Y tras este coñazo que os he metido, vamos con la crónica. Sí, ya, en serio... si no me electrocuto... ¿sabes si las babas en el teclado pueden producir calambres o algo así? Bueno, imagino que ya lo averiguaré, así que... allá vamos.
El episodio comienza con Pere Ponce, que resulta ser Miguel de Cervantes, terminando de escribir El Quijote, justo para que un par de yankis bastardos (no son prejuicios, es que Walcott es uno de ellos) se lo compran. Y es que Cervantes quiere dedicarse al teatro y cree que con el dinero va a poder financiarse. Ay, pobre Cervantes, que todavía no conoce ni Youtube ni el Crowfounding. Eso sí, como karma is a bitch, Walcott es robado por un chavalín, antes de desaparecerse en el aire... ¡Esperad! ¿También le han robado el brazalete de viajar en el tiempo a Jack Harkness? Uh, eso no mola, que la ira del Doctor caiga sobre ellos, he dicho.
Yanki bastardo anónimo: Tiembla, Jack Harkness, esto es usar tu aparatito y no lo que haces.Walcott: Hombre... eso no es verdad... que Jack es... bueno, Jack. Ay, esa noche que le vi... ainss...
Mientras en el Ministerio, Salvador está muy ocupado echándole la bronca a Irene y Ernesto porque la han cagado en una misión y Salomé ha tenido que compartir su triunfo eurovisivo con otro países. Irene y Ernesto intentan razonar con él, pero Salvador se viene arriba y se pone a defender la canción y a hacer la coreografía. Bueno, chicos, esto es interesante, porque Salvador será un misterio, pero ya sabemos dos datos sobre él:
- Es fan de Gasol y se china si no lo consideran un tesoro nacional.
- Es fan de Salomé y de su Vive cantando.
Salvador, evidentemente Salomer, dándolo todo con el baile. Quiero un gif de esto. Lo quiero mucho.
Seguiremos informando, aunque en ese momento la que lo hace es Angustias, ya que ha descubierto que Cervantes no ha llevado el manuscrito del Quijote a la imprenta. Como no sabe por qué ha ocurrido eso, Salvador le pide a Gil Pérez que vaya a ver qué ocurre y si es necesario, que lleve a Cervantes a la imprenta a rastras. Total, que el pobre Gil Pérez tiene que dejar de jugar a los marcianitos para visitar a Cervantes, haciéndose pasar por un impresor.
Cervantes cree que el futuro está en el teatro, que es lo que da de comer en la época, ya que un libro lo pagas una vez y lo puedes leer cien, mientras que el teatro tienes que pagarlo otra vez. Gil Pérez hasta se ofrece a publicárselo gratis, pero Cervantes le dice que se lo ha vendido a unos ingleses y que no tiene copia, por lo que Gil Pérez da la voz de alarma... y encima logra no asesinar a Cervantes por la ofensa.
Para solucionar la papeleta, Salvador hace llamar a la patrulla, a la que les ponen al día del drama que se avecina. Alonso, sin embargo, no tiene ni idea de a qué viene tanto jaleo y Pacino se hace el ofendido porque no conoce el Quijote, aunque luego Salvador le arrea un señor zasca al hacerle admitir que no se lo ha leído. Lo mejor es que, justo después, Ameliapedia comenta que las únicas obras de Cervantes que compraron las compañías fueron los entremeses, por lo que Pacino pregunta si también era charcutero. Ay, que me da. Escritor de día, hacedor de bocadillos por la noche. Yo lo veo, Cervantes era un superhéroe de la época, sí, sí.
Pacino: Pero, a ver, que yo me entere, ¿por qué las llamó entremeses? ¿Era fan de la mortadela?Amelia: ¡Madre del amor!Alonso: Mmm, ¿habrá salido un Mortadelo nuevo?
Tras el flipe de Amelia y su posterior explicación sobre los entremeses, les aclaran que la misión es que Cervantes deje de ser productor teatral y que recuperen el manuscrito. A Pacino lo de infiltrarse en la compañía teatral como que le da respetillo, así que, cuando están en chapa y pintura histórica, le dice a Amelia que él se encarga de rastrear a los ingleses y encontrar el manuscrito. A Amelia le hace gracia el tema, así que Pacino le cuenta sus traumas infantiles de cagarla en las típicas obras escolares. Todo eso mientras Alonso (o el Boss, como lo ha bautizado Pacino, que demuestra tener clase en lo que a poner motes se refiere) está muy ocupado disfrutando del Quijote por primera vez.
Los tres cruzan hacia el pasado y aparecen en un pozo (sí, un pozo, nunca les toca cruzar una puerta, puerta), pero por suerte aparece Gil Pérez para ayudarles... y cubrirles porque este hombre es el disimulo personificado.
El disimulo personificado... o el Batman original. Lo que prefiráis.
Gil Pérez está muy contento de reencontrarse con Amelia y Alonso, mientras que Pacino no se maneja muy bien con la forma de hablar. Sin embargo, como tienen que concentrarse en la misión, van directitos a los ensayos de la nueva obra de Cervantes. Lo malo es que dicha obra jamás se estrenó, así que, claro, van a tener que pararla.
Es ahí donde se presenta Pacino en plan policía de la época para investigar sobre los ingleses. A Cervantes le dice que los ingleses son unos timadores que usan dinero robado, pero Cervantes no está dispuesto a devolverlo, hasta le da igual que lo aprese. De paso, al ver las mangas verdes de Pacino, inventa el dicho "a buenas horas, mangas verdes" y, por suerte, no se fija en las expresiones made in Pacino. De hecho, está muy ocupado viniéndose arriba descubriendo a los ingleses como si fuera una novela, algo que Velázquez está escuchando vía micro para dibujar el retrato robot.
Cervantes: "A buenas horas, mangas verdes."
Pacino (pensando): ¿Esto es bueno? ¿O la he vuelto a liar? ¿No habré hecho otra paradoja de esas, no?
Cuando acaba, Salvador reconoce a Walcott del retrato, así que llama a Irene y Ernesto para informarlos y éste, a su vez, avisa a la patrulla. Amelia pone al día a Pacino, que tarda cero coma en calar a los yankis al tildarlos de criminales y no de agencia de viajes.
Sin embargo, primero deben infiltrarse en la compañía de cómicos para boicotear a Cervantes, así que se concentran en planear cómo hacerlo. A Pacino se le ocurre una forma de desgraciar a un actor, mientras que Alonso la simplifica ofreciéndose él mismo a romperle la crisma... y así empiezan a ponerse de acuerdo en métodos muy poco ortodoxos, aunque Amelia no está por la labor porque no quiere heridos. Lo que se le ocurre es lo siguiente: como las actrices deben estar casadas con un actor de la compañía, deben hacer que un matrimonio rompa. Por eso, les pide a los chicos que seduzcan a una de las actrices y, como Pacino no está muy por la labor, acude Alonso... que vuelve en cero coma porque la dama quiere a Pacino.
No, la mujer tonta no es, para nada. Como era de esperar, el latin lover de Pacino tiene éxito en su empresa, mientras que Alonso se reencuentra con un antiguo compañero de Flandes que flipa porque él ha envejecido y él no. Para salvar al situación, Amelia le acusa de estar borracho y dice que Alonso se llama Julián. Ay, Julián, ¿es el primer nombre que se te ha ocurrido, eh, Amelia?
Al día siguiente, la obra de Cervantes se transforma en Matrimoniadas, así que debe despedir a la pareja de actores, pero, eh, el amigo Cervantes tiene suerte porque justo en ese momento aparecen Amelia y Alonso dispuestos a interpretar el papel. Lo malo es que desde el primer momento se dedican a putear a Cervantes. Bueno, Amelia se mete muchísimo en el papel, convirtiéndose en una mosca cojonera del quince, mientras que Alonso es más comedido. De hecho, Alonso casi parece un actor del método, preguntándole todo tipo de cosas a Cervantes, que bastante paciencia tiene el pobre hombre. En serio, yo soy Cervantes y ya he explotado como un Looney Toones.
Cervantes perdiendo la paciencia y todo sabemos que se está imaginando hacer esto con Alonso:
Mientras, Pacino y Gil Pérez están buscando a los ingleses, enseñando el retrato robot de Velázquez, cuando Pacino ve a un niño robarle a Gil Pérez. Pacino recupera tanto la bolsa de éste, como el resto del botín del chaval y así es como descubre un medallón que le llama la atención. Resulta que es el medallón de Walcott, así que se lo queda, pero le deja irse con el resto.
Por la noche, la patrulla al completo lo está examinando y parece que Alonso y Pacino se lo han cargado al tirar cada uno de un extremo, pero resulta que es un USB. Amelia y Alonso tienen que ingeniárselas para explicarle a Pacino lo que es un USB y más o menos lo logran (demos gracias que no tenía nada que ver el maldito ADN con el tema) y le encargan que se lo lleve a Gil Pérez para examinarlo. Éste lo intenta, mientras Pacino se avergüenza de que todos los demás sean del año de la tos y estén más puestos en tecnología que él. Gil Pérez, al final, no puede abrir los archivos, así que Pacino debe volver al Ministerio para que lo lean.
Pacino: No recuerdo los nombres de los Reyes magos, no sé qué es un USB... Soy una vergüenza.Gil Pérez: O un político español. Era un chiste, no te insultaba.
Así, descubren que el pendrive está lleno de información de Lope de Vega, así que Pacino va a tener que ir a visitarle y, de paso, intentar recuperar El Quijote. También le indican que Lope es de los que se dejan agasajar por elogios, vamos, que se gusta a sí mismo y le explican que Amelia y Alonso lo conocieron quince años antes, así que es mejor que vaya solo.
Mientras, en el pasado, Amelia se erige como la primera líder sindicalista para azuzar a los actores y que dejen la obra, pero Cervantes se las apaña para mejorar la situación de éstos como buenamente puede. De nuevo sigo alucinando con la señora paciencia de Cervantes, que es un amor de hombre, ya que ni siquiera le ha gritado a Amelia por petarda de la vida. Eh, yo lo habría hecho. Bueno, ¿recordáis el gif de Hulk? Yo habría hecho eso. Eh, no me juzguéis, seguro que no soy la única.
Por cierto, una vez solucionada la crisis sindicalista, Amelia le reprocha a Alonso que no la ayude, pero a Alonso le parece fatal lo que están haciendo, en parte porque está muy metido en la obra y también porque Cervantes le cae bastante bien. ¡Ya somos dos, Alonso! Cervantes es muy adorable, sí, sí.
Por su parte, Pacino se reúne con Lope y como será un poco desastroso, pero también un pro de la vida, se ha hecho una chuleta con las obras de Lope y lo que debe decirle. Vamos, que se lo gana en cero coma y sin recurrir a su cuerpo serrano, como a la actriz antes. Eso sí, el problema es que se le va un poco y le menciona La dama boba antes de que la haya escrito, aunque el título le mola a Lope. Pacino hoy está que lo peta que no deja de inspirar a la peña, entre el mangas verdes y esto.
Lope le cuenta a Pacino que su obra está despertando interés en Inglaterra, así que se ha citado con un par de ingleses que quieren ver sus originales. Los ingleses pasan de ir a una taberna (para que luego los yankis pasen por ingleses, ja, un auténtico británico se va a tomar unas pintas, que lo sabemos todos), así que han citado a Lope en un lugar aparte. Lope comparte toda la información con Pacino, que regresa triunfante junto a Gil Pérez que, de paso, se nos pone meta en plan Abed para comentar lo mucho que mola la película El crack, donde sale Miguel Rellán. En serio, esta gente tiene unos puntazos TAN guay y yo soy tan fan de este hombre. Ainss.
Como Gil Pérez le cuenta a Pacino que Cervantes está emperrado en llevar a cabo la obra, a Pacino se le ocurre una idea genialosa para boicotearle la obra. En serio, pobre Cervantes, dejadle al pobre que estrene. De hecho, Cervantes está súper contento con la actuación de Alonso (que se lo está pasando pipa, ahí, on fire en plan Salvador bailando a Salomé), al menos hasta que Gil Pérez se presenta con una oferta de Lope... que no es tal, lo que pasa es que Pacino le ha falsificado la firma. Venga, admiremos la grandeza de Pacino.
Como es de prever, todos se piran con Lope, así que el pobre Cervantes se queda ahí todo hundido, por lo que Alonso le anima a que luche usando su ingenio. Así que Cervantes suelta un súper discurso que se basa en que Lope desprecia al público, pero él no. Total, que se viene tan arriba que logra convencer a los actores, para alegría de Alonso y desesperación de Amelia.
Cervantes petándolo con su discurso y Alonso versionando el "Oh, capitán, mi capitán".
Representación en gif del resto de actores... y, bueno, del orgullo de Alonso al ver que Cervantes lo ha conseguido.
De hecho, Amelia ya estaba calentita porque, claro, ha oído que Pacino ha ido a ver a Lope y no ella y se ha rebotado de lo lindo, pese a que la lógica del argumento de Gil Pérez era innegable. Así que, cuando Alonso inspira a Cervantes para que, a su vez, inspire a los actores ha quedarse, se termina de cabrear y se lo echa en cara. Sin embargo, Alonso considera que su trabajo es salvar El Quijote (de lo que se está encargando Pacino) y que un hombre tan apasionado como Cervantes debería tener la alegría de estrenar su sainete, ya que poco va a cambiar la historia el dichoso estreno. Yo estoy súper de acuerdo con Alonso, que me está pareciendo la monez en este asunto. Bueno, vale, Alonso siempre lo es a su manera, pero, jolín, es que Cervantes es tan achuchable que no entiendo cómo no están todos en plan Alonso.
Están en plena discusión, por cierto, cuando aparece el borracho de la taberna, aunque ya no lo está y reconoce a Alonso y empieza a dar voces sobre que es un brujo y demás porque no envejece. Alonso intenta que pare, pero el hombre acaba muriendo de infarto, así que el resto de los presentes lo acusan de brujería y, de paso, se prohíben las representaciones teatrales.
Esto, que es una ironía mala, mala (manda huevos que precisamente sea Alonso, el que ha estado luchando por el estreno, el que provoque su cancelación), acaba por hundir al pobre Cervantes, que tiene menos éxito que Pierre Nodoyuna e Iznogud juntos y yo me muero de pena con él.
El pobre Cervantes a la desesperación y yo:
Como aún tienen que recuperar El Quijote, Pacino propone emboscar a los ingleses, usando la cita con Lope. Amelia se escandaliza, a lo que Pacino responde tan tranquilo que, normalmente, el cebo es un yonki, pero en este caso le ha tocado a Lope. Y yo soy súper fan tanto del comentario como de la forma en que lo hace. Este hombre es grandeza.
Sin embargo, Amelia, que le ha cogido el gustillo al poder y se debe creer que es la única con criterio, se niega categóricamente, usando para ello su calidad de líder y una pulla no muy acertada. Pacino se rebota (con razón) y recuerda que se ha pasado tanto franquismo como transición aceptando órdenes como un borrego y que no quiere seguir haciéndolo, así que deberían votarlo. Amelia vuelve a jugar la carta de "porque yo, la líder, lo valgo", pero Pacino le dice que manda narices que precisamente una mujer, con lo que les costó votar, diga eso. Amelia se ve tan acorralada que accede, aunque se da voto doble (de nuevo, porque ella lo vale, hoy la voy a acabar llamando La L'Oreal), pero no le sirve de nada porque tanto Alonso como Gil Pérez creen que el mejor plan es el de Pacino.
Como no se sale con la suya, Amelia se va ofendida y, de hecho, va a visitar a Lope para impedir que acuda a la cita con los supuestos ingleses. Hija, Amelia, mira que eres exagerada, ni que Pacino quisiera llevar a Lope, no sé, a una batalla. Por cierto, Lope alucina al verla tan joven, ya que está igual que hace quince años, no como él.
"Hola, soy Amelia Folch y se me acaban de pulverizar las bragas a ver a Lope."Hola, soy Andrea y te entiendo, Amelia. Te entiendo un montón.
De hecho, los años transcurridos para Lope se notan en que es más comedido con ella y, aunque lo de dejar de flirtear como que tampoco le sale, acaba ejerciendo de consejero sentimental de Amelia, que le cuenta sus cuitas con Julián. El consejo de Lope básicamente es que se busque a otro, aunque habrá que ver si Amelia le hace caso cuando Julián vuelva de su escapada a Campoamargo.
Con la gracia de La L'Oreal, el plan de Pacino se va a tomar por culo, ya que los yankis no se fían al ver que no llega Lope y están a punto de irse. Por eso, Alonso propone que los detengan, aunque sea a la desesperada, y Pacino cree que al ser traficantes de libros, no correrán mucho. Así que Alonso aulla lo de "VIVE DIOS, AHHHH" y sale disparado, espada en mano, seguido de Pacino, mientras los yankis se dan el piro, seguramente más rápido de lo habitual al ver a Alonso metidísimo en el papel. Lo bueno es que les dan alcance, lo malo es que usan la muñequera de Jack Harkness y desaparecen, dejando a los otros dos súper mega alucinados.
Evidentemente, Pacino se agarra un rebote del quince y tarda cero coma en saber que la culpable es ella. Si es que Pacino es súper listo. Amelia encima se pone súper chula, por lo que Pacino le recuerda que, gracias a su gracia (valga la redundancia), se han quedado sin Quijote. Y, ojo, que la gran solución de la todopoderosa líder es que Cervantes reescriba El Quijote, por lo que Pacino y yo tuvimos la misma reacción, que os dejo en forma de gif:
Por si no tuvieran pocos problemas, Alonso se da cuenta de que El Quijote está desapareciendo como Marty McFly en Regreso al futuro (siempre es bien recordar esta grandiosa película), así que sólo les queda intentar convencer a Cervantes de que lo reescriba. ¿El problema? Que cuando llegan a su casa encuentran una nota de suicidio y el pobre Alonso se queda hundido porque considera que es culpa de ellos por llevar al pobre Cervantes a la desesperación. Admitamos que hoy Amelia se ha lucido con toda la misión, de ser por ella y su emperramiento en ser la única con criterio, adiós tanto al Quijote como al pobre Cervantes.
Por suerte, la patrulla llega a tiempo de salvar a Cervantes, pero, claro, Pacino les dice que volverá a intentarlo, algo que a Alonso le parece normal dado lo que le han hecho. Amelia, entonces, comenta que si supiera lo que va a conseguir, no lo haría. Alonso, entonces, pregunta que por qué no lo iba a saber, así que se lo llevan al presente.
Cuando Cervantes despierta, alucina al ver a la patrulla con ropa actual y Amelia le dice que está en un sueño premonitorio. Entonces le llevan de paseo para explicarle lo sumamente importante que será El Quijote en el futuro y la escena es francamente preciosa. A ver, no hace que te ahogues en tus propias lágrimas como el final de Vincent and the Doctor, pero es muy, muy emotiva, también muy bien escrita y Pere Ponce está maravilloso no, lo siguiente.
Qué bien que al final se lleve una alegría =D
De regreso al Ministerio, Cervantes está que se muere por reescribir El Quijote, pero antes Pacino nos lo droga un poco, ahí, rememorando tiempos pasados. En serio, Hugo Silva es un maestro en esto de narcotizar. Una vez Cervantes cae grogui (pero súper feliz, eso sí), lo devuelven a su casa, donde se pone manos a la obra. Eso sí, gracias a la droga de Pacino, no termina de recordarlo todo y de ahí que comience "en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme..." Lo dicho: Pacino es una puñetera musa.
Por su parte, la patrulla informa a Salvador de todo y Pacino tiene el bonito detalle de apropiarse de la cagada del plan de la emboscada, aunque Salvador tampoco le da mucha importancia, porque es muy fan de él. En la reunión, de paso, Alonso pide un piso en la actualidad, ya que el incidente con el borracho ha dejado claro que es un riesgo que viva en su época. Salvador protesta porque no son el 1, 2, 3 y Pacino le ofrece el sofá-cama de su apartamento, lo que nos convierte a estos dos en compañeros de piso. ¡OMG, esto va a ser la leche! ¡La repera! ¡Ay, qué ganas de verlos la semana que viene!
Por cierto, insistir en lo mucho que mola Pacino, en lo bien que encaja en la serie y en cómo mola su relación con Alonso. Curiosamente, los dos personajes funcionan muy bien juntos y se entienden a las mil maravillas, pese a los distintos que son. La verdad es que no he echado de menos a Julián hoy tampoco y me va a dar pena si, cuando vuelva, se marche Pacino. No sé, ¿y tener una patrulla de cuatro? ¿O dos patrullas fijas?
Bueno, además del caso de la semana, también hemos seguido con la trama a largo plazo de Torres sembrando el caos en el Ministerio. Si la semana pasada vimos que Irene era su topo, en esta las hemos visto trabajar juntas para liberar a Lola de la cárcel de Huesca y que, encima, nadie se percate. Al final, Lola se reúne con Torres, que le da una carpeta de la empresa chunga americana. Siempre está la opción de que Torres quiera que Lola se infiltre, pero yo creo que es una corrupta que está haciendo dinero con los yankis y me da miedito lo que pueda pasar.
¡Lola is back, yey!
Además, hoy Ernesto ha decidido seguir la senda de Salvador y perdonar a Irene, lo que hace que su "traición" duela más. Eso sí, espero que Irene sea una espía doble, por favor que lo sea o va a ser imposible perdonarla de nuevo. Siendo cómo es Salvador, además de la fe ciega que tiene en ella, me parece lo más probable, pero aún así tampoco quiero confiarme. Sí, las series me dan tantos palos que ya pienso mal de ellas, xD.
Y eso ha sido todo por esta semana con este maravilloso episodio, uno de los más emotivos y épicos de paso y que demuestran los grandes que son los personajes episódicos de esta serie. Vamos, que no me importaría que regresaran Gil Pérez, Lope y ahora también Cervantes y, bueno, el de la semana que viene pinta todavía mejor porque, ojo al dato, ¡vamos a tener a Angustias de agente de campo liándola parda! ¡Yey! =D ¡Y a un pedazo de mariscal francés haciendo lo que yo siempre he deseado hacer (AKA magrear a Hugo Silva)! Y encima va a salir mi adorado Cachas, si es que no se puede dar más, ¡que llegue el lunes!