir al lado de cada operación fallida los errores que cometía, tales como

  • “Entré muy tardé”
  • “perdida limitada demasiado ceñida”
  • “mercado general muy débil”, etc

Esta observación de sus operaciones le permitió progresar en su habilidad.

También descubrió que al estudiar pocos valores, descubría su “carácter”. Algunos eran nerviosos, otros fiables.. igual que las personas; con algunos se llevaba bien y con otros no. Aprendió a no insistir con las acciones con las que no se sentía a gusto, y a basarse en las que confiaba.

Y en conjunto, ganaba. Compraba y vendía con atrevida seguridad, y poco a poco, recuperó sus pérdidas iniciales. Pero el mercado llegaba al final de una gran  fase alcista.

Sus acciones se fueron vendiendo poco a poco con los stops y un día se encontró con todo su capital en liquidez. El mercado se derrumbaba; se dio cuenta además que varias de sus acciones se hubieran comido sus beneficios si las hubiera mantenido.

Pero había vendido todo, tenía su dinero a salvo, y nada en qué invertir.

El Tecno-Fundamentalista

Durante los siguientes meses, se dedicó a observar un mercado bajista, sin comprar una sola acción. Estudiaba las acciones que caían más lentas, que se resistían al descenso.

Vió que las más resistentes solían ser  acciones con buenos beneficios. Con fundamentales sólidos. Asi que decidió juntar ambas teorías, la técnica y la fundamental: sería tecno-fundamentalista.

Sin embargo, los balances y cuentas de resultados reflejaban el pasado. Pero el quería acciones que subieran mucho, y apostar fuerte en pocos valores; por eso se centró en averiguar los sectores más en moda, compañías progresistas y en expansión. Es decir, acciones con un buen futuro, no un buen pasado.

Sobre esas acciones que él pensaba que tenían un gran futuro, centraba su análisis técnico, buscando el mejor momento para entrar. Compañías como General Motors o Chrysler, que en aquel momento eran relativamente pequeñas, pero pujantes.

Entendió otro aspecto de sus sistema, algo difícil de hacer: debía comprar valores caros, no baratos. Comprar acciones prometedoras, que además hubieran subido a cajas superiores.

Es decir, comprar caro para vender más caro.

A finales del 57, la bolsa estaba bastante deprimida, y el ambiente era más bien lúgubre.

Pero una de las acciones que vigilaba, Lorillard, comenzó a saltar alegremente de una caja a otra; y además el volumen de compra se multiplicó por 10.

Así que mandó hacer una compra limitada a 27$, con stop en 26$.

Como otras veces, su primer intento fue decepcionante, pues Lorillard se dio la vuelta y su stop la vendió.

Sin embargo al poco tiempo, Lorillard volvió a subir con desparpajo, y Nicolas volvió a comprar, a 28,75$.

Esta vez la compra fue perfecta. Tanto, que Lorillard fue ascendiendo hasta 60$, con algúnos retrocesos que no llegaron a provocar que sus stops saltaran. Cuando llego a 60$, se suspendió la cotización; muchos operadores con posiciones cortas ofrecían cualquier precio por el valor, por lo que la dejaron en el mercado extrabursátil. Asombrado, Nicolas escucho ofertas de su agente por 100$ la acción; pero supo esperar, y no vender. En los días siguientes fue vendiendo en paquetes cada vez más caros, hasta vender todo a un promedio de 170$.

Lorillard le reportó cerca de 300.000$ de beneficio, el comienzo de su fortuna.

En los siguientes meses, Nicolas consiguió subirse al carro de otras 4 acciones muy alcistas, cada una de las cuales le dio un buen beneficio. Y asi, casi sin darse cuenta, se encontró un día que había llegado al medio millon de dólares.

crisis
Su segunda crisis

Se sentía exultante. Su teoría, y su experiencia práctica le habían hecho un Napoleón de las finanzas.

Su observación cuidadosa de los precios hacía que “sintiera” las acciones, casi como con un sexto sentido.

Así que decidió volver a casa, e instalarse en Nueva York, cerca de Wall Street.

Allí visitó las oficinas de su agente, donde los operadores  de bolsa compraban y vendían a ritmo trepidante.

La atmosfera de aquellas oficinas era electrizante. Decenas de personas comentaban las noticias y operaciones, le preguntaban su opinión, leían los teletipos y tomaban decisiones de millones de dólares.

Comenzó a operar de nuevo, directamente desde aquella oficina.

Poco a poco se imbuyó del estilo de los que le rodeaban.  Comenzó a ilusionarse cuando los demás se ilusionaban, y asustarse si los demás se asustaban. Se vió incapaz de decir “no” cuando los demás decían “sí”.

En vez de ser un lobo solitario, se convirtió en una oveja más del rebaño, pululando por ahí, esperando a ser esquilada.

Olvidó por completo sus métodos, sus compras limitadas y sus stops, y comenzó a perder.

Como un absoluto novato, entraba y salía continuamente de acciones; aguantaba las pérdidas esperando el rebote, y vendía en cuanto tenía unos pocos beneficios.

En pocas semanas, perdió 100.000$.

Desesperado, dejó de operar. Se dio cuenta de que el problema era el ruido. Intentaba leer demasiado, atender demasiados valores, demasiadas noticias contradictorias, pánicos y entusiasmos de las personas que le rodeaban.

Y había perdido completamente su toque, ya no “sentía” las acciones, ni nada.

Asi que huyó a Paris.

Alli se refugio varias semanas, y de nuevo dejo orden de que le envíen un solo telegrama diario, sin leer ni saber nada más.

Y asi, de nuevo, poco a poco recupero su toque, su sistema, sus beneficios

Darvas
Epílogo: los 2.000.000

Y esta ha sido la historia de Nicolas Darvas (a la izquierda, una foto de 1959), la creación de su fortuna según él mismo.

El resto del libro cuenta cómo volvió a Manhattan, se encerró en un hotel, y se aisló de todo: como si estuviera en el extranjero, no leía noticias económicas ni hablaba con sus agentes.

Una vez al día, recortaba las cotizaciones de bolsa, y tiraba el resto del periódico. Seguía sólo unos pocos valores, y ganaba dinero.

En unos meses, su medio millón se convirtió en 2.000.000.

Nicolas Darvas fue una de las primeras personas en usar sistemas tipo momentum, tendenciales; sistemas que requieren de mucha disciplina y autocontrol, pero que si se usan bien, son muy rentables.

Si te ha parecido un método apropiado, te recomiendo que leas el libro, pues lógicamente he dejado muchos detalles sin contar.

Aunque debo decir que en ninguna parte Nicolas cuenta con precisión cómo definir los límites de las cajas (que hoy llamaríamos soportes y resistencias).

Pero creo que es normal que no lo cuente.

A lo largo del libro se percibe que este método depende mucho del carácter de cada persona; creo que debe ser cada persona la que defina con precisión los niveles donde entrar y salir; y avanzar en el método de modo personal, analizando su rendimiento como hizo Darvas, con comentarios en cada operación.

Muchas personas afirman que se han inspirado en éste método para invertir en bolsa, y han ganado dinero.

Si se hace bien, realmente puede ser una buenísima manera de ganar 2 Millones en bolsa.

Slow-Inver

By slowinverSistemas de inversión Varios2 Comments FacebookshareTwittertweetGoogle+share PrevEl método que consigue 2.000.000 en bolsa (I)

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