Volvemos esta semana a Italia para repasar como se encuentra la más emocionante de las grandes ligas europeas. El Nápoles recibía en San Paolo a la Lazio romana, sintiendo la presión de la Juventus, segunda clasificada, y con quien parece que se va a jugar el título hasta el final. De momento, y aunque sería sorpresa que acabara alzándose con el scudetto, la escuadra del sur tiene poso y argumentos futbolísticos suficientes para alcanzar su objetivo, como demostró en este 4-1 con remontada.
A pesar de estar cerca en la tabla clasificatoria, en cuanto a puntos existe un abismo entre ambos contendientes. De los 60 puntos con los que afrontaba el partido el Nápoles y los 59 con los que le sigue la Juventus, hasta los 46 de Lazio, 45 de Inter y 44 de la Roma, distan dos batallas diferenciadas, la que se va a mantener por el título y la que lucharán por los puestos Champions.
Y es que al grupo de los perseguidores de los dos líderes no le ha sentado nada bien el 2018, el Inter logró ayer su primera victoria del año, la Lazio suma tres derrotas seguidas con la cosechada en Nápoles, y tampoco la Roma ha sabido mantener un buen ritmo de resultados.
En los locales, Sarri cuenta con dos bajas de larga duración, la del punta polaco Milik, y la de Ghoulam. El lateral argelino estaba cerca de recuperarse de una lesión de rodilla cuando recayó en esta semana, por lo que recibió el homenaje de todos sus compañeros, que saltaron al campo con su camiseta y le dedicaron los cuatro goles anotados. Más allá de estos contratiempos, formaron con su habitual 4-3-3 y una alineación bastante clásica. El portero fue Reina, quien tuvo poco trabajo más allá del gol. En defensa, el liviano portugués Mario Rui realizó un partido muy completo como lateral izquierdo, participando directamente en el segundo gol. En la derecha cumplió Hysaj, igual que por el centro el casi inédito pero rápido Tonelli. El otro central, Koulibaly, fue tan poderoso y expeditivo como siempre, facilitando con su capacidad de anticipación la presión en campo contrario de su equipo.
En el centro del campo, Jorginho comandó la medular. Se jugó al ritmo que él quiso, varió juego en corto y en largo, aprovechando la compañía de los interiores o buscando a los atacantes a la espalda de la defensa. En mi opinión fue el jugador del partido y un mediocentro con mucho fútbol por delante a sus 26 años, completo y con jerarquía. A su lado formó Allan, presente en todas las batallas y muy importante para dar peso y fuerza al centro del campo, y el clásico capitán Marek Hamsik, algo menos participativo que en otras ocasiones, que dejó su puesto en el descanso a un Zielinski que le superó en rendimiento. Arriba, ante la ausencia de un ariete posicional, la habitual disposición con tres atacantes rápidos y ágiles: Callejón patiendo desde la derecha, Insigne desde la izquierda y Mertens como falso nueve. Además del cambio de Zielinski por Hamsik, entraron en los últimos minutos y con el partido resuelto Rog por Allan y Maggio por Callejón, sin demasiada influencia en el juego.
Simone Inzaghi contaba con el equipo completo para el partido, pudiendo poner en liza un 3-5-2 muy reconocible para quien haya seguido a este equipo en la presente campaña. En la puerta poco más pudo hacer Strakosha. Los tres centrales fueron Radu, De Vrij y Wallace, que según fue avanzando el partido tuvieron cada vez más problemas para seguir el movimiento de los tres atacantes partenópeos. Sobre todo Wallace, que además de anotarse un gol en propia puerta se vio bastante superado por sus rivales.
Los carrileros fueron el capitán e incansable Lulic por la izquierda y el montenegrino Marusic por la derecha, que poco pudo prodigarse en ataque. En la línea de medio campo, el veterano Lucas Leiva y Parolo cumplían roles más posicionales y defensivos, mientras, Sergej Milinkovic - Savic derrochaba su clase y calidad en la mediapunta, con detalles de fútbol sala, impropios de un jugador que supera el 1'90 m. Una pena que este chico, nacido en Lleida hace casi 23 años, haya elegido jugar con Serbia (aunque aun no ha debutado en partido oficial) porque tiene un futuro que dará que hablar.
En ataque, Luis Alberto trataba de lanzar a Immobile, que estuvo voluntarioso e incluso aguantó muy bien algún balón en largo para luchar ante los defensas rivales, pero poco a poco se fueron apagando por la escasez de balones. En cuanto a los cambios, a la hora de partido entraron Jordan Lukaku y Felipe Caicedo por Lulic y Luis Alberto, buscando caminos más directos al ataque por la vía del poderío físico. Unos minutos después, Nani entraba por Leiva, pero todos esos cambios llegaron cuando a la Lazio ya se le había escapado el partido y fueron inanes.
El partido arrancó con un gol antes de que los espectadores se hubieran apenas colocado en sus asientos. Antes del tercer minuto, Immobile colgaba un balón desde la esquina derecha del área que De Vrij apenas desviaba con su pie izquierdo en área pequeña para convertirlo en el 0-1. Lo que debiera ser una bendición, pudo ser la maldición de los romanos, que con la idea de defender ese pequeño tesoro, fueron dejando al Napoli que se hiciera con el control del partido y se fueron encerrando por momentos.
Tras el golpe inicial, los locales, con Jorginho a los mandos, fueron penetrando las líneas defensivas rivales y dando cada vez más trabajo a Strakosha. Con un balón del mediocentro a la espalda de la defensa y un gran control de Callejón, llegaba en el 43, al filo del descanso, el empate. Una inyección de moral para los de Sarri en un momento clave del partido desde el punto de vista psicológico. Un Sarri, por cierto, que tras el gol sufrió un cruce de cables contra el árbitro que le hizo ver la segunda mitad desde la grada, algo que dará por bueno viendo el resultado final. Con algún roce tenso (en los que habitualmente andó por medio Allan), fue un partido limpio y bien llevado por el colegiado Banti.
La segunda mitad, ya empatados, continuó con el dominio de los azules sobre los celestes. El Napoli consiguió romper el partido a los diez minutos de la reanudación. Casi antes de merecerlo, a pesar de estar jugando mejor, un centro desde la derecha fue desviado al fondo de su propio marco por Wallace en el primer palo. Tras unos segunditos de intriga por la consulta del colegiado al VAR, se reanudó el encuentro para que, en la siguiente jugada, un tiro lejano del lateral de los napolitanos Rui pegara en su compañero Zielinski, haciendo imposible el esfuerzo de Strakosha. En tres minutos, un gol en propia puerta y otro de rebote, para ponerse 3-1, culminar la remontada y dejar un partido, cuyo ritmo dominaban, casi cerrado. Con media hora por delante, se les puso el partido de cine a los de la familia de Laurentis.
A pesar de los cambios, ese tiempo restante fue casi un monólogo para el Napoli, que jugó más a placer aun con el viento a favor. Poco trabajo para Pepe Reina y un gol para ese Mertens, ya hace tiempo reconvertido en falso nueve, que es un dolor de cabeza para cualquier defensa rival. Un muy buen pase de Zielinski fue suavemente definido por el punta belga. El último cuarto de hora recordó a los minutos de la basura de los partidos de baloncesto. Un 4-1 ante el tercero, con remontada incluida, que da moral a los partenópeos en su lucha contra la todopoderosa Juventus.
Veremos si aguanta hasta el final este Nápoles, como ese solitario punto de ventaja. Por su parte, la Lazio queda en la parte baja del trío que luchará por dos puestos Champions, a dos puntos de un Inter que se reencontró con la victoria y a un punto de la Roma. En definitiva, una Serie A que tendrá cosas importantes por decidir hasta el final. Incluso el último puesto de Europa League, que ocupa la Sampdoria con 41 puntos, se ve acechado por el Milán, séptimo con 38.
Fue un partido curioso, en el que ambos consiguieron goles en momentos en los que no los merecían, en el que los napolitanos jugaron con la suerte y la garra de los campeones, pero que tuvo un resultado justo y positivo para el desarrollo de la competición.
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