Revista Infancia

El niño "separado" (la ruptura del continuum).

Por Tenemostetas
Por Ileana Medina Hernández
El otro día, en Facebook, Louma de Amor Maternal lanzaba a sus lectores esta pregunta:
"¿Vuestros niños tienen pasión por jugar con zapatos, móviles, computadoras... en fín: todo lo que NO sea juguete, o sólo lo hace el mío?"
niño Yo le respondí que sí, por supuesto, que la mía también, creo que todos los niños tienen pasión por utilizar los mismos objetos que utilizan sus padres.
Esa pregunta y sus respuestas, aparentemente inocentes, no lo son tanto.
Los niños nacen para aprender a hacer lo mismo que VEN HACER. Para imitar. Quieren hacer lo mismo que hacen sus padres, lo mismo que hacen los adultos. Esa es una verdad incontrastable de la crianza, que además garantiza que la crianza y la educación sean mucho más fáciles de lo que todos nos creemos: tus hijos simplemente seguirán tu ejemplo, los niños aprenden lo que viven.
¿Por qué entonces nos parece tan difícil la labor de criar y educar? ¿Por qué a veces los niños nos parecen unos "enemigos indomables"? ¿Por qué tenemos tantos conflictos, y todo se convierten en una guerra de poder, donde hay que dejar claros los "límites", donde hay que dejar claro "quién manda"?
Pronto, muy pronto, nada más nacer, el bebé humano (al menos el occidental/patriarcal) comienza a tropezarse con barreras infranqueables:  Quiere permanecer en los brazos de su madre, y la madre lo deposita cada vez en otro sitio. Quiere dormir en la misma cama que sus padres, y se ve encerrado entre barrotes para dormir.  Quiere tocar las mismas cosas que ve que sus padres tienen todo el día entre las manos: teléfonos, mandos a distancia, bolígrafos, equipos de música, cosméticos, ordenador... y se le prohibe tajantemente tocarlos; quiere hacer lo mismo que hace su madre en la cocina o en el baño, quiere estar en el centro de la vida, y se le deja aislado, separado en un "parque" (en realidad en una jaula, un corral) donde se pretende que se entretenga solo con algunos objetos que sus padres nunca han tocado.
Cuando leí el libro El concepto de continuum, de Jean Liedloff, comprendí muchísimas cosas. La palabra CONTINUUM, que ella apenas menciona en todo el libro, me pareció fundamental para entender no sólo a los niños pequeños, sino a la CULTURA HUMANA EN SU CONJUNTO.
Aunque Liedloff habla de una tribu amazónica, los yecuanas, su análisis es fundamental para comprender nuestra propia cultura y formas de crianza. La forma en que criamos a nuestros niños determina la sociedad que tenemos y tendremos.
El concepto de continuum me parece importantísimo, hasta el punto de que me atrevo a sostener la hipótesis DE QUE LA RUPTURA DEL CONTINUUM puede igualarse a la FALTA BÁSICA MATERNA, como el PILAR FUNDAMENTAL SOBRE EL QUE SE CONSTITUYÓ nuestra "civilización", la civilización patriarcal. (Muchas de las cosas que creemos naturalmente humanas no lo son, son simplemente patriarcales, que no es lo mismo).
Creo que el continuum es fundamental en sus dos dimensiones: el continuum espacial y el continuum temporal.
niño En la dimensión temporal, el bebé humano cuando nace necesita continuar en las condiciones más parecidas a las que estaba en el vientre materno. O sea, colgado del cuerpo de su madre, en posición vertical, y mamando cada vez que lo necesite (la lactancia materna es a demanda, es decir, continua).
Que no se produzca una ruptura tras el parto, que se mantenga un continuum natural con la vida prenatal. Así, hasta que el bebé por sí mismo sea capaz de alejarse del cuerpo de su madre, gateando y más tarde caminando. Somos mamíferos de acarreo, no caminamos al nacer, el lugar del bebé que no es capaz de caminar por sí mismo es junto al cuerpo de su madre.
No se trata de que las madres nos quedemos todo el día contemplando a nuestros bebés sin hacer nada (ni mucho menos que los dejemos en manos extrañas): se trata de que sigamos haciendo nuestras actividades, con el bebé a cuestas.
El movimiento, la energía dinámica del cuerpo materno, la posición vertical, la teta disponible todo el tiempo, no sólo evita los cólicos y beneficia su salud fisica y psíquica, sino que desde bebés les permite recibir el ejemplo de las labores que se hacen en la comunidad: mantienen al bebé lleno, satisfecho, sano y en el centro mismo de la vida.
El continuum, por eso mismo, también es espacial. Los bebés y niños no se encierran en primorosas jaulas creadas para ellos, no se les deja en espacios exclusivos para ellos, sino que se mezclan con los adultos, recibiendo el afecto, la presencia y a la misma vez la educación que da el ejemplo permanente.
Los objetos con los que se relacionan son los mismos objetos con que se relacionan los adultos. Nosotros, los ricos (o lo que es peor, los pobres que queremos parecernos a los ricos), gastamos cientos y miles de euros comprando juguetes con los que luego juegan un dia o dos, y luego les prohibimos que toquen nuestro collar o que jueguen con el papel higiénico. ¿No sería mucho más barato dejarles jugar con nuestro pintalabios, con el papel higiénico, incluso con los mandos de la tele y con los teléfonos móviles, aunque tengamos que comprar otros nuevos, que gastarnos tanto dinero en juguetes que sólo miran un día? Más barato y encima juegan con lo de verdad quieren jugar: con nuestros objetos, con las cosas reales que les preparan para la vida del futuro.
Los límites, son los límites naturales de la vida que hay a su alrededor. No hay que "ponerlos", están implicítamente establecidos, bordeando la vida natural donde el niño nunca está lejos de sus cuidadores. El afecto no hay que demostrarlo de prisa con un "rato de calidad", porque el niño se sabe naturalmente querido y protegido por su familia todo el tiempo.
Cuando un bebé se cría en estas condiciones, al llegar a los dos años y comenzar a adquirir su propia conciencia separada, ya su psique está emocionalmente construida de la mejor manera. No puede dudar del amor de sus progenitores, que lo han tenido siempre consigo, y está dispuesto alegremente a aprender de la única manera que se aprende: con el ejemplo, insertándose poco a poco en las labores cotidianas de la comunidad, sin necesidad de premios ni castigos, sino con naturalidad, haciendo lo que ve hacer, en continuidad con su entorno y sus progenitores.
En cambio, si los separamos, luego tenemos que desandar lo andado. Tenemos que enseñarles lo que primero, en sus primeros meses y años de vida, les hemos hecho "desaprender": a ser cooperativos, a compartir las labores, a socializar, a trabajar en equipo, a ser solidarios.
Cuando la ruptura del continuum se produce, el bebé solo y apartado, no puede saberse amado por sus padres, aunque lo amen con locura. No comprende, además, por qué él está solo mientras sus padres están en otras partes, en otro mundo diferente, al que él no puede acceder. No comprende por qué le dan unas órdenes contrarias a lo que sus propios padres hacen. Intentemos ponernos por un momento en el lugar de ese bebé encerrado en un parque o en una cuna solo, intentemos mirar con sus ojillos: por mucho que los amemos ¿pueden comprender ellos esa conducta como amor?
Su autoestima (nuestra autoestima, la de todos los bebés nacidos en situación de FALTA BÁSICA) comienza a lesionarse así desde el momento mismo del nacimiento, en que es apartado de su madre. Mientras más separación, menos autoestima. Y ahí surge el "individuo patriarcal", ese individuo preparado para ser dominante o dominado, agresivo o sumiso, competitivo, consumista, materialista, egoísta, luchador por la supervivencia.
El "secreto" del "crimen de la madre" del que habla Victoria Sau (madre no hay más que ninguna), de la "falta básica materna" que tan bien explica Casilda Rodrigañez, puede equipararse también a esta ruptura del continuum, tan normal en nuestra cultura que no podemos darnos cuenta de ella.
Esa ruptura, esa carencia primaria, determina para siempre nuestras vidas, nuestra manera de construirnos como seres "obedientes" o como seres en permanente conflicto de poder con nuestros semejantes. Lo cual es la piedra angular de una civilización basada en la explotación del hombre por el hombre, en la propiedad privada, en el egoísmo y en la dominación patriarcal.
Lo que nadie ve, lo que parece "normal", lo que parece "sentido común", ahí es dónde están ocultos precisamente los grandes males de la civilización, hacia ahí es hacia donde hay que mirar si queremos ver algo.
Parece hoy imposible que las mujeres podamos irnos a trabajar con nuestros niños colgados, parece imposible hoy que no dejemos a los niños vivir toda su infancia dentro de un aula cerrada que no tiene nada que ver con la vida real, parece hoy imposible otra forma de educar que no sea el premio y el castigo, parece hoy imposible partir de otra crianza y de otra educación justa, igualitaria, amorosa, respetuosa, en consonancia con nuestras emociones y con nuestro deseo primario de ser amados.
Pero no lo es.

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