Revista Cultura y Ocio
Los pasados 28 y 29 de setiembre en la UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero) se llevó a cabo un seminario abierto para debatir la temática “De la Primavera Árabe a las Rebeliones Occidentales”. Con la asistencia de casi una decena de eximios especialistas en la materia y cerca de doscientos asistentes a cada jornada, el encuentro intentó analizar el mundo que se viene, partiendo de los levantamientos ocurridos en medio oriente y su influencia en muchas de las revueltas que se están llevando a cabo en diferentes capitales europeas. En esta nota un desglose de lo más importante que allí se reflexionó.
La Primavera árabe y las revueltas europeas según la mirada francesa
El seminario se abrió con la presencia de Pascal Boniface, uno de los politólogos franceses más consultado por estos días y quien se alza como una de las voces más experimentadas para hablar del mundo islámico, ya que preside el Instituto de Relaciones Internacionales y estratégicas de Paris, desde donde dedica buena parte de su tiempo a teorizar sobre la realidad en ese rincón del planeta que muta minuto a minuto.
El politólogo arrancó el debate preguntándose si la cuestión de la primavera árabe (tal como ya comenzaron a llamarla los sociólogos en analogía a la Primavera del 68 en Europa) debe ser encuadrada bajo la forma política de Revolución o si simplemente debe considerarse un hecho aislado (entendiendo como aislado a la inmolación del estudiante tunecino que no podía mantener a su familia) con efectos dominó o de contagio (como fueron los posteriores casos del levantamiento egipcio, el Líbano y las revueltas en Londres, Madrid e Israel).
Lo cierto es que, según su visión, el fenómeno de la primavera árabe debe ser entendido como un movimiento revolucionario de real envergadura, que si bien comenzó con una revuelta en Túnez logró propagarse a pasos agigantados debido al modelo multimedial y globalizado de las sociedades actuales (con Internet a la cabeza, las telecomunicaciones y el acceso a la información internacional a través de las diferentes cadenas que se emiten en todo el mundo) haciendo que millones de pobladores de diferentes zonas de África que se encontraban sometidas a regímenes obsoletos y dictatoriales tuvieran la iniciativa de juntarse en las plazas públicas y pidieran a gritos un cambio radical del orden instituido (lo que traducido en términos de política no es otra cosa que una revolución).
Según él, si se tomara el periodo de tiempo que va desde los hechos ocurridos en la ciudad tunecina de Sidi Bou Zaid hasta la caída efectiva de Mubarak, y el replanteo que éste último produjo en la mayor parte de los sistemas políticos del mundo árabe, el fenómeno sólo podría ser comparado con el proceso revolucionario llevada a cabo por los países de Europa del Este en 1998, el cual desembocó en la implementación de la Perestroika, la Caída del Muro de Berlín y posterior independencia de los estados que formaban el conglomerado de la URSS (Checoslovaquia, Rumania, Hungría, Polonia, Ucrania, Bulgaria, Alemania Oriental).
Al ser interrogado acerca de cual creería que será la resolución final de los conflictos comenzados en medio oriente, Boniface sonrió y dijo que esa es una pregunta retórica y que nadie que sea “medianamente serio” podría responder de modo certero, sin caer en la mera especulación. Pero luego expresó que es probable que el producto final de la primavera árabe sea la transición hacia una democratización de cada uno de los estados que la requirieron, echando por la borda aquel viejo mito o fantasma impuesto por los Estados Unidos, el cual daba por sentado que Medio Oriente jamás iba a poder formar parte de la “Democratización”, sobre todo por la simbiosis que siempre tuvieron de la religión islámica en la esfera de lo político.
Respecto al tema de las rebeliones producidas en Europa después de los levantamientos en medio oriente, el francés también fue muy cauto a la hora de emitir una opinión y aclaró que en ese caso no puede hablarse de revolución bajo ningún punto de vista, dado que lo que se están dando son sólo muestras de descontento popular , sobre todo si se tiene en cuenta que el marco geopolítico y cultural de Europa es bien diferente al de las naciones del norte de África y, bajo ningún punto de vista, se busca cambiar el orden jurídico establecido, sino que los reclamos obedecen más a cuestiones de injusticia social (desigualdad, xenofobia) o de falta de oportunidades (desempleo, imposibilidad de acceso al crédito).
El otro disertante francés que hizo su ponencia fue Gilles Gauthier (Ex embajador de Francia en Egipto) y comenzó de un modo muy sutil marcando una postura respecto al tema. Según sus dichos, en un encuentro que tuvo hace algunos meses atrás con el presidente Sarkozy, al tocar el tema de la situación egipcia aquel le habría declarado que para él los hechos ocurridos en la Plaza del Tahir no revestían demasiada importancia y que lejos de considerarlos un peligro de revolución los consideraba como "Un encuentro de bohemios en el Café del Flore".
Con un tono entre avergonzado y disculpante, Gauthier cuenta que decidió no contestarle, por que según él no se le puede contestar a alguien que por lo visto no sólo desconoce por completo la historia del pueblo egipcio sino que, además, carece de los conceptos básicos de la política, por que sólo un analfabeto podría catalogar a la revolución de El Tahir como un grupo de bohemios del Café del Flore.
Así es como el ex embajador dejó claro que según su visión de analista político, el levantamiento del 26 de enero de 2011 en la Plaza de El Tahir no fue una revuelta aislada (como sí lo fue la que se dio en Túnez con la inmolación del estudiante) sino que fue la gran primera revolución del norte de África. Es por eso que con esa afirmación - a diferencia de la duda metódica que se permitió Boniface - Gauthier arremete con seguridad y se arriesga a explicar que sea cual sea la forma de gobierno que establezca el pueblo egipcio en un futuro, seguramente será tomada como ejemplo por las demás naciones en conflicto. Y lo que es mejor aún, quizás sea la piedra fundamental para pensar en la implementación de un bloque norteafricano con sistemas políticos de rasgos y caracteres compatibles.
El Movimiento 15-M a través de los ojos del embajador de España en Argentina
Si bien en la Europa actual la única revolución que parece posible es la tecnológica, muchos se han preguntado si con la aparición de algunos fenómenos de choque (como el de los Riots en Inglaterra o los disturbios de los estudiantes griegos en la Plaza Syntagma) o pacíficos (como los del 15-M y algunos de Italia) se podría llegar a hablar de germen revolucionario que pueda hacer tambalear, a futuro, algunos de los sistemas políticos probados hasta el hartazgo y que poco a poco fueron demostrando su falibilidad.
Al igual que Gilles Gauthier, el actual embajador español en Argentina Rafael Estrella arrancó su discurso tomando como base la idea de que “las redes sociales perfectamente pueden generar una revolución y de hecho en Egipto lo lograron”. Para él los hechos de la Plaza del Tahir no podrían haber sucedido sin la utilización de las redes sociales como forma eficaz de convocatoria y asegura que algo parecido fue lo que sucedió con la toma de la Puerta del Sol en Madrid por parte de los jóvenes indignados, aunque claro está con un marco totalmente diferente.
Lo primero que intentó dejar en claro es que cuando se habla de primavera árabe y revueltas europeas es más que obvio que la finalidad de las protestas son bien diferente en cada uno de los casos y que una cosa nada tiene que ver con la otra, aunque a veces, en esencia, se parezcan. Coincide además con Pascal Boniface en que en el caso egipcio estaban dadas todas las condiciones para que se diera una gesta de semejante calibre (un sistema dictatorial vetusto, la extrema pobreza en la que vive la mayor parte de la población y la falta de libertades y garantías civiles), cosa que no sucedió en España.
Según él, el motor de la protesta del 15-M no está relacionado con una intención de gesta revolucionaria para cambiar un sistema por otro, sino que cree que lo que los jóvenes piden en realidad es que el sistema actual, comience a funcionar y cumpla con las obligaciones que le corresponden a un Estado benefactor, de la misma forma que lo vino haciendo hasta ahora. (Quizás por eso no es casual que el dogma de la protesta sea “Democracia REAL ya”, con todo lo que ello implica).
A diferencia de otras revueltas, Estrella cree que el caso español es mucho más complejo y va un poco más allá en la protesta, ya que en ese pedido de revisión de las formas de hacer política quedan al descubierto algunos otros pedidos como por ejemplo: la regulación inmediata al excesivo poder de los bancos, la credibilidad en los medios y su relación con la política, así como el papel de la Iglesia como cómplice en muchas de las injusticias sociales que se generan como consecuencia de la aplicación de malas políticas. Sin dudas lo más interesante que dejó como mensaje final de su discurso fue que la rebelión del 15-M no debe ser tomada como una “pueblada” sin sentido, sino que seguro que será un hecho determinante en la historia de España, tanto que partir de ella, la vida política y las instituciones vuelven a estar monitoreadas por la voluntad popular, algo que cambia rotundamente el modo de vida castizo sobre todo si se tiene en cuenta el poco compromiso político que demostró el pueblo español desde la implementación de la democracia hasta la actualidad.