Revista Cultura y Ocio
"Primavera de 1902. Varsovia. María Demke está embarazada. Tiene ya tres hijas: Anna, Trizia y Karolka. La menor tiene catorce años. Después de nacer Karolka, el vientre de Maria no quiso volver a redondearse. Hasta hace muy poco, cuando, a los cuarenta y un años, María descubre que una nueva vida se le ha acurrucado dentro."
Lo cierto es que el título ya me pareció llamativo, pero cuando vi que además hablaba de un niño y la guerra, no tuve más remedio que fijarme un poquito más: "una historia real" fue ya lo que terminó por decantar la balanza. Así que hoy traigo a mi estantería virtual, El niño que sabía hablar el idioma de los perros.
Julek es un hijo de la política. Nace en Polonia, en 1929 de unos padres pertenecientes a un movimiento comunista activo. De hecho su nacimiento es consecuencia de una votación dentro del grupo que, pese a permitir a su madre seguir adelante con el embarazo, no le permiten criarlo, con lo que aterriza en su primera casa de acogida. De este modo comienza su vida, marcada por los cambios de casa, la política, los viajes y la guerra.
Siempre he afirmado que es difícil tomar la voz de un niño sin que quede marcada por las reflexiones del adulto que escribe hasta el punto de convertir al protagonista en un personaje de cartón. Quizá ese sea el rasgo más sobresaliente en esta obra; la credibilidad de ese niño y su visión de la vida que le ha tocado. La frescura con la que se expresa, los ideales que van y vienen a su alrededor y van formando sus pensamientos y su manera de enfrentar la vida, llegan con facilidad al corazón del lector. Pasaremos junto a él por distintos hogares, orfanatos, colonias, casas de tíos, apartamentos, zonas rurales... y todo ello lo haremos sin dramatismo alguno, incluso con una sonrisa viendo los sentimientos encontrados que le podían causar a este niño.
Joanna escribe desde la cercanía que otorga hablar de la propia familia y, tal vez por eso, traslada esa cercanía al lector. La mirada de Julek es limpia, inocente incluso, y cargada de esa lógica infantil ante la que uno es incapaz de reprimir una sonrisa. Se aleja mucho de otros libros que, utilizando una historia infantil, cargan sus líneas de un dramatismo incluso forzado para conmovernos y nos deja en cambio una novela ágil y amable pese a lo que nos relata. Porque no conocemos un protagonista de cara sucia y maleta ajada. Julek es un niño relativamente feliz que experimenta y ve la guerra como un peligro excitante, y a sus compañeros de orfanato como a grandes amigos. Sus huidas vienen marcadas por reflexiones sobre si podrá hacerse una foto en la Torre Eiffel y se verá entera con lo grande que es, o esos objetivos basados en la lógica que otorga los pocos años y que, tas conocer la Primera Guerra Mundial en la escuela, le otorga la rápida reflexión de que "si las guerras mundiales suelen durar cuatro años, tendré aproximadamente trece años cuando la próxima termine. Así que tengo que sobrevivir hasta la edad de trece años y después, la cosa debería ir a mejor." De hecho ya el mismo título del libro es un claro indicativo del tono que nos podemos encontrar. Un título que, si bien se me antojó tan atractivo como extraño, tiene su justificación en una anécdota deliciosa que no pienso revelaros. Porque el libro también es eso, o es sobre todo eso: un anecdotario de viajes, países, muecas, aventuras y cambios de nombre.
El niño que sabía hablar el idioma de los perros se ha revelado como una lectura de esas que gusta recomendar. Un lenguaje sencillo y un protagonista inquieto tanto en cuerpo como en espíritu que está deseando participar de todo cuanto le rodea sin reflexionar demasiado sobre las consecuencias de su comportamiento, son los ingredientes de esta novela que nos habla de una realidad que sabíamos, pero de la que nos faltaba conocer su testimonio más fresco. No dejéis de echarle un vistazo.
Y vosotros, ¿con qué título habéis comenzado esta semana?
Gracias