Revista Ciencia

El nuevo líder

Por Biologiayantropologia

EL NUEVO LÍDER
Publicado en Levante, 24 de agosto de 2012
Se ha incidido en que el líder moderno no es sólo el que manda, sino el que tiene una visión estratégica, conocimiento. No actúa a impulsos y siempre, sino que mira a lo lejos. El líder es el que consigue que todos ganen. Es conductor de otros líderes, se rodea de aquellos que pueden superar al mismo líder: es formador de formadores, director de directores, líder de líderes. Para esto es necesario que no busque el éxito personal y mucho menos a toda costa.
El líder ha de tener, en primer lugar, capacidades profesionales: no vale la buena voluntad, el buenismo, sino que su prestigio de liderazgo ha de estar asentado en un conocimiento sólido, en un prestigio profesional.  Y a su vez, no se trata de que sea una persona hiperactiva, trabajador infatigable, hombre de acción. El líder ha de tener tiempo de reflexión, tiempo para sí: si no, sólo será un tonto inteligente, quizá útil.
En segundo lugar, ha de ser íntegro. Tiene que decir siempre la verdad, a quien, lógicamente, corresponda conocerla. Lo que más desbanda a los grupos es comprobar que el jefe es un corrupto: que miente, engaña, defrauda, etc., es decir que le falta una coherencia interna entre lo que dice y lo que hace: es el más peligroso, porque la pandilla consigue crear a su vez otras bandas de salteadores... Es como el sarampión: se contagia.
El líder tiene que tener palabra y cumplirla. Si se ha equivocado, está obligado a rectificar, a pedir perdón. Quien no sabe o no quiere hacerlo se inhabilita como líder. Se aprende de los fallos y de comentar precisamente con lo colaboradores esos errores.
El líder ha de ser generoso: ha de dar lo que sabe. No se lo puede guardar para sí, para hacerse insustituible. El líder que se siente imprescindible cuanto antes debe ser prescindido.
El líder es una persona confiable: genera confianza, porque es fiel a los principios. Y a su vez, ha de tener fortaleza, carácter para asumir los contratiempos y saber aguardar los tiempos, encajar las desavenencias, ser fajador como decimos en Valencia.
Muy bien, pero ¿Es viable? ¿Esto vende? ¿Se puede ser así? ¿No será más bien la visión idealista de una persona ciertamente honrada, pero en el fondo incauta y, por lo mismo, inservible para dirigir una institución política, económica, financiera, en donde hay mucho tiburón?
Pues bien, la crisis que padecemos no es económica, sino política, o mejor dicho moral: hay carencia de capital intelectual, relacional, humano, psicológico…, porque el acento se ha puesto en lo técnico (en los objetivos) y no en lo humano (las personas). Se puede ser un perfecto… sinvergüenza.
Pedro LópezGrupo de Estudios de Actualidad

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