Vamos con una nueva crónica dedicada a El ministerio del tiempo, en este caso dedicada a su segundo episodio en el que, por un lado, hemos conocido a Pacino, el reemplazo de Julián, y, por otro, ha sido un episodio totalmente distinto a lo que nos tienen acostumbrados y eso ha molado muchísimo. Por cierto, así, antes de entrar en faena, quiero dar las gracias a los responsables de la llega de Hugo Silva y su Pacino porque el personaje no ha podido molar más y él ha estado fantástico (y guapo a rabiar, as usual... ainss).
El episodio comienza en Madrid en 1981 donde vemos a un par de policías perseguir a un par de chavales (información friki: uno es el difunto hijo de los Montilla y el otro el hijo de Juanjo y Trini) al ritmo de Los Chichos (más información útil, para que veáis) para echarles la bronca por tomar drogas, a pesar de trabajar para ellos. Están a puntos de detenerlos, cuando Hugo Silva, es decir, Pacino escucha un aviso en la radio y sale escopetado.
Hugo Silva: Pues, ea, ya estoy otra vez de poli y dispuesto a coronarme en el Ministerio del tiempo.Yo al verle:
Al llegar a la dirección indicada, Pacino deja a su compañero esperando a que lleguen los refuerzos (dado que tenemos a Pacino y a un chavalín que le sirve de acompañante, ¿lo aceptamos como referencia a Esencia de mujer? Uh, ahora imagino un crossover entre El ministerio del tiempo y NCIS: LA y flipo mucho) y sube al apartamento donde se han escuchado gritos y descubre que un desalmado tiene a una mujer y su hijo.
A pesar de la aparición de Pacino, El desalmado mata a la mujer y se mete en un armario. Pacino manda al niño a buscar a su compañero, dice "otra vez no, joder" y ni corto ni perezoso se mete en el armario para seguirlo. Es una pena que en esta serie no tenga pairings slash, que me estaría dando un perrenque sólo con escribir eso de la emoción. Bueno, a ver, Pacino no sale en Narnia, sino en un bar donde un par de policías le detienen y no le toman en serio porque, claro su placa es del 81 y está en el 2016.
A todo esto, en el Ministerio vemos a Ernesto e Irene esperar para poder entrar en el despacho de Salvador y la tensión se puede cortar con un cuchillo. Los dos están buscando a Julián, pero lo único que tienen es el ordenador de Julián, que ha sido borrado. Ernesto señala que siempre se puede recuperar información del disco duro, lo que hace que Irene proteste y que se ponga de manifiesto lo raruna que está la situación con ella, además del hecho de que Ernesto no se fía de ella ni un pelo, a pesar de que Salvador sigue en sus trece de darle una segunda oportunidad.
Salvador: A ver, niños, ¿qué os pasa ahora? Y a ver si vais solucionando vuestros problemas, que esto va a empezar a parecer Casados a primera vista y no tenemos psicólogos suficientes como para superar eso.Irene: Jefe, este mamón me ha spoilerado el final de Vis a vis y me ha dicho que Maca no se va a liar con Rizos nunca.Ernesto: Bah, no es culpa mía que no pudieras verlo en directo. Y Team Fabio forever and ever.
En esas, llega Angustias para hablarle a Salvador del caso de Pacino, al que acaban de detener y está igual que en la portada de El caso donde lo acusaban de haber asesinado a la mujer que quería salvar. Y, claro, como no es Jordi Hurtado, pues es un poco mosqueante. Que, por cierto, Angustias demuestra ser la persona más sabia del Ministerio al comentar lo guapo que es Pacino y que es una pena que sea un asesino. Ídola magna.
Angustia: Los tíos tan buenos no deberían ser asesinos... Ey, ¿y si le cotilleamos el facebook? ¡Quizás tenga todos en bañador!
Salvador: Angustias, ¿le acabas de seguir en twitter? Por favor, que este tío ha matado a gente. ¿Pero qué pasa en la crónica de hoy que todos parecéis adolescentes?
Mientras, en la cantina, Alonso y Amelia están hablando de la desaparición de Julián y él cree que Julián ha vuelto a por Maite y lo compara con la versión española de Hachiko, Jarrete, que perteneció al padre de Alonso. Amelia comenta que quiere volver a ver a Julián y le acaba enseñando la otra foto que tiene con Julián y Alonso alucina porque, claro, no sabe qué sería peor: que se lo ocultaran o que no se diera cuenta. Está claro que Alonso quiere y debe ser el padrino del futuro enlace, sobre todo porque es un amor con Amelia al decirle que sus problemas son los de él.
Como Salvador los llama a su despacho para contarles el caso de Pacino, la conversación queda pospuesta. La cuestión es que han llevado a Pacino al despacho de Salvador y el primero demuestra ser muy listo al deducir que ha viajado al futuro, aunque no termina de creérselo. Lógico, por otro lado. Entonces, los del Ministerio le hacen un perfil que ni los chicos de Mentes criminales y explican que a Pacino le llaman así por su parecido con Al Pacino en Serpico. Como a nadie le suena demasiado la película, Pacino se pone en plan Al Paciner, quejándose de que el futuro es una mierda porque no conocen a Al Pacino, pero lo mejor de todo es que Alonso lo ha bautizado como Chapino y yo no soy de las que se resisten a los motes. Y, oye, que si Alonso de Entrerríos lo llama así, para mí va a misa.
Alonso sin entender lo de Chapino.A mí me recuerda a mi abuelo, que le encanta Friends, pero a Phoebe la llama Piwi y a Joey Kiwi. #InfoAndreaVidaReal #HonorandoAYosParanoias
Total, que Chapino les cuenta su historia y deben verificarla. Como el espejo se puede mover, deciden que lo mejor es investigar la puerta del bar, que estará fija. Así, Ernesto se va con la patrulla al bar, mientras que Chapino se queda con Irene y el jefe para que vea unas cosas. Los primeros se hacen pasar por los de Sanidad y como el camarero protesta, Ernesto se pone en plan "para chulo, mi pirulo" porque debe defender el honor de los funcionarios.
Irene: Por favor, por favor, que el señor Tumnus no se haya vuelto un psicópata
Mientras, en el Ministerio, a Chapino le hacen ver grabaciones de seguridad y así reconoce al asesino. De hecho, ven cómo éste tira el arma de Chapino en una papelera, por lo que Salvador manda a Ernesto a por ella, mientras Amelia y Alonso investigan una puerta clausurada que había en el bar. Por cierto, qué poco curioso el dueño. O qué cotilla yo, no sé, pero desde aquí os digo que no pararía hasta abrirla y ver qué hay dentro.
Así que, como Chapino ha demostrado que decía la verdad, Salvador le da el tour y de paso los guionistas responden a los pesados que le buscan tres pies al gato y se preguntan ciertas cosas sobre el funcionamiento del viaje en el tiempo. También, de paso, Angustias aprovecha para radiografiarle el culo a Chapino. En serio, qué lista es esta mujer.
Angustias dando el visto bueno al culo de Pacino (y siendo feliz en el proceso).
De vuelta al despacho de Salvador, Chapino ha deducido que el precio por saber del Ministerio es que debe quedarse ahí. El jefe se lo confirma, explicándole que no pueden decirle a los jefes de Chapino que el asesino en realidad es un viaje del tiempo. A Chapino le preocupa el que el honor de su padre no quede restituido. Y es que el padre de Chapino investigó un asesinato anterior que ocurrió exactamente igual, con la diferencia de que el pobre hombre se quedó impresionado por el tema del armario y lo tomaron por loco, lo que provocó que se acabara suicidando. Eso, a su vez, hizo que su esposa no se recuperara nunca y muriera poco después, por lo que el pobre Chapino se quedó solo y... Ay, qué pena que me da su historia. Voy a devolverle su mote molón, anda.
En 1981, Alonso encuentra un montón de almanaques deportivos (si hay que hacer referencias a Regreso al futuro, se hacen en condiciones y yo tan contenta) y Amelia el registro de unas enormes donaciones a un orfanato con el mismo nombre, que es el dueño de la inmobiliaria que posee el bar y el edificio donde está el piso. Al deducir que el asesino usa los almanaques para hacerse rico, Irene saca a colación Regreso al futuro, pero a nadie le suena, así que comenta que debería haber una filmoteca en el Ministerio y yo ya me veo a unos exigiendo que esté Terminator y otro pidiendo la filmografía completa de Al Pacino.
Salvador, de paso, comenta el caso de un tesorero que les robaba y se iba a esquiar a Suiza... Ay, que me da, me da del todo. Mira al amigo Bárceras, qué listo.
A todo esto, Ernesto repara en que debe haber más vistas, así que Salvador les habla del caso del padre de Pacino. Como están seguros que debe haber más mujeres asesinadas, Salvador le pide a Irene que investigue asesinatos en esa casa. Además, deciden que deben atrapar al asesino, así que Irene se presenta vestida de policía en su casa para ponerle nervioso y lo consigue, por lo que el asesino recoge sus cosas de viajero en el tiempo y se va al bar, dispuesto a desaparecer en 1981, pero aparece en el Ministerio. En serio, Salvador es un mastermind que ríete tú de Meñique, Varys y cía.
Salvador: ¡Madre de Dios! Ernesto, ¿te has hecho la manicura?Ernesto: Velázquez insistió, quiera probar con eso del nail art... Jefe, creo que no deberíamos tener esta conversación delante de un asesino psicópata... y con esas pedazo de cutículas. ¡Uh!
Ernesto y Salvador interrogan al Hideputa (como Alonso lo ha bautizado) y le echan en cara que ha dejado huérfanos a muchos niños, pero encima El Hideputa presume de haberse encargo de ellos. Éste, por cierto, deduce que Salvador es huérfano, pero él sigue con su cara de póquer. Por mucho que Ernesto dé miedito y esté a punto de zurrarle al Hideputa, el tío no contesta, así que Salvador le comunica su futuro destino: una mazmorra en un castillo del medievo. Creo que a todos nos suena el sitio. Como está claro que el tío no va a hablar, Salvador le desea una larga vida de sufrimiento y, entonces, El Hideputa dice que hablará y todo sabemos con quién va a hacerlo, que no es nuestro primer rodeo.
Bueno, a todo esto, Pacino está pasando tiempo con Amelia y Alonso y solucionando las típicas dudas, cuando Alonso decide que ha llegado el momento de resolver algo que debe preguntarle mucho: ¿por qué le llaman Chapino? ¿Por qué era zapatero? Pacino, por su parte, no entiende nada, así que Ameliapedia debe explicarle que un chapín es un zapato de mujer. Hijo, Pacino, ¿no has visto El mago de Oz con sus chapines de rubí?
Este no ha visto El mago de Oz, nadie hace referencias a Narnia a pesar del armario, ni siquiera a Harry Potter. Estas cosas con Julián no pasaban, que os quede claro.
Alonso alucinando con Pacino, Serpico y demás.
Amelia (pensando): Hombres, unos se emocionan por el fútbol, otros por películas... ¿Dónde están los que se emocionan por la literatura? Ay, Lope, cómo me acuerdo de ti...
Ay, que se me va. Pacino les habla sobre Al Pacino y de la película de Serpico y Alonso lo traduce a su propio idioma. Sin embargo, no tiene tiempo de interrogarle sobre lo buen alguacil que era Al Pacino en la película, ya que Ernesto va a buscar a Pacino (al nuestro, no a Al) para que hable con El Hideputa. Le hace jurar que no le pegará, pero Pacino le zurra, mientras se ponen al día con sus historias: lo del padre de Pacino, el modus operandi del Hideputa...
Al final, El Hideputa le propone un trato a Pacino: le ayudará a resolver el caso por completo, le dará la lista de todas las víctimas e incluso los contratos de alquiler, si Pacino viaja al 8 de mayo de 1886 para matar a su padre.
Luego, en una reunión del Consejo de sabios, exponen el caso y Alonso pide cinco minutos con él a solas, pero Ernesto señala que Pacino ya le ha pegado suficiente. Alonso parece aprobar eso. Salvador decide dar el caso por cerrado, pero Pacino cree que deberían salvar a las víctimas viajando en el tiempo; entiende que la historia debe preservarse, pero no cree que esas mujeres vayan a cambiar nada, así que deberían salvarlas. El jefe le dice que, a pesar de todo, no pueden arriesgarse y que debe cumplir las normas, algo que Pacino acepta porque está acostumbrado al haber sido policía en una dictadura.
Después, Salvador les da su nueva misión: deben convencer a Pau Gasol de que juegue al baloncesto en lugar de estudiar medicina, porque debe ser una gloria sí o sí. Entonces los despide, así que los tres se marchan: Amelia y Alonso vuelven a casa, pero Pacino va a vivir en la actualidad, ya que en su época es un hombre buscado y tampoco es que tenga a nadie que le espere.
En el despacho, Ernesto le pregunta a Salvador si se fía de Pacino y Salvador dice que sólo se fía de él, pero que comprende a Pacino. Éste se va a poner a fumar y Ernesto se china en plan Mercedes Milá, aunque Salvador le quita importancia y le pregunta si se ha saltado alguna regla, pero Ernesto dice no tener debilidades, ni amantes, ni nada. Yo quiero un episodio en el que Ernesto pierda la cabeza, algo tipo Resacón en el Ministerio. No me digáis que no molaría, ni nada.
Ernesto preservando los claustros del siglo XV.
Amelia y Alonso, por su parte, van hacia sus respectivas puertas, cuando Alonso comenta lo increíble que es ella. Amelia está al borde del infarto, pero Alonso le deja claro que no la corteja, que sencillamente encuentra admirable que siga trabajando pese a todo. Amelia, entonces, le dice que alguien le enseñó que, cuando había que resolver problemas de otros, jamás debe pensar en los propios. Ese alguien era Alonso, a quien Amelia le da un beso en la mejilla, antes de irse. Jo, qué monos están siendo estos dos esta temporada, sobre todo desde que Alonso se ha quedado de segundo al mando.
Más tarde, vemos a Pacino colarse en el despacho de Salvador, consultar el libro con el índice de puertas y arrancar una página. Así que, cuando al día siguiente no se presenta para la misión de Gasol, no nos sorprendemos, ni tampoco Salvador, que está convencido de que ha ido a impedir el asesinato que volvió loco a su padre, algo que se ve reforzado cuando ve que ha arrancado esa página.
Irene se ofrece a ir ella porque dice tener más experiencia, pero Amelia la castiga con el látigo de su indiferencia y a Alonso prácticamente le falta escupirle a la cara. Así que ambos viajan para detener a Pacino, que está fumando en una calle oscura... en 1886, no en 1946, que es a donde se han ido Amelia y Alonso.
El club de 'Odio a Irene Larra' al completo.
A partir de aquí, espero no liaros contando lo que pasa, ya que empezamos con wibbly wobbly timey stuff. Pero, vamos, en 1946 Amelia y Alonso ven como El Hideputa tiene a una chica de rehén, cuchillo en mano, aunque no hay ni rastro de Pacino. Alonso le apunta con un arma, mientras que Amelia le dice que la policía está al llegar.
En 1886, Pacino llega al mismo apartamento, donde un niño está escondido en el armario espacio-temporal, viendo una bronca inmensa entre un matrimonio. Ante la llegada de Pacino, pipa en mano, el hombre coloca a la mujer ante él, poniéndole un cuchillo en el cuello... justo como está ocurriendo en el mismo apartamento, en 1946. Ahí, Amelia le dice al Hideputa que lo saben todo de él, que parece cada vez más desesperado.
En 1886, Pacino intenta que el hombre suelte a su mujer, pero éste le pide que suelte el arma y se la pase con una patada... que es lo mismo que el Hideputa le pide a Alonso en 1946. Ambos lo hacen, al igual que ambos chungos cogen la pistola para amenazar a sus respectivas víctimas. Eso sí, en 1946 Amelia se ofrece a cambiarse por la mujer para que El Hideputa pueda huir por el armario y Alonso prácticamente le jura destruirlo.
A mí Alonso de Entrerríos me mira así y me hago caquita. No lo querría como enemigo jamás.
El Hideputa parece que va a matar a Amelia, cuando en 1886 el hombre presiona el gatillo... pero el arma no está cargada. Y, en ese momento, Pacino aprovecha para pegarle un tiro y cargárselo, salvando así a la mujer... y a Amelia, ya que el asesino se esfuma de repente, lo que hace que Alonso alucine, aunque Amelia deduce la verdad.
De vuelta en el Ministerio, Salvador y Ernesto están abroncando a Pacino porque ha cambiado la historia desde 1886 y porque les engañó al arrancar la página de la puerta hacia 1946. Admiremos lo sumamente inteligente que es Pacino, joder, este le hace la competencia a Salvador. Me declaro fan, fan, fan, fan de póster y demás.
Los demás no terminan de entender lo que ha hecho exactamente Pacino, así que éste les explica que el padre del Hideputa mató a su mujer delante del Hideputa y eso lo convirtió en El Hideputa. Por eso, si Pacino mataba al padre, impidiendo el asesinato de la madre, impediría también que el niño viajara por el tiempo y se convirtiera en El Hideputa y, por tanto, no habría víctimas y, por tanto, el padre de Pacino no se volvería loco. Así que, claro, sin el traumático asesinato y el viaje en el tiempo, la vida del Hideputa fue normal y, en 1946, ya había muerto y por eso se desvaneció cuando estaba a punto de matar a Amelia.
Vamos, que Pacino es un pro que se las ha apañado para reescribir la historia y salvar a todo quisqui. Bueno, Salvador no está tan convencido, ya que teme que un descendiente de cualquiera de las víctimas pueda liarla parda, pero a Pacino no parece preocuparle mucho esa posibilidad. Por suerte, Alonso sale en su defensa, señalando que, al menos, salvó a Amelia. Yo creo que estos se van a llevar muy bien.
Entonces, Salvador larga a todos del despacho, menos a Ernesto, ya que tienen un trabajo por delante: con la desaparición del Hideputa, también ha desaparecido el dinero al orfanato y pretende compensarlo usando los almanaques.
Por su parte, Pacino le pide disculpas a Amelia por ponerla en peligro, pero le jura que no volverá a hacer algo así, aunque tampoco se arrepiente. De hecho, nosotros vemos como en 1979, en lugar de suicidarse, el padre de Pacino le regala su pistola porque es un buen policía, además de todas las madres que están vivas y con sus hijos. Me imagino que ahora hay dos Pacinos, ¿no? Quiero decir, tiene que estar el que está en el Ministerio, el que fue persiguiendo al Hideputa, además del que sigue su línea temporada alternativa.
Esta es mi cara cuando pienso demasiado y tampoco es que entienda nada.
Seh, la cabeza me va a explotar. Es lo que tienen los viajes en el tiempo.
Para acabar, vemos a Irene reuniéndose con Torres en un coche en un callejón, para informarla tanto de la llegada de Pacino como del hecho de que Julián está en la guerra de Cuba. Porque, sí, Irene lo ha averiguado, pero le ha mentido por el morro a Salvador, porque ella es el topo de Torres. Hija, Irene, ¿otra vez? Mira que te gusta traicionar a ti, ¿eh? Y encima el pobre Salvador está a muerte contigo, creyendo en ti y defendiéndote, ¡vergüenza debería darte!
La verdad es que yo pensaba que el topo iba a ser Ernesto, más que nada porque Ernesto es el recto, el que siempre sigue las normas, que es lo que Torres quiere. Mientras que Irene era la que quería saltarse las normas y de ahí vino su traición anterior. Pero, nada, ahí la tenemos aliada con Torres (y me da la sensación que liada también) para conseguir un Ministerio mejor, pero yo no me fío nada de Torres. Pero nada, nada, nada. A este paso Alonso va a acabar matando a Irene y la vamos a tener, sobre todo como le pase algo malo a Julián porque la tía se ha callado que se ha ido a la guerra de Cuba.
A ver qué pretende la amiga Torres, pero, de momento, el siguiente episodio promete ser épico hasta decir basta porque, ojo al dato, vuelve Walcott, vuelve Miguel Rellán, vuelve el fucker histórico por excelencia, Lope de Vega, y el episodio va a tener juntos a Víctor Clavijo y Pere Ponce. Vamos, que mis ovarios van a explotar. ¡Ay, qué ganas de ver el episodio!
Y que ganas de ver a Pacino siendo parte de la patrulla oficialmente, porque ha sido una gran incorporación. Un episodio y yo ya le quiero y le idolatro y, la verdad, ha hecho que no eche de menos a Julián. Además, Hugo Silva está genial y encaja muy bien en la serie y vuelve a tener esa mezcla de antihéroe y vis cómica que tanto molaba en Los hombres de Paco. Ahora ya sólo me falta que él vaya a ver a Isabel la católica y seré feliz.