Grafitti en el casco viejo de Barcelona
Quiero compartir esta entrevista aparecida en Diagonal con la presidenta de una federación de vecinos de Barcelona. Nos recuerda los límites del turismo en las ciudades como Barcelona, saturadas de turistas, y las tensiones sociales que genera un exceso de turistas. A veces nos creemos que una ciudad como Barcelona, tan dinámica y próspera puede absorver cualquier número de turistas, cuando lo cierto es que los más débiles no sólo no se benefician del turismo sino que sufren subidas de precios, mobbing inmobiliario, ruidos y trastornos. Aquí tenéis la entrevista:
Esta dinámica feminista, reelegida como presidenta de una de las federaciones vecinales más veteranas, mantiene una línea crítica e independiente sin renunciar al diálogo con la Administraciones. Basta una ligera mirada para advertir que lleva el barrio en la sangre. Eva Fernández Lamelas, barcelonesa de 51 años, antropóloga y enfermera de profesión, comenzó en 1981 su andadura en el movimiento vecinal. Activista en los ámbitos del feminismo y de la lucha por los derechos de las personas migrantes, lleva cuatro años al frente de la Federación de Vecinos y Vecinas de Barcelona (FAVB), una organización que aglutina a un centenar de entidades.
DIAGONAL : Después de dos años de parálisis, el Ayuntamiento ha hecho público su Plan de Actuación Municipal, una hoja de ruta para los próximos años. ¿Responde el documento a las demandas vecinales ?
EVA FERNÁNDEZ LAMELA : El Ayuntamiento sostiene que ha asumido la mayor parte de nuestras reivindicaciones (presentamos 495), pero en realidad ha dejado fuera algunas de las más importantes. El proyecto no ha tenido en cuenta las repercusiones de la crisis y ante esto tendría que reforzar las cuestiones sociales. Además, sigue apostando por un modelo de ciudad basado en el turismo, en la venta de Barcelona como marca, lo que genera fuertes tensiones en la ciudad. También ha dejado fuera la anulación de la Ordenanza de Civismo o la paralización de las nuevas rondas con sus vías rápidas, así como el pelotazo urbanístico que supondrá la venta de los terrenos del Barça.
D. : ¿Cuáles son vuestras prioridades para esta nueva fase ?
E.F.L. : En el plano externo seguir profundizando en la crítica a los déficits que hay en Barcelona respecto a la participación ciudadana, la denuncia de un modelo de ciudad que genera cada vez más desigualdades y problemas relativos al crecimiento. En el plano interno tenemos un reto importante : el desarrollo de buenas prácticas participativas en el movimiento vecinal, un proceso que impulse la renovación generacional y de género dentro de las asociaciones de vecinos.
D. : ¿Cómo se concreta esto último ?
E.F.L. : Estamos generando, a través de grupos focales, una serie de indicadores de buenas prácticas vecinales. Si queremos ser exigentes con las administraciones hace falta dar ejemplo. Los grandes retos que tienen planteados nuestras ciudades requieren asociaciones muy pegadas y permeables a los territorios, capaces de trabajar en red con otras entidades y movimientos.
D. : ¿Qué relación mantenéis con movimientos como el ecologista, el feminista o los centros okupados ?
E.F.L. : Con el movimiento feminista, del que me siento parte desde que inicié mi militancia en los años ‘80 en la Coordinadora Feminista y en las vocalías de mujeres, es buena. Con los ecologistas mantenemos relaciones de estrecha colaboración que se plasmarán en la celebración del IV Fòrum Veïnal Barcelonés, monográfico sobre medio ambiente, este otoño. Respecto al movimiento okupa, la relación en líneas generales es fluida y, al mismo tiempo, a menudo, ambigua, como corresponde a un movimiento heterogéneo.
D. : ¿Qué trabajo realizáis con la comunidad inmigrante ?
E.F.L. : Promovemos la creación de redes que nacen en los territorios como la red 9 Barris Acull (9bacull. org), que agrupa más de 60 entidades. Con esta red compartimos la filosofía de no sustituir sino promover las acciones que ya llevan a cabo, de forma eficaz, otras entidades. Nuestro trabajo se centra más en la lucha contra el racismo y por la inserción de las personas inmigradas en la vida social y política de la ciudad, a través de campañas como la del voto.
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