Existe la idea de que los años más creativos de un matemático van emparejados con su juventud. Grandes investigadores, como Galois, Abel y Ramsey, que murieron en su veintena dejando detrás resultados impresionantes, alimentan esta leyenda. Incluso el premio más prestigioso de la disciplina parece obedecer a la idea: la medalla Fields solo puede entregarse a matemáticos que aun no hayan cumplido los 40 años el año en el que se concede el premio. Manuel de León dedica este post al mito de la juventud en las matemáticas.
Terence Tao, investigador en la UCLA, fue un niño prodigio
Tonight
We are young
So let’s set the world on fire
We can burn brighter than the sun
We are young, Fun.dot featuring Janelle Monáe
Vivimos en un mundo en el que todo el mundo quiere ser joven, o al menos, aparentarlo. En los últimos tiempos hemos visto intentos desesperados (y desastrosos) de algunos famosos por recuperar sus años dorados, que poco caso han hecho a las palabras de George Bernard Shaw: “la juventud es una enfermedad que se cura con los años”.
En las matemáticas también existe un mito sobre la juventud. Se supone que un matemático hace su trabajo en sus primeros años de carrera, con la mente dedicada totalmente a resolver problemas de envergadura (recuerden la entrada Obsesiones Matemáticas). Esa idea se refleja en el gran reconocimiento de la disciplina, las medallas Fields, concedidas cada cuatro años el día de la inauguración oficial de cada Congreso Internacional de Matemáticos (los ICM en sus siglas inglesas). Solo las pueden recibir matemáticos que no hayan llegado a los cuarenta años antes del 1 de enero del año de celebración de ese congreso.
¿Por qué esta limitación? No se dice nada de esto en los deseos originales del matemático canadiense Fields que instauró el premio, pero sí afirma que su intención era que: “a la vez que fuera un reconocimiento del trabajo ya realizado, también fuese un apoyo para los éxitos futuro de los receptores del premio, así como un estímulo para renovar los esfuerzos del resto” (“while it was in recognition of work already done, it was at the same time intended to be an encouragement for further achievement on the part of the recipients and a stimulus to renewed effort on the part of others.”)
De esta sentencia, viene lo de la juventud. Y poner como límite los cuarenta años trae cierta controversia, en el seno del Comité Ejecutivo de la Unión Matemática Internacional, IMU, hemos tenido animados debates sobre este límite.
En cualquier caso, algunas historias peculiares alimentan el mito de la juventud en las matemáticas. Entre ellas, las tres que recordaremos a continuación: las de Galois, Abel y Ramsey.
Evariste Galois
Evariste Galois, matemático francés, nacido el 25 de octubre de 1811 y fallecido el 31 de mayo de 1832, con apenas 20 años, como consecuencia de un duelo (por motivos políticos o románticos, no está del todo claro). La noche anterior al duelo la dedicó a escribir lo que hoy se llama Teoría de Galois y que da las condiciones para que una ecuación pueda resolverse o no por radicales.
Niels Henrik Abel
Niels Henrik Abel, matemático noruego, nacido el 5 de agosto de 1802 y fallecido el 6 de abril de 1829, a la edad de 26 años. Abel demostró la imposibilidad de resolver las ecuaciones de quinto grado por radicales además de obtener resultados fundamentales en la teoría de funciones elípticas.
Frank Plumpton Ramsey
Frank Plumpton Ramsey, matemático británico, nacido el 22 de febrero de 1903 y fallecido el 19 de enero de 1930, también a la edad de 26 años. Ramsey hizo contribuciones pioneras a la economía y su influencia sigue hasta nuestros días.
En mi particular opinión, el trabajo de un matemático no está relacionado con la brillantez de ideas que da la edad, al contrario, la experiencia nos ayuda a encontrar conexiones que en la juventud todavía todavía no conocemos, con lo que las propuestas de nuevas ideas para la investigación son mucho mas abundantes. El problema es que cuando uno crece, las responsabilidades de otro tipo (gestión, evaluación) aumentan exponencialmente, y los días tienen 24 horas. Aun así, no nos rendiremos, ¡seguiremos incendiando el mundo tratando de brillar más que el sol!
Die young, stay pretty
Die young, stay pretty
Deteriorate in your own time
Tell ‘em you’re dead and wither away
Are you living alone or with your family?
A dried up twig on your family tree?
Are you waiting for the reaper to arrive?
Or just to die by the hand of love?
Love for youth, love for youth
So, die young and stay pretty
Leave only the best behind
Slipping sensibilities
Tragedy in your own dream
Die young, stay pretty, Blondie
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Manuel de León (ICMAT-CSIC, Real Academia de Ciencias, Academia Canaria de Ciencias, ICSU)
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