El lunes emitieron el penúltimo episodio de El ministerio del Tiempo (jo, no me puedo creer que sólo quede uno) y fue un pedazo de episodio de esos de quitarse el sombrero. Así que, nada, no me entretengo más y voy directamente con la crónica.
El episodio arranca en 1960 con Irene en una azotea a punto de suicidarse, aunque entonces aparece Leiva para convencerla de que tiene un gran futuro por delante. Irene dice que no la conoce, pero resulta que sí y, así, Leiva nos pone al día: nació en 1930, es una de las primeras mujeres que ha conseguido un puesto importante en el Ministerio de Asuntos Exteriores, pero le han la vida desde que intentó destapar un chanchullo; además, está casada con un hombre al que no ama y que la cree loca, algo que los padres de Irene comparten. Vamos, que la pobre Irene tiene una situación muy, muy puta.
Irene: Si Nina Dobrev se va de 'The vampire diaries' no merece la pena vivir. ¿Qué será de mí sin los Delena?Leiva: Mujer, que siempre te quedarán los DVDS... y los vídeos de Youtube... ¡Y los fics!
Al final, Leiva la acaba llevando al Ministerio del Tiempo y, claro, Irene alucina un montón. Que, por cierto, es el mismo flashback que vimos en el episodio anterior, así, como curiosidad.
Entonces volvemos al presente, donde Irene está casada con María Cotiello y son súper monas juntas. Como su mujer últimamente está teniendo pesadillas, a Irene se le ocurre hacer un viaje, algo que a su esposa le mola. Sin embargo, el momento tierno no dura mucho, puesto que Irene tiene que ir al entierro de un antiguo compañero, vamos, Leiva. Irene es un poco esquiva con el tema y, claro, su esposa comenta que no conoce a ningún compañero, pero Irene es una pro en el tema esquivar y sencillamente le dice que su trabajo es muy aburrido.
Irene está tan afectada con el funeral, que ni siquiera saluda al trío al cruzárselo por el Ministerio y eso que 1) Amelia la saluda tan simpática; 2) las pintas de todos ellos son fantabulosas, sobre todo Julián con la peluca y Alonso tan sumamente elegante. Que, por cierto, ellos se quejan de los modelitos, cuando es la pobre Amelia la que se lleva la peor parte, por cierto. Qué nenazas son ellos dos, xD.
Alonso: Y ese fistro de pollo... jarl...Funcionario random: Apuf, odio cuando descubren a Chiquito.
Como les sorprende la actitud de Irene, el trío acude a Angustias, que es algo así como el Radio Patio del Ministerio. Angustias les cuenta lo del funeral, también quién es Leiva, ya que ellos no han oído hablar de él: Leiva era un héroe carlista, amigo de Salvador y jefe de operaciones (en la actualidad lo tiene Ernesto). Todo iba bien hasta que, en el 2005, el hijo de Leiva enfermó de leucemia y quiso llevarlo al presente para curarle, pero Salvador no se lo permitió: el hijo de un funcionario no tiene más derecho que el de otras personas y, si salvan a todo el mundo en el pasado, habría superpoblación y la gente moriría de hambre. Ernesto le propuso a Salvador hacer una excepción, pero Salvador se mostró tajante, ya que si ceden una vez, ¿dónde pondrían después el límite?
Total, que Leiva se chinó y organizó una huelga, pero tanto Leiva como sus seguidores se radicalizaron y la huelga se transformó en revuelta. Alguien le traicionó, por lo que la revuelta fue sofocada y los Leivers detenidos.
Julián se sorprende que se liara tan parda y nadie se enterara fuera, pero Angustias le explica que pilló con el puente de la constitución y ese año era de seis días. LOL. En serio, soy muy fan de estos detalles. Angustias también explica, por curiosidad de Alonso, que el hijo de Leiva murió.
Al mismo tiempo, vemos a Salvador e Irene asistir al funeral de Leiva. Irene está muy afectada, pero yo me fijo en lo importante y es que: por primera vez hemos visto a Salvador en el pasado y disfrazado. Yo quiero a Salvador viajando por el tiempo, abandonando el despacho. Bueno, por cierto, Irene insiste en que el tema es injusto y le recuerda a Salvador que Leiva hizo mucho por él en el pasado. El pobre Salvador se queda callado, antes de que saltemos a un flashback en 2003 de él, Irene, Ernesto y Leiva celebrando una misión y sacándose una foto.
Propongo iniciar una campaña para que las campanadas sean así este año y no con Ramón García y su capa.
Es precisamente esa foto la que está Irene mirando cuando Julián se la encuentra. Los dos, entonces, tienen un intercambio psíquico de esos suyos que tanto molan y acaban yéndose a tomar una copa. Los dos hablan de la mujer de Irene, de sus reglas (si se lía con alguien que no vive en el mismo tiempo que su esposa, no es engañar) e Irene dice que se creó sus reglas porque estaba cansada de vivir bajo las que le impusieron los demás. Lo dicho: Irene es muy grande y creo que es uno de los personajes mejor construidos de toda la serie. Muy fan de ella.
La conversación acaba derivando en Maite, por lo que Julián le pregunta si se lo va a contar a Salvador (¿de verdad se cree Julián que Salvador no lo sabe?), pero Irene sólo quiere hacerle ver que debería dejar el pasado atrás. Pero Julián es Julián y ya sabemos que hacer caso no es lo que mejor se le da, aunque en esta ocasión sí que acaba siguiendo el consejo de Irene de divertirse: acaba acostándose con una pobre chica, a la que la mañana siguiente echa de malas maneras. Tío, tú también, que la chica no tiene la culpa de nada. La verdad, cuando Julián se pone intento, le tiraría algo a la cabeza, a ver si espabila y se deja de tanto egocentrismo.
Julián, entonces, recuerda que Irene le había comentado que su mujer estaba de guardia, así que no se le ocurre nada mejor que regresar al pasado, a un día en que tuvo guardia, para pasar el día con Maite. Esto va a acabar fatal. Yo lo veo venir. Es que encima no es sano, sino que empieza a ser preocupante.
Julián: ¿Está Al, de apellido Cólico?
El problema es que, a todo esto, los Leivers han desenterrado a Leiva, que se había hecho un Romeo y Julieta satisfactorio. Por eso, el Ministerio llama a la patrulla, pero Julián está muy ocupado con Maite como para ir. Alonso se ofrece a ir a por éste, aunque Salvador le dice que no se preocupe, que ya hablará con él. Tras contarles lo sucedido, envía a Amelia a casa de Julián a por él, a Ernesto y Alonso al cementerio a investigar la desaparición y le pide a Irene que se quede.
Una vez están a solas, Salvador le pregunta si fue a ver a Leiva y como quien calla, otorga, Salvador decide apartarla del caso. Irene le explica que sólo quería verle y llevarle medicamentos, pero Salvador se muestra inflexible porque son las reglas del Ministerio. Irene cree que Salvador la puso a prueba, pero éste no le entra al trapo.
Amelia, por su parte, va a en busca de Julián y entra en su casa gracias a unas llaves de Irene que lo abren todo... ¿Todo? ¿Las cajas fuertes de los bancos también? Que no lo digo por mí, sino por una amiga, ¿eh? Bueno, Amelia no lo encuentra, evidentemente, pero como lo conoce, sabe qué está haciendo. Por cierto, qué remona que está Amelia con el flequillo liso que le ponen para ir por 2015.
Por otro lado, el binomio Alonso-Ernesto va al cementerio, donde el enterrador les pone al día de lo sumamente útiles que son los huesos machacados para curar el mal de ojo. Ernesto aprecia un montón la información, nótese la ironía, mientras que Alonso descubre que hay huellas, aunque tampoco sacan nada más en claro. Bueno, sí, que Alonso por primera vez hace una referencia cultural que alguien no pilla. ¡Felicidades, Alonso!
Que, por cierto, el enterrador es el amigo Basilio de Luna, el misterio de Calenda.
Es entonces cuando vemos a Leiva (que tiene una cara de ir a sacarle a alguien una navaja y pedirle la cartera al son de "que toy mu' loco"), que ha ido al Ministerio, exactamente al despacho de Salvador, que no está en ese momento. Angustias le deja pasar porque no es la primera vez que Leiva usa el despacho de Salvador para sus cosas y porque no estamos en el 2015, sino en un momento anterior. El comportamiento un tanto errático de Leiva mosquea a Angustias, pero es que justo después se cruza con el Leiva de aquella época (que parece el enanito bonachón) y ya flipa del todo.
Si es que falta un rótulo que diga "Busca las 7 diferencias".
Así que la Angustias del pasado le envía un fax a la del presente que, claro, la pobre se pega un susto del quince, lo que parece divertir de lo lindo a Ernesto. En el fax, la Angustias del pasado cuenta lo sucedido, así que Salvador la llama, por lo que la actual se va corriendo, no vaya a darle un patatús. Mientras Salvador espera a que le cojan la llamada, le pregunta a Amelia por Julián y ella le cubre como buenamente puede.
Entonces, PastAngustias responde y tras ponerse al día (ella comenta que le sorprende que no se haya jubilado y le pregunta qué tal está de salud, por lo que Salvador la tranquiliza, incluso le dice que la acompañó al médico), hablan del tema Leiva. Tras que la extraña conversación acabe, Salvador explica al resto que Leiva ha buscado una puerta para volver a su época.
Entre Irene y Ameliapedia explican que fue una mala época tanto para el Ministerio como para España por las guerras carlistas y el jaleo que hubo. Bua, qué bien lo explico yo, de aquí a dar historia en los institutos. Al oír eso, tanto Alonso como Amelia dicen que no van a detener a Leiva si va a salvar a su hijo, pero Salvador les aclara que esa no es la intención de Leiva: ha viajado a 1844, pero su hijo murió en 1842.
Irene: Y, claro, Nina dice que ha interpretado de todo y que está ya cansada...
Alonso: ¡Vive Dios si la comprenden! ¡Que se lía con Ian Somelhalder todos los episodios!
Amelia: Lo importante es saber si Candice Accola sigue y se piensan volver al Klaroline su gloria pasada.
Salvador corta el tema divagación porque tiene claro qué va a hacer Leiva, aunque en vez de explicárnoslo él, lo hace Ernesto: en esa fecha, fue cuando la reina Isabel II, con apenas 13 años, hizo su primera visita oficial al Ministerio. Oye, aquí todos explican las cosas, menos el pobre Alonso, menuda discriminación, xD.
Entonces vamos a 1844 cuando la ¿reina madre? se reúne con sus hijas. Tengo yo un lío muy gordo con este tema: si Isabel ya es reina, ¿cómo diantres se llama a su madre? ¿Reina regente todavía? Bueno, vale, me dejo de mis paranoias y sigo: Leiva y sus minions van al Ministerio en 1844, cortan las comunicaciones y él va a visitar al subsecretario para decirle que le envía Salvador (al que el subsecretario conoce de una comida). El hombre va a verificar la historia, pero el Ministerio está incomunicado y Leiva le dice que eso reafirma sus sospechas de que unos carlistas infiltrados van a atentar contra Isabel II, que ese día visita al Ministerio. El subscretario dice que la visita no está planeada, pero en ese momento llega la reina con su madre y su hermana.
En el Ministerio presente, Salvador organiza una misión de rescate a la que envía a Ernesto, Alonso, Amelia (por petición suya, ya que no piensa abandonar a sus compañeros) y hombres armados, mientras que deja a Irene en el Ministerio a modo de coordinadora. Vamos, que la deja en el banquillo.
Cuando salen, Amelia le pregunta qué ocurre con Salvador, pero Irene tiene otras cosas más importantes, como encontrar a Julián. Amelia le dice qué puerta usó, antes de marcharse con los otros dos. Ernesto comenta que hoy manda él junto con Amelia y Alonso se queja de que todos mandan menos él, pobrecito. A ver, Alonso, seguro que tienes que convertirte en una especie de enciclopedia para poder mandar ;P
"Hola, soy Ernesto y molo un cojón"
Mientras tanto, en 1844 el subsecretario está ejerciendo de guía turístico y pelota oficial, pero María Cristina le corta en seco porque no le gusta el Ministerio. Leiva aprovecha para hablar del supuesto complot, pero, tranquis, que aunque la visita se para, Isabel II logra entretenerse obligando al subsecretario a jugar a la gallinita ciega. Pobrecito, ainss. Leiva es muy cuco y se hace con el control del Ministerio, bloqueando las puertas que vengan del 2015; lo que, en realidad, no es tan buen plan. Quiero decir, Salvador y cía tienen un Ministerio lleno de puertas, con viajar al Ministerio de otra época ya pueden acceder desde ahí a 1844.
Total, que el trío de reinas y el subsecretario acaban encerrados en el antiguo probador, al mismo tiempo que Irene se presenta en casa de Julián en 2012 para decirle que vuelva al Ministerio. Julián, como es de preveer, pasa del tema, pero Irene se hace pasar por una vendedora de enciclopedias y le deja una tarjeta donde pone que tiene media hora para ir al Ministerio y que no la haga regresar a por él.
En esas, Leiva llama a Salvador y ya se ha transformado en el típico villano súper chungo de película (le falta un gato... y con unos anillacos sería todo un guionista) y le cuenta su plan diabólico de matar a Isabel II para que ganen los carlitas. Salvador le recuerda que él odiaba a los carlistas, pero Leiva está más ocupado en decirle que ve a la patrulla que Salvador ha enviado y que les va a dar la bienvenida. El pobre Salvador no tiene otra que gritar, aunque como eso no es efectivo, va a enviar al ejército, pero Irene (que ya ha vuelto) le dice que así morirán todos y la escena se corta ahí.
Leiva está ahí en plan 'like a boss'.
Por su parte, Julián ha decidido regresar y hace un pacto con Maite: no hablarán de lo que ha pasado, ni siquiera con él, y a cambio le dará otra sorpresa.
En 1844, los funcionarios se piensan que la patrulla son los malvados carlistas de los que Leiva ha hablado y osan zurrarle a Ernesto. Uhh, eso no mola nada. Aunque, claro, peor es que justo después Leiva aparezca y se cargue a varios funcionarios. Entonces, como Alonso es Alonso, intenta pelear, pero Leiva le pega un tiro y los manda encerrar. Amelia pide un médico para Alonso, pero Leiva saca a relucir el tema de su hijo y les dice que la única forma de que envíen un médico es si Ernesto le dice quién es el traidor, pero Alonso le pide que no lo haga. Oh, tía, Leiva, mardisión gitana pa' ti, ¡que a Alonso no se le toca, leñe!
Los tres son encarcelados y el pobre Alonso tiene muy mala pinta, por lo que Amelia le promete que, si sobrevive, le cederá le liderazgo de la patrulla. Si es que esta chica es un amor, en serio.
Leiva, mientras tanto, no se ha estado tocando las narices, sino que ha masacrado al Ministerio y planea darse el piro para cuando Salvador mande al ejército, porque no quiere morir. Leiva le ordena a sus minions que mate a la familia real (oye, si eres tan chungo, ten la decencia de hacerlo tú, ¿no?), pero el minion no parece muy contento con lo de matar niñas y empieza a plantearse que, más que justicia, lo que están haciendo es llevar a cabo una venganza personal. Los Leivers muy listos no son, ¿no?
Pero, por suerte, Irene y Julián deciden adelantarse al ejército para impedir una sangría... o reducirla, como notan al llegar a 1844. Irene se carga a un Leiver para salvar a Julián y, después, dan con la familia real, a la que salvan en el último segundo. Por cierto, señalar que María Cristina es una pro que se pone delante de sus hijas más chula que un ocho. Cuando Julián les salva, el subsecretario da las gracias a Dios y la mujer es tan grande que suelta: sí, a Dios y a este señor tan guapo, que lo que es por usted... No, en serio, soy súper fan de esta mujer.
Ídola.
Luego, Julián da con la patrulla y, mientras Ernesto va a por Irene que, a su vez, ha ido a por Leiva, Julián se encarga de Alonso. Tanto Ernesto como Irene hablan con el general que ha enviado Salvador, ordenándole que custodie a la familia real. Al tío no le hace gracia seguir las órdenes de una mujer, pero Irene le dice que se acostumbre y que, para empezar, siga las órdenes de Isabel II, que se enfrenta a su madre porque María Cristina quiere cerrar el Ministerio, pero ella no.
En esas, Irene intenta contactar con Salvador, pero no puede y Ernesto deduce que Leiva está con él, ya que está obsesionado con descubrir a quien le traicionó. Y, vamos, es que ha dado en el clavo, pues Leiva está zurrando a Salvador para sonsacarle el nombre, pero no lo consigue. Por eso, lo deja grogui y pasa al plan b, que es obligar a Angustias a buscarlo en el informe, pero ahí no está. Leiva, sin embargo, no es tonto y le hace buscar quiénes fueron ascendidos en aquella época: Ernesto queda excluido porque según Leiva ya eran enemigos, lo que nos deja con Irene, que era bastante de cajón desde el episodio anterior.
Leiva entonces se pira, mientras Ernesto e Irene regresan al 2015 donde los cuatro se ponen al día. Salvador le dice a Irene que ha mandado a alguien para proteger a Nuria, pero, al parecer, Leiva tiene supervelocidad porque ya la ha capturado. Salvador le dice a Irene que le diga dónde deben ir, pero ésta argumenta que es personal y va sola a la torre donde Leiva salvó a Irene.
Nuria: Irene, no lo entiendo, ¿por qué este señor me ha puesto correa? ¿Se cree que soy un perro o qué?
Leiva le echa en cara absolutamente todo lo que tienen en común y Nuria, que está en el borde obligada por Leiva, alucina. Leiva obliga a Irene a contarle toda su historia, incluso él añade cosas y, claro, la pobre esposa todavía alucina más. Entonces, Leiva le pregunta que por qué le traicionó e Irene le explica que, aunque al principio le ayudó, después a él se le fue la pinza y ella sólo hizo lo que su amigo le enseñó: proteger el Ministerio.
Tras que Irene le pida, por favor, que todo acabe, Leiva dice que está bien y que ya están en paz, porque así como ella le destrozó la vida, él lo acaba de hacer. Al final, Leiva se suicida ante una pobre Irene que no puede hacer absolutamente nada.
Finalmente, Salvador felicita a Irene y Julián por su actuación, les da las gracias y admite que no estuvo a la altura. En ese momento, Alonso pregunta quién le donó la sangre y resulta que es Amelia, lo que escandaliza un poco bastante a Alonso y, claro, Amelia se china un poco y con razón. Jolín, ya que le salva, podía al menos darle las gracias, en vez de quejarse.
Ernesto les comunica que tienen un nuevo problema: la madre de Isabel II quiere cerrar el Ministerio, vamos, que María Cristina les quiere gobernar. Salvador, que también es un cachondo, le dice que no le seguirán la corriente, eso antes de enviar a Ernesto a que haga de canguro de Isabel II y su hermana para que estén tan contentas con el Ministerio que no quieran cerrarlo. Así que Ernesto, con esas pintas de canguro que tiene (en serio, hasta Schwarzenegger da más el pego), acaba en un cine 3D con las dos y una cara de "menudo muerto me ha caído encima" de la leche. Y yo me imagino a Salvador riéndose maliciosamente en su despacho, mientras comparte copas de coñac con los guionistas de la serie, xD.
También vemos a Irene y Julián teniendo uno de sus intercambios psíquicos, donde ella le explica que su esposa se ha marchado de casa y que cree que la ha perdido. Jo, pobrecita Irene, que su esposa la perdone. Oye, que se la lleve al pasado para que flipe, como con Isabel II, pero al revés.
Eso ha sido todo por esta semana y, la verdad, es que me ha parecido un episodio estupendo. Quizás tarda un poco en arrancar, pero la verdad es que ha ido in crescendo y la tensión ha estado muy, muy lograda. Además, me ha gustado mucho que todas las caras del conflicto fueran comprensibles y ninguna sencilla: es muy fácil entender por qué Leiva perdió la cabeza, también el que Salvador es el jefe (y no le permite hacer lo que le gustaría) y el conflicto de Irene al estar en medio.
Y encima ha molado un montón el rollo 24 que se ha traído y los detalles que tenían cuando partían la pantalla. Muy chulo, en serio. Y parece que no va a ser nada, porque el siguiente pinta aún más interesante, con la residencia de estudiantes de la generación del 27, Lorca teniendo visiones y, sobre todo, alguien enviando a la patrulla pistas sobre su futuro. Yo muero con la foto de boda de Amelia, flipo mucho.
Eso sí, espero que en el final de temporada se acabe de una vez con la historia de Julián y Maite y pasemos a otra cosa. No me gusta ese Julián Drama King que siempre aparece con el tema de su mujer, ni me parece que en 7 episodios se haya avanzado en esa trama. Yo es que prefiero al Julián aventurero y avispado que salva el día, en vez del que pasa de todo el mundo y se pone intenso con el tema Ministerio.