Habitantes, vecinos y visitantes de Madrid, ¿conocéis al señor Marrón?
¿No?
¿Seguro?
Quizá lo conozcáis por sus otros sobrenombres "Mister Melanoma", el "Hombre Naranja". Él, como los heavies de la Gran Vía, como el que te regala su poesía en la entrada de la Casa del Libro o como el Spiderman gordo de la Plaza Mayor, forma parte de la ciudad.
El señor Marrón, aka Churrasqueitor, aka Tropical Lago, es toda una celebrity.
El hábitat del Señor Marrón es la piscina de Lago. Un extraño lugar lleno de gays en bañador microscópico que quieren ligar, más jubiladas que nadan con cuidado de no mojarse el pelo, más grupos de universitarios que beben sangría. En medio de esa mezcla surrealista él brilla con luz propia. Y no lo digo en plan poético. Es literal. Su cadena de oro brilla casi tanto como su bañador blanco impoluto. Llega a la piscina saludando como si fuera Charlize Theron llegando a la alfombra roja de los Oscar. Si el verano marbellí empieza con el posado de Ana Obregón, el verano madrileño empieza cuando el Señor Marrón pisa un pie en la piscina de Lago.
En cuanto al tono marrón crujiente de su piel es un misterio digno de Cuarto Milenio: ¿Cómo consigue ese insano marrón oscuro perpetuo?, ¿alguien le ha visto pálido alguna vez, quizá en diciembre?, ¿será su misión en la vida acumular todo el sol que pueda, como si fuera una especie de súper héroe?, ¿de serlo su némesis sería Iniesta?
Personajes como el Señor Marrón hacen que ir a la piscina municipal, lo que nos queda a los que no tenemos vacaciones, tenga su punto. Sí, su punto. Porque desengañémonos, las piscinas son a la playa lo que los palitos de mar a la langosta.
Más sobre la dura realidad de las piscinas municipales aquí, en mi último artículo para Glup Glup. Haced click, venga, va, que en el artículo hay también una foto de Quim Gutiérrez descamisado...