Leibniz, Monadología, XVII
Preciso es confesar que la percepción, y lo que de ella depende, es inexplicable por la mecánica, es decir, por las figuras y los movimientos. Fingiendo, o figurándonos una máquina cuya estructura haga pensar, sentir y percibir, se la podrá concebir de gran tamaño, conservando las mismas proporciones, hasta poder entrar en ella como en un molino; y esto hecho, sólo se hallará visitándola, las diversas piezas que se posarán unas sobre otras, pero nada que explique una percepción. Así es, en la sustancia simple, y no en el compuesto o en la máquina siguiendo la figura, donde hay que buscarla tanto, que lo sólo que se puede hallar en las sustancias simples, son las percepciones o sus cambios. En esto sólo pueden consistir todas las acciones internas de las sustancias simples.
Por otro lado, se ve que a Leibniz no se le daban bien los molinos: una historia divertida.