El Museo del Humor repone muestra de Andrés Cascioli, a cuatro años de su muerte 24/06/2013
Posted by María Bertoni in Visto y Oído (¡más!).trackback
Hasta el 10 de julio hay tiempo para darse una vuelta por el Museo del Humor en la Costanera Sur, y asistir a la muestra “Andrés Cascioli. 40 años de humor político“, que el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires auspicia en el marco del programa Democracia 30 + 30. El tributo al publicista, historietista, ilustrador argentino fallecido en 2009 se concentra en el hito más destacado de su carrera profesional: la edición de Humor. De hecho, la exhibición de algunas tapas de la legendaria revista y la proyección de un corto documental donde brindan testimonio el propio homenajeado, Tomás Sanz, Aquiles Fabregat y Miguel Repiso (Rep) constituyen el eje principal de esta exposición que además exhibe algunas portadas de Satiricón y Chaupinela e ilustraciones publicadas en El Cronista Comercial y la Rolling Stone.
A los ojos de algunos espectadores, la muestra puede resultar precaria o poco representativa del enorme trabajo que Cascioli llevó adelante en 34 años de trayectoria profesional. Sin embargo, el dato de que su esposa Nora Bonis estuvo a cargo de la curaduría en principio inhibe esta reacción crítica… aunque hay quienes habríamos celebrado la asignación de un espacio más grande que la planta baja del MuHu, así como una selección más amplia de material y un esfuerzo mayor de contextualización. En pocas palabras, da la sensación de que el Gobierno de la Ciudad se limitó a reponer -a actualizar apenas- la muestra “30 años de humor político y otras perversiones” que tuvo lugar en el mucho más paquete Palais de Glace en abril de 2006.
Dicho esto, la experiencia de reencontrarse con tapas emblemáticas de Humor Registrado (ése era su nombre completo) y con aquélla de Satiricón que provocó la ira de Isabel Perón y el consecuente decreto presidencial de prohibición invita no sólo a recordar el talento y coraje de Cascioli (y de quienes trabajaron con él) sino a repasar parte de nuestra Historia reciente: desde los últimos años del tercer gobierno peronista hasta el primer período de la administración kirchnerista, pero con la lupa puesta en los años del Proceso y de recuperación democrática en tiempos de Raúl Alfonsín.
La tablita de José Alfredo Martínez de Hoz, las ambiciones partidarias de Emilio Massera, las intervenciones de una Justicia convenientemente ciega, la relación de los militares con estrellas de la farándula (Mirtha Legrand, Susana Giménez, Marta Albertini por ejemplo), los affaires diplomáticos durante la Guerra de Malvinas, la devolución de una República crucificada o lobotomizada según la ocasión, las dificultades de una reconstrucción atravesada por los fantasmas de crímenes impunes constituyen algunos de los temas que inspiraron la elaboración de la mayoría de las portadas exhibidas y que ahora siguen teniendo cierta relación con nuestro presente.
Justo hoy 24 de junio, se cumplen cuatro años de la muerte de Cascioli. En el artículo que publicó al día siguiente del velatorio en La Nación, Carlos Ulanovsky lamentó el espacio secundarísimo que tuvo la inesperada noticia en una agenda mediática copada por los decesos simultáneos de Michael Jackson y de Farrah Fawcett. El periodista que formó parte del staff de Humor escribió:
Entiendo (no sin malestar, pero juro que lo entiendo) la gigantesca difusión de la muerte de un ídolo global, así como también la trascendencia del deceso de alguien que fue una gran estrella de la televisión. Pero lo que me rebela y provoca el presente comentario es que, en su gran mayoría, los medios no hayan puesto de manifiesto adecuadamente la relevancia cultural, artística, política, estética y ética de la obra de Cascioli”.
Esta misma sensación de insuficiencia se cuela en parte del público que visita la planta baja del Museo del Humor. No obstante, y aunque tal vez suene paradójico, Espectadores no puede dejar de recomendar una exposición que, limitaciones al margen, cumple con el propósito de recordar a Cascioli no sólo por su talento artístico sino por su coraje profesional. Sin dudas, ir a verla repara un poco la indiferencia expresada cuatro años atrás.