Este título tiene dos significados: primero es el de una sensacional película de hace un montón de años, y además que el mundo de hoy está como un cencerro, en especial debido a la locura electrónica que provoca actos de inmensa estupidez en las personas a las que ataca.
Fijaros sino en la siguiente noticia de El Periódico del lunes, 28 de abril:
“Una mujer de 32 años de edad, Courtney Ann Sanford, ha perdido la vida en un accidente de tráfico al cruzar el vehículo que conducía la mediana [en USA la mayoría de las medianas de autopistas secundarias son simples bandas de hierba] y chocar de frente contra una camioneta. El suceso ha tenido lugar en High Point, en Carolina del Norte (EEUU). Segundos antes del accidente la joven fallecida estaba actualizando su perfil en Facebook, y afirmaba que la famosa canción ‘Happy’, de Pharrell Williams, “le hacía muy feliz”. Sanford colgó un mensaje en la red social sobre las ocho y media de la mañana, segundos antes de que se produjera el fatídico accidente y la primera llamada a emergencias se producía a las 8.34 de la mañana. La víctima también publicó ‘selfies’ mientras conducía su vehículo por la carretera minutos antes de su accidente”.
Aparte la evidencia de que, en el momento de su muerte, la tal Courtney Ann sufría un fuerte ataque de estupidez electrónica irresponsable, es tanto o más grave que en la noticia no se diga nada del conductor y los pasajeros de la furgoneta con la que su inconsciencia provocó un choque frontal, que circulaban correctamente y por culpa de una descerebrada probablemente también murieron. Como que estas demostraciones de ausencia de la más mínima profesionalidad y capacidad de raciocinio me sacan un poco de quicio, he comprobado la noticia en otros medios, incluso de U.S.A., y solo en la propia FOX, pero no en sus grandes medios de TV sino en una pequeña web de noticias, encontré un corto párrafo que informaba que el conductor de la furgoneta resultó ileso. FOX, que era el origen de la noticia también informaba que el accidente era idéntico a otro que una pareja sufría en un spot sobre seguridad del tráfico que la patrulla de carreteras de Carolina del Norte llevaba un mes emitiendo.
La verdad es que estoy muchísimo más que harto de la absurda locura electrónica. Harto de recibir empujones y tropezarme con personas que me golpean desde todos los rumbos de la estrella de los vientos, porque están fuera de la realidad y habitan en el mundo virtual del maldito aparatito electrónico que tienen pegado a su oreja o delante de sus ojos de besugo y totalmente fuera del mundo real, y que después del roce o incluso encontronazo, la mayoría de las veces no regresan a este mundo sino que continúan en el de los idiotas electrocutados.
Sin llegar a las graves consecuencias de la noticia, hace un par de días fui parte de otra absurda demostración de estupidez electrónica. Subí a un autobús en el Paseo de Gracia, y una de las 6 personas que lo tomamos en esa parada era una chica alta y de buen ver, que había estado todo el rato de espera, probablemente cerca de 5 minutos, hablando por teléfono. Cuando llegó el autobús se detuvo con la puerta justo delante de la chica que fue la primera en subir sin interrumpir su conversación telefónica, y en el espacio no mucho mayor al metro y medio que hay entre la puerta y los marcadores de billetes de golpe se detuvo y se puso a gritar frases como ¡dadle caña!, ¡no me lo creo!, y allí estuvo parada y pegando gritos como una histérica mientras los otros cinco pasajeros nos apretujábamos para caber en el corto espacio que nos dejaba, hasta que una señora que estaba a su lado le pegó un buen empujón. Justo después de que la idiota regresase momentáneamente a este mundo se quejó a la señora que la había empujado, y eso fue la gota que colmó el vaso, los 5 que habíamos estado embotellados por su culpa y algunos de los pasajeros que estaban cerca del incidente le dijimos de todo, alguno y alguna bastante excitado/a, hasta el extremo que la chica bajó en la siguiente parada, eso sí, sin dejar de hablar por teléfono y sin marcar el billete.
Cuando hace más de 10 años empezaba el cultivo del virus de la locura estúpida electrónica ocurrió algo que dejaba ya entrever lo que nos esperaba. En un colegio de Sabadell la maestra pidió a los niños que dibujasen a su mama, y más de la mitad la dibujaron con la mano en el portátil y en la oreja. Seguramente si la maestra repitiese hoy el ejercicio algún niño le contestaría “define mama”. También hace algo más de un año, en casa de mi amigo galés vi un gag corto de SkyTV en el que un niño llega a su casa y sumamente excitado le dice a su madre “¡Mama!, ¡Hoy un niño se ha atrevido a hablarme directamente!”.
Que conste que sobre este problema, que empeora cada día, ni la electrónica ni los técnicos en electrónica tienen la más mínima responsabilidad, que recae totalmente en la suprema estupidez y papanatismo de un porcentaje excesivamente alto de la población. Cada día estoy más convencido de que “Idiocrácia”, la película del 2006, acabará reflejando la realidad y ya no será ciencia ficción.