Revista Música

El niño es lo de menos

Publicado el 10 marzo 2011 por Enriquealcina
El niño es lo de menos En el bar de las medias verdades descansan de la caminata las flamantes familias de colores vivos y movimientos automatizados. La tropa ocupa lugar, parejas con la hipoteca a cuestas entran avasallando, aparcan el carro de combate junto a la mesa y piden la comanda a duras penas. Reina la alegría controlada, a vivir que son tres días y uno está lloviendo, confieso que he bebido, ya lo decía el poeta. Toma té el futuro inmediato. Y del coche de capota de tecnología punta, tuneado a conciencia, dotado de todas las comodidas para el nuevo usuario, hasta intermitente por si hay que adelantar trabajo en casa, se asoma la cabecita del susodicho. Lo dicho, lo de menos es el niño. No veas cómo se las gastará el chavalote cuando sea mayor y quiera emular a los reyes de la velocidad o algo. Esta gente ha invertido los dosmilquinién en la escudería de Ángel Nieto. Angelito, mira a la concurrencia vacilón, a sabiendas, por encima del hombre que ahora trae la merienda. Suena un pasodoble revenío. Apaga la música, quillo, que el niño viene con emepetrés y le ha dao por el yellow submarine ... amarillo submarino es !!!
Mientras tanto, el dictador del petróleo continúa bombardeando a su pueblo, mañana se reunirán no sé dónde para estudiar la situación. Cuentan que bajo el fuego envía sus crónicas una periodista valiente, nada que ver con otros "conflictos" teledirigidos en la era de la tiranía de la comunicación. Ni demagogia, ni leches. La radio ilustra la contienda mundial, por aquí ostentamos varios títulos mundiales de fútbol y de paro, por allá muere la gente a mansalva, por aquí olvidamos ya los días de apoyo y rechazo a la invasión de Afganistán y demás, qué sabe naide, y nos entretenemos clavando agujas al adversario, muñecos de trapo, al carajo el discovery, este mundo anda descaminao. El soldado del carro de combate infantil tiene una misión de paz. De momento, en las entrañas de tremendo armatoste, pertrechado hasta las cejas, mimado por las circunstancias, el niño apenas da por saco. Pero se está quedando con tó. Se deja querer, se hace fotos con sus jóvenes abuelos, se está haciendo caca, se ha prendido una luz en el sistema de control de la sillita electrónica y cunde el pánico entre los suscriptores de Ser Padres, Ser Carajotes.

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