Efectivamente, un morrión representa a la población más famosa del Centro Tecnológico empresarial más avanzado del mundo, Silicon Valley. Sí, a Cupertino. En esa población es donde está asentada Apple, la empresa tecnológica mas valorada del momento. Y Oracle también, y otra muchas. Y sí, La bandera de Cupertino es un morrión sobre fondo azul. Un recuerdo a sus orígenes que no les está impidiendo ser el faro tecnológico del mundo de las últimas décadas y, seguramente, de las próximas.
Un morrión en su bandera y una calle llamada "El Camino Real", en castellano, que une Cupertino, con la Universidad de Standford y Palo Alto (entre otras poblaciones). "Camino Real", recordamos, era como los españoles llamaban a las vías de comunicación que abrían y mantenían abiertas en los territorios que exploraban. Esas que los originarios de la zona solían llamar "Camino de los Españoles" o "Camino Español".
Sea como fuere, el nombre original de la población era 'Arroyo de San José de Cupertino' que se acortó con el tiempo dejándolo en Cupertino. Su fundador fue el explorador español Juan Bautista de Anza, Español de América nacido en la población de Fronteras, en Sonora (que abarcaba por entonces Arizona y México). Con 15 años se alistó en el ejército donde desarrolló su carrera principalmente en los Dragones de Cuera. Una suerte de cuerpo de frontera duros como el pedernal que mantenían a salvo el territorio de ataques indios e incursiones francesas e inglesas.
Anza es recordado en México, en USA y en España, cuenta con varios monumentos ecuestres, de hecho el 16 de octubre es el "Anza Day", en Tubac, Arizona. Allí se recrea la historia del explorador y se representan acciones de los 'Dragones de Cuera'. El prestigioso Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos cuenta con la "Juan Bautista de Anza National Historical Trail" que une Arizona y California. Una impresionante ruta senderista que reconstruye el viaje de exploración de Anza y que queremos recordar aquí.
Juan Bautista abrió una ruta terrestre desde Nuevo México hasta la Alta California que respondía a un plan dirigido desde España por Carlos III para explorar y asentar poblaciones en los territorios del Oeste de Norte América. Eran los finales del siglo XVIII. Así mientras en el Este de Norteamérica se aprobaba la declaración de independencia (1776) en el Oeste un grupo de españoles asentaban la presencia española que se alargaría todavía hasta 1821.
Ese grupo partió en Octubre de 1775 y estaba formado por familias enteras con un total de casi 250 personas (que era un numero muy respetable en aquellos lugares inhóspitos). Mujeres, niños, hombres de distintas profesiones (y sólo 30 de ellos soldados). Todos dirigidos de manera experta por Juan Bautista de Anza, un líder nato que tenía en su haber conocimientos y experiencia adquiridos en sus años en el 'Cuerpo de Dragones de Cuera' para salvar desiertos, ríos, cordilleras y peligros como se pusieran por delante. Un grupo nutrido y pertrechado para empezar de cero muy lejos de sus casas y arriesgando su vida en busca de un futuro mejor para ellos y abriendo, en el camino, las puertas a los indígenas a una nueva civilización.
Al grito de ¡Vayan subiendo! ( el que sería nuestro: - "vamos, vamos que nos vamos") cada vez que había que reemprender el camino, recorrieron en 73 días de marcha, los 1.931 kilómetros que les separaban de su destino del que no había camino señalado, ni mapa, ni referencia, ni guías sobre el sobre papel. Fue la primera ruta terrestre que se estableció para conectar Nueva España, concretamente Nogales (ahora en Arizona) y San Francisco (en la actual California).
Y ya veis, Cupertino, aquella población remota que fundaron y conectaron por tierra esos 250 valientes encabezados por Juan Bautista de Anza, es la misma Cupertino que 200 años después, ha permitido interconectar todo el mundo. Comprender, apreciar, asumir y, en todo caso, poner en valor nuestro pasado es un buen comienzo para labrar un mejor futuro. En Cupertino lo han hecho y no les va nada mal.
El camino español
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