Revista Cine

El nuevo paradigma

Por Francescbon @francescbon
EL NUEVO PARADIGMALo que me ha costado encontrar una foto normal de Sasha Grey para ponerla aquí. Quiero decir, no es que yo vaya a ir aquí de recatado ni nada de eso. Lo que pasa es que ciertos temas son delicados per se, y sólo haría falta una determinada foto de un determinado perfil para ser malinterpretado: que es lo que yo no querría. Bien: presentaré a la señorita. Igual que hace años no hacía falta explicarse demasiado sobre quién era Rocco Siffredi, quizás hacerlo sobre Sasha Grey sea algo estúpido. Sasha Grey era, porque ya no lo es, una estrella del porno. Con una edad rozando la legalidad, y con una escandalosa omnipresencia, y con muy pocas manías (no detallaré, quien quiera que googlee su nombre, que se ponga en un rincón discreto, y que compruebe las aptitudes que la auparon a ese estrellato), esta guapa norteamericana se erigió, hace unos años en estrella de ese negocio, en un principio, tan sórdido y éticamente complejo, pero una industria que mueve cientos de millones. Aún ejerciendo, su figura empezó a suscitar un interés por encima del puramente morboso. Se autodenominaba existencialista y demostraba poseer intereses y conocimientos culturales más allá del perfil que estigmatiza a los procedentes de este submundo. Bien, sin que me conste que haya llegado a abominar del mundo que la lanzó a la fama, pero dejando bien claro que eso ya pertenece al pasado (un poco ingenua: con Internet y los discos duros del planeta, cualquier registro con imágenes del pasado puede ser presente a poco que alguien se lo proponga), Sasha Grey ha decidido buscar todas las posibilidades de acceder a ser una estrella de otro firmamento. Dicen, escribe o ha escrito o publicará una novela de corte erótico (pero supongo que con alguna intención literaria, cabe esperarlo si dice que ha leído a Sartre). Forma parte de un colectivo de música industrial llamado aTelecine que cuentan con perfil en MySpace y con sesiones de mix colgadas en la prestigiosa web de FactMag. Ha participado en una película seria de Stephen Sondenbergh, The girlfriend experience, y ha interpretado el papel de sí misma en toda una temporadita (la séptima) de Entourage, jugada que considero absolutamente maestra, pues le permitió hacerse aún más visible, incluso, al margen de someter a prueba su capacidad artística con ropa puesta, hizo que mostrara una cara intermedia entre su realidad y su posible futuro en la industria convencional.Ahora está en España, grabando no sé qué película normal a las ordenes de Nacho Vigalondo, culo inquieto (él, no Sasha) de la escena cultural española, colaborador fijo de Orsai, y, parece, tipo con intenciones transgresoras del cual cabe esperar cosas grandes. Y hoy, cosa que me ha decidido a escribir este atípico post, que puede que me valga algún capón (o no: veamos) me ha parecido que era su cara la que anunciaba una línea de joyería de Tommy Hilfiger. Pero creo que ésto último no: la modelo se parece mucho, pero dudo que una multinacional como Hilfiger arriesgase a que la misma chica que luce sus relojes en la muñeca tenga millones de imágenes despachando con los penes de media docena de tipos hinchados de estrógenos.Lo cual me lleva ya al final de mi planteamiento: ni me parece insano todo lo asociado al porno (gente mayor de edad entreteniendo a gente mayor de edad) ni me parece que es justo que esta chica no pueda intentar otros caminos sin arrastrar aluviones de comentarios malintencionados cuando no ya ligeramente morbosos. Creo que sería un gran indicio de que nuestro mundo ha evolucionado el que pueda hacerlo con toda normalidad, que digamos que su novela o su música o su trabajo actoral es bueno o malo o regular sin tener que andar perpetuamente con la sonrisa cómplice.

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