Revista Ciencia
Después de unas cuantas entradas dedicadas a los mamíferos y a las aves, no está mal agacharse un momento, cambiar la escala y abrir los ojos para fijarse en los verdaderos artífices de que el mundo sea como es actualmente. De todos los animales que se han identificado hasta la actualidad, la mitad son insectos y dos de cada cinco seres vivos, incluidas las plantas, pertenecen a este grupo. La biomasa de todos los seres humanos del mundo en el momento actual se ha estimado en 100 millones de Toneladas métricas, una miseria si lo comparamos con los 10.000 millones de toneladas que representarían los insectos.
Pero la importancia de los insectos no sólo radica en su número sino en su importancia ecológica, ya que desempeñan prácticamente todos los roles dentro del ecosistema: unos son depredadores y otros presas, polinizan las plantas pero también son sus plagas, descomponen los residuos orgánicos y viven en todos los hábitats de la Tierra. Podríamos decir sin temor a exagerar en exceso, que el mundo sería perfectamente eficiente en términos biológicos si desaparecieran todos los animales salvo los insectos.
Pero por el contrario, si los insectos desaparecieran repentinamente, la vida sobre nuestro planeta desaparecería en pocas semanas o al menos cambiaría tanto que sería irreconocible. Sólo por citar un caso concreto, las mayoría de las plantas no podrían reproducirse al faltar sus polinizadores, y por tanto no se liberaría oxígeno ni se capturaría gran parte del CO2 que desprende en la respiración el resto de organismos.
Pero en estos tiempos, en los que parece que todo gira alrededor de la economía, convendría recordar el estudio realizado en 2005 por varios investigadores del INRA y del CNRS en Francia. Estos investigadores calcularon que el valor económico mundial de los insectos polinizadores en el año 2005 fue de 153.000 millones de euros, sólo para la agricultura. Si los insectos se pusieran en huelga de patas caídas tan sólo durante una semana, la crisis económica que se desencadenaría sería de dimensiones astronómicas.
Me gustaría ver en ese caso las declaraciones de este individuo, después de intentar convencer a abejas y mariposas de que es él y no ellas, el amo del mundo.