Pues toca escribir la crónica del último episodio de la primera temporada de El ministerio del Tiempo y yo ya les estoy echando de menos. Pero, bueno, primero toca hablar de este genial de temporada, donde han pasado un montón de cosas, así que no me enrollo más:
El episodio comienza con Amelia visitando su tumba en 1940, mientras Alonso ve desde la distancia a su mujer embarazada en 1570 y, finalmente, a Julián en el 2012 comprando el pan. Ja, que es lo habéis creído, porque efectivamente está observando a Maite. Si es que Julián no hace otra cosa, macho, le falta cantar Every breath you take (I'll be watching you). Sin embargo, en esta ocasión un hombre está sentado con él en el banco y Julián le pregunta que por qué se ha sentado, si hay muchos bancos libres, a lo que el hombre le responde que para que no esté solo.
Lorca: A ver, Julián, esto debe parar porque la siguiente vez vas a soñar con Raphael cantando 'Yo soy aquel' y va a ser peor.
El hombre se presenta como Federico y le da la mano, momento en el cual intuimos que sucede el atropello de Maite, más que nada la vemos cruzar, a un niño con una pelota y el ruido de un frenazo. En ese momento, Julián se despierta y recibe una llamada del Ministerio. Espera, espera, ¿Salvador también sabe cuándo se levantan? Increíble, este hombre lo petaría en cualquier concurso de la televisión.
Entonces pasamos a la explicación de la misión. Hoy viajarán a 1924 a La residencia de estudiantes de Madrid, un lugar donde la cultura fue muy importante y donde pasaron todo tipo de genios tanto patrios como extranjeros. Mientras les ponen al día les enseñan imágenes en plan presentación de clase y Alonso comenta, como dando el visto bueno, que le gusta el bigote de Einstein. Y yo soy muy fan de la tontería esa. Sí, siempre fijándome en lo importante.
Alonso aprobes.
Bueno, a lo que iba, en 1924 en La residencia de estudiantes de hizo una versión de Don Juan Tenorio y en el póster de dicha obra, pintado por Dalí, aparece una tablet y, claro, Dalí era un visionario, pero no tanto. Salvador sigue con su power point y les explica el reparto, que sería algo normalito de no ser porque Julián se da cuenta que Federico García Lorca es el hombre de sus sueños... y me ha quedado muy romántico, pero vosotros me entendéis.
Amelia tarda cero coma en darse cuenta de que algo pasa entre Julián y Lorca (¿qué me pasa hoy con los dobles sentidos?) y él se lo cuenta, mientras Ernesto le expresa sus dudas a Salvador sobre que Irene esté trabajando. Salvador dice que Irene necesita trabajar, que de hecho ella le llamó para volver, pero Ernesto sospecha que fue Irene quien salvó a Leiva en primer lugar.
Salvador le dice que únicamente fue humanitaria, algo que debió de haber sido él antes, pero Ernesto sigue sin parecer muy convencido y se va a una reunión. Al verlo salir tan apresurado, Angustias pregunta qué ocurre y Salvador le dice que ya le conoce, que el trabajo ante todo, por lo que ella le dice más o menos que quien fue hablar. Entonces le pregunta si no piensa nunca en ir al pasado para ver a su difunta mujer, pero Salvador cree que sería peor. Dos cosas: 1) no podemos acusar a Salvador de ser un hipócrita; 2) a ver, Salvador, ¿no se te ha ocurrido hablar con Julián sobre esto, eh, eh?
El trío, por su parte, se encuentran con Velázquez de camino a la puerta. Él va a ver como Goya pinta los frescos; según él no es muy buen dibujante, pero tiene mucha fuerza (yo coincido, por cierto). Entonces le hablan de Dalí, pero Velázquez tuerce el morro. Según él, era un dibujante increíble, lo que tiene su mérito, aunque no tiene alma, vamos. De hecho, según Velázquez su mejor virtud es que le admiraba y hasta le plagió el bigote. Soy muy fan de este hombre, en serio. ¡En la próxima temporada tiene que ser fijo sí o sí!
Velázquez: Así que, nada, me he puesto así de guapo para reunirme con los guionistas y que den papel. Que yo lo valgo.
Después, el trío va a la residencia y se reúnen con el funcionario, que es jardinero y se gana un sueldo extra sirviendo al Ministerio. El funcionario les da los carnets de estudiantes y les dice que con que vayan al teatro y digan que son estudiantes, ya servirá. También les aconseja que tengan cuidado, porque la gente está zumbada en ese lugar. Amelia se pregunta por qué dice eso y entonces vemos a Buñuel corriendo por ahí sin camiseta. ¿Os dais cuenta? ¡Buñuel es el Mario Casas de los años 20! ¡OMG!
El trío va al teatro, donde el director de la película (que va a grabar la obra de teatro) va ahí de súper artista y los está poniendo a todos a parir, pero a parir, eh, en plan Risto Mejide, cuando le da un chungo. Julián se encarga de la situación, a pesar de que hay una estudiante de medicina muy remona, y lleva al director a la habitación de Lorca que se queda mirando a Julián en plan raro. Total, que Julián se da cuenta de que el director es diabético y eso flipa aún más a la estudiante de medicina, Silvia, aunque Lorca aparece y les interrumpe. Lorca entonces le pregunta a Julián si se han visto antes y éste le dice que no, aunque Lorca no le cree porque siempre recuerda las caras.
Mientras tanto, Amelia y Alonso están buscando la tablet, pero lo que encuentran es una foto de boda de Amelia y Julián con sello del Ministerio incluida. Venga, todos a coro: WTF?! En serio, es muy WTF?! todo.
El trío vuelve al despacho de Salvador y Julián está muy, muy chinado, pero los jefes no saben nada. De hecho, aseguran que no tienen ese tipo de documentos sobre los funcionarios. Salvador les explica que la foto no es una falsificación y le pregunta a Amelia sobre ella, pero, claro, para Amelia es su futuro y no lo ha vivido. Eso sí, lo que hacen es explicar su falso noviazgo para protegerla de sus padres y Ernesto comenta que los únicos que guardaban un secreto eran ellos. Amelia se sorprende e Irene le dice que, de haberlo sabido, les habrían regalado algo. Me parto, es que lo suelta con una calma, encima, como si fuera lo más obvio del mundo, xD.
Julián deduce que la misión es una trampa y los demás están de acuerdo, así que, gracias a la idea de Amelia, deciden hablar con todos, sobre todo con Dalí para ver de dónde narices ha salido la tablet. Después, Julián intenta calmar a Amelia, diciendo que la boda sería un montaje, pero Amelia cree que es real por ciertos detalles como la diadema de su madre y la mantilla de su abuela. Julián sigue insistiendo en que es un montaje, aunque también le propone ir a comprobarlo, pero Amelia no quiere saber más sobre su futuro.
Entonces Julián le deja muy claro que él no será ni su marido, ni el padre de su hija; también le dice que es su amiga, que la quiere un huevo pero como tal, porque sólo querrá a Maite. No es por nada, pero se puede ser cabezón y luego ya, si eso, se puede ser Julián. Dios, qué obcecación la suya, madre mía. Si es que me dan ganas de zurrarle con un mazo gigante marca ACME a ver si reacciona de una vez, con lo remona y maja que es Amelia, por favor.
Bueno, esa noche Julián vuelve a soñar que está en el 2012 observando a Maite correr y, de nuevo, Lorca aparece a su lado. Una vez más, Lorca le da la mano, que lo distrae lo suficiente como para perderse el accidente de coche, aunque los dos se acercan para ver a Maite sobre el capó de un coche. En 1924, Lorca despierta en su cama, diciendo "es él" a la vez que en 2015 lo hace Julián.
Al día siguiente, el trío vuelve al Ministerio y se cruza con Jordi Hurtado, que se pone a compartir batallitas con Irene. Julián alucina, por supuesto, y Jordi Hurtado se marcha por una puerta a grabar el concurso. No, en serio, soy muy fan, me muero de la risa.
Jordi Hurtado: Mucho cachondeito se traen conmigo, pero llevo mil años presentando un programa y viajando en el tiempo. I'm the boss, bitch.
En 1924 la obra de teatro sigue y Buñuel comenta que no entiende lo de dirigir, eso sí, tras llevarse un señor hostión de doña Inés. Cuando el ensayo para, el director le pide a Alonso que sea su apuntador y pide que alguien vaya a por Dalí. Julián se ofrece voluntario y la estudiante de medicina quiere acompañarlo, pero es Lorca quien le sigue y, de paso, le pregunta por qué le parece raro que a Buñuel no le guste el cine. También le dice que es homosexual y que está enamorado de Dalí, antes de preguntarle si viene del futuro, de una época donde la gente corre con pijamas de colores. Básicamente le cuenta el sueño y, claro, Julián alucina.
Cuando parece que están a punto de llegar a algún sitio, aparece Dalí y tanto él como Lorca se van, mientras Julián aprovecha para registrar la habitación de Dalí. Entonces encuentra un retrato de... sí, Lola Mendienta, el perejil de todas las salsas y a la que echamos de menos.
Mientras tanto, Irene seduce a doña Inés y Amelia habla con la estudiante de medicina, que sólo quiere saber si Julián está libre porque le gusta mucho. Amelia ya se ve venir el drama, así que le recomienda que se centre en sus estudios y la chica le cuenta que su madre le dice lo mismo y que, de hecho, su abuela fue de las primeras mujeres en estudiar en la universidad. Y, oh, qué casualidad, su abuela se llamaba Amelia Folch. Una vez más, todos a coro: WTF?!
Silvia: Mi abuela se llama Amelia Folch... y no tenía fotos de ella, al parecer.
Representación gráfica de la pobre Amelia en este momento.
De vuelta al Ministerio, gracias a las nuevas informaciones, Ernesto descubre junto a Angustias que han aparecido obras de Dalí que no deberían existir. A Ernesto sí que le cuadra el que Lola saque provecho de los viajes en el tiempo, pero no que sea ella quien mande las fotografías, ya que así no consigue pasta ni nada. Se replantean que a lo mejor Lola quiere que Amelia y Julián cambien su destino, pero Julián insiste en que no pasará. Hijo, yo soy Amelia y ya me ofendo con tanta insistencia en que no se casará conmigo.
Julián, por su parte, deduce que Lola tiene que seguir cerca de Dalí, así que deciden atraparla. Julián decide encargarse de Dalí, así que va a hablar con él sobre la mujer que le compra el arte. Dalí cree que ha sido Lorca el que le ha ido con el cuento, que es un chismoso... ¡Eh, tú, ¿de qué vas?! ¡Con Lorca no se mete nadie, que es un amor! ¬¬U Julián intenta congraciarse diciendo que le gusta pintar y Dalí se pone a alabar a Velázquez (no, no me ganas, lo siento, con Lorca no se mete nadie) y acaba diciendo que él no cree ni en cubismo ni en nada, sólo en lo que dé más dinero.
Vuelven al ensayo, donde Alonso va a prepararse para ser apuntador, cuando descubre una foto de Blanca herida que dice "puedes evitarlo". El pobre Alonso se cabrea un montón y justo en ese momento Buñuel se pone en plan latin lover, así que Alonso decide pagarlo con él. Los dos se ponen en plan quién tiene la chorra más larga, deciden batirse en un duelo de boxeo (a Alonso no le gusta que no se pueda ni morder, ni arañar, ni dar cabezazos) y básicamente lo tumba de un puñetazo. Ese poderío de Alonso, por favor.
Alonso: Me dejan a mí en Poniente y arreglo todo a hostia viva, ¡vive Dios que sí!Julián: Esto más que 'León come gamba' es 'Buñuel(o) come puño'. Ay, si es que tengo una chispa...
Por su parte, Amelia e Irene están siguiendo a Dalí para ver si se reúne con Lola, aunque es Lola quien las ve a ellas. Por eso, Lola no acude a la cita, así que las chicas vuelven a la residencia.
Más tarde, representan Don Juan Tenorio y Alonso alucina y es súper adorable, en serio, porque parece un crío descubriendo algo maravilloso por primera vez :3 A Julián le dice que es lo mejor que ha visto en su vida y Julián se está partiendo la caja, cuando doña Inés le trae un sobre que ha encontrado con su nombre. Tras abrirlo, Julián se va completamente afectado y Lorca le sigue. El pobre Julián se echa a llorar, así que Lorca le consuela... justo cuando la nieta de Amelia lo ve y lo malinterpreta todo.
Así que la muchacha se agarra un señor berrinche y Amelia va a consolarla. La chica se queja de que todos los grandes partidos o son gays o están pillados (verdad universal, vamos) y se pone a decir cualidades de Julián, lo que hace que Amelia se dé cuenta de que ella está en la misma situación, pero ella sigue consolándola. Si es que esta chica es un amor, en serio. ¿Ves, Julián, es un jodido amor?
Después, vuelven al despacho de Salvador donde éste les echa la bronca por las cagadas, pero Alonso se justifica con la foto de Blanca. Salvador alucina, pero Julián ya está en intenso mode on y empieza a despotricar como suele hacer y se va haciendo una salida dramática. Sus compañeros le siguen, así que él les dice que tienen que hablar lejos del Ministerio, por lo que van a su piso. Una vez ahí, Amelia cuenta lo de su nieta y Julián les muestra la fotografía de Maite muerta. Alonso, entonces, le recomienda que no se deje guiar por la rabia, que es lo que Lola quiere; Amelia no está convencida de que sea Lola, ya que no es de su estilo, pero Julián desecha la idea y dice que le ha abierto los ojos. Julián, que cuando te pones intenso, piensas con el culo, mira que yo te advierto.
En esas, Lola cita a Amelia en la residencia al día siguiente, así que las dos mujeres se reúnen en la capilla. Ahí, Lola le dice que la tablet sí que es suya, pero que no la dejó a propósito (Dalí es un fisgón y le registró el bolso... ¿soy la única que se pregunta qué le ve Lorca a Dalí? Lorca, you deserve better ù_ú). También admite que está usando a Dalí para hacer dinero, pero le dice que ella no les está mandando las fotografías: odia al Ministerio, pero no a la gente que lucha en él.
Lola: Ya te lo he dicho, Amelia, sólo trafico con arte para sacar pasta, no con los libros de Canción de hielo y fuego. Además, dudo que el Martin no los escriba hasta un futuro muy, muy lejano.
Lola va a irse, aunque es demasiado tarde, pues Alonso y Julián aparecen para atraparla. Lola acusa a Amelia de traicionarla y ésta responde que Lola siempre acusa al Ministerio de mentirles, pero que la única que lo ha hecho es ella. Lola dice que todos van a traicionar al Ministerio tarde o temprano... Jo, menudo mal fario, que con todos renegados no hay serie, que se titula El ministerio del Tiempo, no Los renegados del Tiempo.
De vuelta al Ministerio, Salvador les felicita, aunque Amelia no está muy contenta con el giro de los acontecimientos, por lo que Salvador y Ernesto les recuerdan sus grandes éxitos. Irene dice que no se ha portado bien con ellos al mandarles las fotografías a los tres, eso hace que Julián reaccione: él no ha hablado de la foto de Maite con nadie, salvo sus compañeros, por lo que Irene se ha expuesto a sí misma. Irene lo admite todo y cuando Salvador le pregunta por qué lo ha hecho, ella responde que la culpa de todo la tiene Salvador y que ella no ha ganado nada, que todo es una mierda y él lo sabe. Alonso le dice que lo único que sabe es que Irene era su superior y los ha traicionado y Julián dice que Leiva y cía dan la cara, pero Irene ha enmerdado a Lola que era inocente del todo. Irene ni se inmuta y dice que será que se le está pegando el estilo del Ministerio.
Irene: Mardisión gitana pa' ti, Salvador.
Y, a ver, dos cosas: 1) o hay un giro muy loco, lo que es muy improbable, o mi ship Irene/Lola se ha ido a la mierda; 2) qué poco, pero qué poco, me ha convencido este giro. A ver, entiendo que Irene se rebelara (me parece un poco incoherente con la actitud de Irene en el episodio anterior, pero, vale, está enfadada y decepcionada, lo compro), pero me parece muy forzado y totalmente fuera de lugar que putee al trío y que culpe de todo a Lola. No sé, está claro que con quien la tiene tomada desde que ve a Leiva es con Salvador (y como yo con Jaime Blanch no soy objetiva, no voy a entrar a si es justo o no), ¿por qué herir así al trío y jugar tan cruelmente con Amelia?
Que me hace gracia que se vaya diciendo que el Ministerio usa a sus agentes como kleenex, no porque no sea verdad, sino porque ella ha hecho exactamente eso mismo con el trío.
Salvador, entristecido, les felicita y el trío se va preguntándose en quién pueden confiar. Julián, entonces, dice que va a volver a la residencia para despedirse de Federico y le recomienda a Amelia que le acompañe para descubrir cosas sobre su vida, pero la pobre Amelia no tiene ánimo. A todo esto, Julián habla sobre que Lorca tiene sueños proféticos, sobre que no se encontró su cuerpo y yo ya estoy súper dispuesta a que Lorca sea un funcionario porque sería lo más de lo más y vosotros lo sabéis.
Al final, Julián y Amelia vuelven a la residencia para acudir a la fiesta de despedida. Lorca está triste porque Dalí se va a París y le pide a Julián ir a hablar a solas, mientras Dalí le pide a Amelia hablar un momento a solas. Dalí le da un sobre a Amelia de parte de Lola y la pobre Amelia, para variar, se lleva un disgusto de impresión. ¡Dejad de putearla, señores guionistas! ¿En vuestro tiempo libre pateáis gatitos? Porque, en serio, torturar tanto a Amelia equivale a eso, que lo sepáis.
Representación gráfica de Amelia, que va a acabar por ingresar en una clínica de reposo con tanto disgusto.
Mientras tanto, en el Ministerio Ernesto le pregunta a Salvador se aplica el procedimiento estándar y Salvador le dice que contra Lola sí, pero a Irene la va a mandar a un centro de reeducamiento. Ernesto sigue empeñado en que Irene debería pagar, porque ha atentado contra el Ministerio y ayudado a Leiva, pero Salvador le deja claro que quien salvó a Leiva al sacarlo de prisión fue él, de ahí que Leiva no le matara en el episodio anterior. A Salvador lo único que le duele es haberlo hecho tan tarde, porque la situación de Leiva le parecía injusta. Después, le pregunta a Ernesto qué va a hacer y Ernesto le dice que siempre le será leal, que no se puede imaginar qué sería del Ministerio sin él. Al final, deciden cargarle el muerto a Lola (oye, vale que Lola es una aprovechada de la vida, pero, tíos, que es inocente) y contarle la verdad al trío en su debido momento.
Vale, hago un inciso para emparanoiarme un poco. ¿Serán las palabras de Ernesto proféticas? Quiero decir, durante toda la temporada todos ven en Salvador al Ministerio, más que verle a él, ¿Significará eso, junto a que Salvador está hasta las narices de las reglas, que va a haber una revolución con él a la cabeza? Porque sería la mejor forma de que hubiera cambios sin que se liara parda. Mmm.
De vuelta a 1924, Lorca le dice a Julián que él también se va porque tiene carita de adiós y Julián cree que no volverán a verse, pero Lorca no está tan seguro. ¡Espero que sí, que Lorca mola mil y debe volver! Lorca le recita un poema que imaginó la noche anterior y Julián lo recita, así que Lorca deduce que viene del futuro. Entonces, parece que Julián va a advertirle, pero al final únicamente se despide y se va muy jodido. Amelia le intercepta y Julián vuelve a ponerse intenso, así que Amelia deduce que va a salvar a Maite e incluso se ofrece a ayudarlo.
Yo sigo con mi campaña para que Lorca sea funcionario del Ministerio y lo veamos más.
Así, nuestros protagonistas se separan en dos equipos para cambiar el pasado: por un lado, Alonso se hace pasar por un espíritu, usando versos del Tenorio porque Alonso es grandeza, para impedir que el cabrón maltratador pegue a Blanca e incluso tiene una bonita escena con Blanca, que le toma por un fantasma.
Por otro lado, Julián y Amelia van a 2012, se montan en un coche y van a detener el accidente. Pero, ya sabéis, karma is a bitch, así que cuando están llegando, Maite les ve en el coche y se queda parada, mientras Julián la mira a ella y se choca con un coche que ha dado un frenazo, provocando el accidente en el que muere Maite. Así se abre una cuestión muy interesante: ¿siempre había ocurrido así, hay hechos en el pasado inamovibles y el tiempo encuentra siempre la manera de que ocurran o lo han provocado ellos al viajar en el tiempo? Es exactamente la misma duda que se le queda con el tema de su padre en el episodio ochentero, pero peor, claro.
Amelia logra sacar a Julián del futuro del accidente, ya que Julián del pasado va a llegar con la ambulancia y lo lleva a su casa, en el presente, donde le dan unos tranquilizantes. Alonso se queda cuidándole y le dice, creyéndole dormido, que él ha conseguido cambiar el destino de su esposa, algo con lo que yo discrepo. Si no me falla la memoria, Alonso Junior le explica a su padre que Blanca al principio lo pasó muy mal, pero después volvió a casarse y fue feliz. Así que, en realidad, imagino que el librarse de los malos tratos de aquel capullo era su destino, no sufrirlos.
Julián, al oírlo, pone cara de malo y cierra los ojos, mientras vemos a Amelia sosteniendo una foto de ella con Julián y un bebé, muy felices los tres. Entonces recuerda las palabras de Julián y rompe la foto muy, muy triste.
Y eso ha sido todo por esa temporada y yo me muero de ganas de ver la segunda, porque entre el futuro/pasado de Amelia y cómo se ha quedado cada personaje la siguiente puede ser aún mejor. En casa llevamos desde el lunes discutiendo qué hará The drama king a continuación: si tomarla con Irene o rebelarse. La verdad es que, aunque me esperaba ese último giro, no ha podido molar más, como la serie en general, que ha sido enorme. No, en serio, qué ganas de que se empiecen a saber cosillas de la segunda temporada y ojalá repita algún episódico de esta primera temporada.