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El misterio del ministerio

Por Esperanza Redondo Morales @esperedondo

El misterio del ministerio

Imagen: RTVE.

Pero vamos a ver, Maru, zoqueta, ¿qué has estado haciendo estas semanas atrás los lunes por las noches para llegar con tanto retraso a esta serie? Eso me decía yo a mí misma.Y me he dado una autocolleja; suavecita, que las violencias nunca son buenas.
Sin rodeos: muy buena.

Me he quedado sorprendida durante todo el primer episodio que he visto. Creo que hasta se me ha escapado un hilillo de baba de mi "bocabierta". Una serie dramática con una trama no poco compleja pero que no cae en malabarismos y que me ha ocasionado el efecto de hacerme fan aunque sea con tanto retraso... Pero más vale tarde que no verla.
Lo curioso de esta serie es que ha recibido tantos elogios como premios pero no parece que haya sido, durante su emisión, líder de audiencia en su franja horaria, por lo que se da la paradoja de ser una serie admirada pero no tan vista como debería. Pero se subsana el efecto con su visionado a través de internet y así uno la puede ver cuando más le apetezca. Por ponerle un pero, aunque la idea es buena y los intérpretes muy buenos, en ocasiones la trama se vuelve un poco espesa y como te distraigas un momento en las idas y venidas, te puedes despistar y no enterarte bien.
De hecho, el sobresaliente que se merece esta serie es por los actores y actrices... Sobre todo, por los actores. El casting masculino ha sido un total acierto. Las señoras, también muy bien aunque un poquito menos que los señores pero, en general, de sobresaliente todos, con mención especial a los tres protagonistas principales aunque como es una trama de equipo, es un grupo más amplio además de ellos tres los que participan como "fijos" en cada episodio.
Julián es Rodolfo Sancho, el hijo del cuasi inmortal en nuestro recuerdo como Curro Jiménez, es decir, Sancho Gracia, cuyo hijo y heredero lleva el mismo camino de convertirse en un imprescindible en toda serie patria. Julián, antes de unirse a "la patrulla", era un enfermero del Samur en Madrid y andaba el hombre triste y deprimido por la reciente muerte de su mujer en un atropello.
Amelia es Aura Garrido, que interpreta a una muchacha tan guapa como inteligente y trabajadora, de familia burguesa acomodada barcelonesa y una de las primeras mujeres en acudir a la Universidad de Barcelona. Yo habría elegido a esta chica para el papel de Isabel de Portugal en la serie Carlos Emperador en vez de Blanca Suárez, pero no se puede estar en todos sitios y supongo que el estar rodando ya la segunda temporada hizo imposible su participación.
Alonso es Nacho Fresneda en un papel que, me van a permitir, borda de manera extraordinaria cuando no es nada fácil ser en el siglo XXI un soldado de los Tercios de Flandes que, condenado a muerte en 1569, es salvado por el Ministerio. El físico del actor es fabuloso para el papel y lo más curioso es que veremos cómo su estética personal y soldadesca del siglo XVI no desentona demasiado como rockero del XXI. Hombre rudo y decidido, el contraste entre su época y la actual le causa no pocos quebraderos de cabeza que va resolviendo con solvencia. Es mi preferido del trío protagonista.
Irene, interpretada por Cayetana Guillén Cuervo... Bueno, no digo que no lo haga bien, pero es la que menos me convence en su papel de funcionaria de altas capacidades del Ministerio. Ernesto es Juan Gea como compañero de funciones de Irene y tiene un componente misterioso que no acabo de pillar pero seguro que me iré enterado. Lola es Natalia Millán, que quizás tampoco la veo tan sobresaliente en su papel de exagente que fingió su muerte para beneficiarse de todos los secretos a los que tiene acceso y beneficiarse de trapicheos de alto standing que le proporcionan saber cómo funciona el Ministerio. La veo un poco forzada en su papel al estilo Mata Hari pero demasiado seria. Un toque de malévola ironia le daría más vida a su personaje.
Angustias es Francesca Piñón, la perfecta secretaria del peculiar Ministerio. Velázquez, el sin par pintor, es Julián Villagrán, y es pintoresco eso de "ver" al creador de Las Meninas ataviado en su traje de época, deambulando por la cafetería del Ministerio mientras no le reclamen los jefes para sus labores artísticas, cosa que le cabrea a ratos porque se ve infrautilizado en realizar retratos robots de sospechosos. Es genial y lo borda, lo mismo que cuando se empeña en ser parte de la patrulla y nunca le dejan salirse de "sus labores".
Y, por supuesto, tenemos a quien el trío protagonista rendirá cuentas y no es otro que un magnifico y serio aunque no exento de fina ironía y sarcasmo, el subsecretario Salvador Martí, interpretado por un siempre genial Jaime Blanch. Jaime Blanch, aquel niño poco estudioso de entre todos los hermanos de La gran familia, este hombre es, en sí, pura historia del cine, teatro y televisión de este país. Y está en plena forma... Otro incombustible en el arduo oficio de actor. Y, que yo sepa, no tiene ningún Goya, lo cual dice muy poco del reconocimiento del talento en la industria del cine en este nuestro país. Aprovecho para reclamar un Goya honorífico para Jaime Blanch y para muchos como él , "monstruos sagrados" relegados por recientes actoretes y actoretas guaperas sin más talento que ser eso, el y la guaperas de turno o el enchufado de algún director. Y no voy a decir nombres, pero... Ahí lo dejo.
La primera temporada ha tenido mucho éxito y se prepara la segunda. Se nota el trabajo y el mimo y, también, los medios más que notables que se han puesto para hacer un producto de calidad y, aunque a veces el buen trabajo y los buenos deseos no llegan a materializarse en éxito ante el público y la crítica, parece ser que en este caso, es un barco que llega a buen puerto. Las tramas son a veces un poco extrañas pero es que hay que tirar de imaginación para justificar esas idas y venidas a través del tiempo, aunque se hacen creíbles porque, lo dicho, está cada episodio muy bien trabajado, documentado e interpretado y, sin duda, la segunda temporada tampoco defraudará a sus fieles seguidores.
Muy recomendable y, aunque no es labor de una serie servir de "libro gordo de Petete" y ser una clase de historia, no viene mal enterarse de determinadas historias de personajes célebres que a todos nos suenan. Como es lógico, las tramas consisten en trasladarse a determinado momento histórico y evitar o provocar hechos para que la historia de época y personaje sea la que deber ser, lo que permite a los guionistas jugar con datos históricos junto con eso que se llama licencias artísticas para darle el tono de emoción y aventura que se busca.
Está muy bien traído eso de ser un ministerio "secreto", perfectamente organizado pero que "no existe", y de ahí que tal vez peque de una iluminación un tanto oscura cuando la acción transcurre en el Ministerio; tal vez no fuese necesario pero bueno, le da ese efecto de "secreto de Estado". Y puesto que es secreto y no existe, nada es oficial, ni siquiera la existencia de ministerios similares con similares funciones en otros países. A fuerza de coincidir en algunas misiones con caras que a los agentes se les hacen conocidas, es fácil deducir esa existencia "no existencia" de otros agentes y esa es otra subtrama de la serie, que resulta de lo más interesante sin restarle protagonismo a la historia principal.
Muy recomendable, y es que están las series de TVE que se salen y con ventaja de la mediocridad que ha imperado durante estos tiempos atrás, y se están haciendo valer como productos de calidad rozando la excelencia; y eso se agradece y mucho. Ser tratado con mimo y respeto como espectador era algo que ya casi dábamos por perdido, pero se ve que si hay ganas y un buen presupuesto, la calidad no es solo cosa de series extranjeras.
Todo es ponerse y que cunda el ejemplo.

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