En Bournemouth lo normal no es comer 'fish and chips', ni tampoco llevar paraguas; En Bournemouth, ciudad costera, lo normal no es ir a la playa, sino visitar los 'cliffs' y los 'piers'. Tampoco es lo normal en Bournemouth entender a un londinense cuando no vocaliza, así como tampoco es lo normal ver a los jóvenes beber cerveza en los 'pubs'. Y, por supuesto, queda muy lejos de lo normal quedar para ver a los 'cherries', ir al estadio o ni tan siquiera ver a los niños jugando en los parques con la camiseta del AFC. Sin duda, no es una ciudad normal, ni nadie quiere que lo sea.
Mi primer contacto con Bournemouth, concretamente con el AFC -club al que en su día entrenó Harry Redknapp-, fue allá por 2011 cuando el equipo jugaba en los campos de League One. Ciertamente éste era un mérito considerable. En 1997, directivos y jugadores tuvieron que salir a la calle a pedir dinero para evitar su quiebra y en 2009 estuvo a punto de desaparecer por no poder pagar sus deudas. La entidad cambió de propietarios y comenzó la League Two (cuarta división inglesa y última profesional) con -17 puntos. Lo que iba a ser el año del desastre (2008-2009) y de la probable desaparición del AFC Bournemouth, acabó en una milagrosa salvación, en el saneamiento de las cuentas y en la consolidación de un maravilloso que ascendería a League One la siguiente temporada gracias a tres actores principales: el nuevo dueño, Adam Murry; el nuevo entrenador (el más joven de la Football League con 31 años), Eddie Howe; y la vieja leyenda, Steve Fletcher, el mismo que anotó el gol ante el Grimsby Town que certificó la permanencia.
Pero volvamos a la historia. Cómo no, conocí a un club como éste gracias los videojuegos. La simpática directiva de los 'Cherries' me ofreció el puesto tras su descenso -virtual- a la League Two y el objetivo era volver a la tercera categoría. Para la 'historia' quedará mi ascenso épico, escalón por escalón, a la Premier League con un presupuesto realmente paupérrimo. "Cómo son estos juegos. Es imposible", pensé. "En la realidad nunca llegarían a la Premier". No conocía a Eddie Howe.
Pasó un año y comenzaba la temporada 2011-2012. En las redes sociales me comenzó a seguir el AFC Bournemouth oficial (sin ninguna razón aparente). Era la segunda vez que se cruzaban en mi vida y de este modo me fue mucho más sencillo tener controlada su actualidad y resultados; acabaron la League One undécimos, no obstante yo ya le había cogido cariño a este modesto y desconocido equipo. En cambio mi pensamiento seguía ahí: "Nunca llegarán a Premier". Todavía no conocía a Eddie Howe.
El técnico se había marchado en junio de 2010 tras su ascenso histórico con el AFC a League One aceptando la oferta del Burnley, equipo de Championship, donde pasó dos temporadas. Dos cursos en los que el Bournemouth se asentó en la tercera categoría inglesa: las deudas eran problema del pasado, reinaba la estabilidad en el club y los resultados eran buenos. Lo fácil hubiera sido acomodarse, sin embargo hacer historia nunca fue cómodo. La directiva, de cara a la temporada 2012/2013, convenció a Howe para volver y emprender un proyecto ambicioso por segunda vez en el equipo de su vida. No dudó un segundo, poco le importó tener que bajar una categoría. Y Eddie, si no lo había hecho ya en su anterior etapa, se puso a materializar sueños que mucho distaban de ser reales. Aunque ya saben: en Bournemouth nada es normal.
Tras una temporada espectacular, el AFC Bournemouth quedó segundo y ascendió directamente a Championship por primera vez en su historia -bajo esa denominación- regresando a la segunda categoría del fútbol inglés 23 años después. Recuerdo nítidamente aquel verano. La prensa y algunos medios y periodistas españoles se hicieron eco de aquella gesta, en los días posteriores al ascenso, internet se llenó de artículos que contaban el épico camino del AFC hasta Championship tras estar a punto de desaparecer. Eddie Howe ya no era ni un nombre ni un hombre más.
El destino, que es recurrente, quiso que fuera una familia de Bournemouth y no de cualquier otro punto del país quien me acogiera durante 15 días de julio para realizar mi curso intensivo de inglés. Y allí aparecí yo, en aquella ciudad costera del condado de Dorset, con un calor de muerte y en una familia de posibles, como dice mi abuelo. El trato fue espectacular, guardo un recuerdo muy bueno de los Phillips, aprendí el inglés que necesitaba y, sobre todo, conocí Bournemouth. Nunca me pareció una ciudad normal; sí auténtica. De una cosa me di cuenta rápido. Y lo resumo en una frase que daría un significado completo al primer párrafo de este texto: En Bournemouth lo normal no es ser del AFC Bournemouth.
"Bournemouth es increíble, tanto por su gente como por su nivel de vida, pero realmente pocos se sienten identificados con ella"
Esto último es importante. Aunque Bournemouth cuenta con unos 180.000 habitantes, la mayoría aterrizan desde otras partes del país para disfrutar de su jubilación en la ciudad con mejor clima de Inglaterra.
Así lo definía Terry, mi 'padre' durante aquellas dos semanas,"Los que crecen aquí se marchan a Londres, Manchester, Liverpool o Southampton para encontrar un buen trabajo, como mis hijos. Y los que vivimos aquí la mayoría somos de otros lugares que venimos a disfrutar, yo crecí en Winchester y trabajé en Londres."
Consecuentemente, en Bournemouth las personas que han crecido y que han desarrollado su vida adulta en la ciudad son escasas. Y eso explica el poco interés que hay por el AFC.
"Yo, aparte del Chelsea, soy del Southampton, y la mayoría de gente que vive por aquí también. Los que siguen el fútbol se hacen del Soton porque el AFC tiene poco impacto y una repercusión mínima. Sí, nos alegramos de sus victorias, pero pocos siguen su actualidad y al estadio siempre van los mismos. Ojalá esto cambie con el ascenso a Championship. Tampoco hay mucha tradición de fútbol en Bournemouth porque hay pocos jóvenes durante el año, aunque creo que con este éxito del club las cosas van a cambiar. Yo noto más ilusión en la gente."
"El problema en esta ciudad es que muchos amamos el fútbol, pero ninguno somos del AFC"
Desgraciadamente no pude visitar Dean Court, cuya grada norte lleva el nombre del mítico Steve Fletcher, pero me fui de Bournemouth con sensación de satisfacción, de sentirme por fin totalmente identificado con el equipo y la ciudad. "Ojalá se mantengan en Championship y sumen más aficionados", pensé.
Eddie Howe completó un primer curso en Championship descomunal, certificando la salvación muy pronto. Mientras todos se felicitaban por una permanencia tan holgada (la mejor posición de la historia del club), Howe seguía con su particular partida 'imposible', soñando y trabajando para formar una plantilla capaz de ascender a la Premier League. Lo que ha ocurrido esta última temporada es de sobra conocido por todos los aficionado al fútbol inglés: el Bournemouth, practicando el estilo más asociativo, ofensivo y vistoso de la categoría, se mantuvo todo el año en puestos de ascenso y completó el milagro que comenzó en aquel verano de 2009 certificando su permanencia en League Two ante el Grimsby Town.
Matt Richie ha sido el mejor jugador de la Football League con Callum Wilson -20 goles en liga y sub-21 con Inglaterra- en el tercer puesto. "Nuestra defensa es la misma que cuando jugábamos en League One", repite orgulloso Howe, que no solo dirige al equipo más goleador de la Championship, sino al segundo menos goleado.
También son famosas las fotografías del presidente del AFC, Jeff Mostyn, celebrando a lo Massimo Ferrero el ascenso de su equipo. Suyo también es el éxito, pero no podemos olvidar el valor que demostró Adam Murry al hacerse cargo del club, o los 493 partidos que disputó Steve Fletcher culminados con aquel gol al Grimsby Town en 2009.
Y, por supuesto, admiremos el titánico trabajo de Eddie Howe. Ya es una leyenda. Él estuvo en 1997 recolectando dinero en las calles para evitar el adiós del Bournemouth. Y ahora, 18 temporadas después y con 37 años, ha llevado a un equipo de la ruina a la categoría reina, ha sido nombrado mejor entrenador de la década en la Football League, ha dotado de una identidad de juego asociativo y ofensivo al AFC Bournemouth y, como deseaba Terry, ha llenado las calles de la ciudad de ilusión y aficionados.
Hoy es uno de los entrenadores más prometedores del fútbol mundial. Lo ha logrado. Ha consiguiendo lo que era un simple sueño, pero Con Eddie Howe en la ciudad en la que nada es normal, todo es posible.