"Solo una crisis real o percibida produce auténticos cambios. Cuando esa crisis sobreviene, las medidas que se toman dependen de las ideas que flotan en el ambiente". (Milton Friedman)
Estas palabras pronunciadas ya hace bastantes años por el economista y ganador de un Premio Nobel de Economía Milton Friedman, suenan no obstante con rabiosa actualidad. También apuntaba el mismo autor, que una vez sobreviene esa crisis, hay que actuar inmediatamente a nivel político (económico) aprovechando el shock que esta produce en la población (sociedad), que desbordada por la situación queda a merced del poder fáctico, que aprovecha esa coyuntura para "adoptar las medidas que dependen de las ideas que flotan en el ambiente". Aprovechan la debilidad (y la complejidad y mala información) para conseguir mediante una sugestión sutil y orquestada una mayor docilidad de las masas. -Esta idea de actuar con celeridad y sin tiempo a contemplaciones quizá les suene, pues se escuchó con determinación en la pasada campaña electoral, por parte del PP (rápido, no vaya a ser que lo pensemos y nos arrepintamos)-.
Esto es en definitiva y en resumen, lo que pensaba el padre del Neoliberalismo, aquel que fue abanderado tanto por Reagan como por Thatcher, el responsable más directo de la situación económica mundial actual. Aquel que luchó contra las ideas keynesianas, que unió sus preceptos económicos a la consecución de las libertades individuales y que se sintió más cómodo en sus campos de prueba de la Chile de Pinochet y la Argentina de Videla que en "la vieja europa social-demócrata" -de la que podríamos reflexionar que queda-.
Tal vez les suenen estas ideas:
-Recortar gasto público
-Reducir los impuestos
-Reducir el número de empresas estatales o paraestatales
-Desregular la industria
-Introducir una política monetaria moderada y estable para combatir la inflación
Este ideario, estos puntos básicos que a muchos les puede sonar como el único programa visible del ya nuestro Presidente Mariano Rajoy -o en defecto de preceptos rescatados y aplicados por su antecesor y presidente de su partido y del Gobierno J. M. Aznar- no son tal recopilación del programa electoral del PP. Esos principios básicos a nivel económico son el programa ideado por Friedrich von Hayek (mentor de Friedman) con el que Margaret Thatcher ganó las elecciones y asumió el gobierno de Gran Bretaña en el 1979 (un año antes que Reagan en EEUU).
La historia se repite (y parece que no aprendemos). Es cierto que estas medidas no son nuevas en España, Aznar ya las introdujo, y tal vez las consecuencias no sean tan devastadoras como la primera vez... aunque, solo tal vez. Y más visto el contexto actual. Thatcher privatizó el acero, el agua, el gas, el teléfono, las aerolineas, el petróleo, viviendas públicas, desregularizó la banca (en España al rescatarla por la crisis se dijo que se regularizaría, y de eso nada se ha hecho aún... ni se hará)... esto disparó el paró, que en 3 años se duplicó en algunos sectores, hubo huelgas generales (Rajoy “misteriosamente” ya sabe lo que le viene, según dijo esta semana “pillado” por los microfonos), disturbios... (Antes de Thacher un gerente ganaba 10 veces más que un empleado medio. En 2007, un gerente ganaba más de 100 veces más que un empleado medio). En eso consiste el Neoliberalismo, un sistema donde cada vez menos personas ganan más, y la mayoría de las personas se ven temporalmente empobrecidas. Una polarización descompensada de la riqueza.
Esa impopularidad que el sistema Neoliberal conllevó al intentar convivir con la Democracia fue contrarrestado con el terror, el miedo, el shock... la crisis. Las experiencias en el cono sur con las dictaduras de Chile y Argentina habían sido más cómodas (puesto que a la hora de crear shock; el horror, el miedo, el caos... nadie puso problemas, es más la CIA estaba detrás de esos golpistas). Pero pronto Thatcher encontró su baza. Si el miedo y la lucha de Pinochet y Videla era el Marxismo y el Comunismo, Thatcher apeló al nacionalismo, al patriotismo y emprendió la guerra de las Malvinas, una guerra por un puñado de islas al otro lado del mundo. Eso, y a las duras represiones y cargas policiales contra los huelguistas y manifestantes. -Alguien no necesariamente muy avispado podría pensar en otros actos más modernos llevados a cabo por líderes mundiales (del primer mundo)-.
Con la caída del muro de Berlín las tesis de Friedman se instauraron en el viejo continente, incluso la vieja Unión Soviética, de mano de Yeltsin aplicó estos preceptos -no sin su shock- que resultaron devastadores para la economía rusa. En tan solo un año (del 1991 al 1992) la población pasó a consumir un 40% menos, y productos como la leche o el pan eran considerados de lujo. La idea de Gorbachov y su "vía media" entre el capitalismo y el comunismo -más al estilo de las socialdemocracias nórdicas- quedó de esa manera desarticulada.
El Neoliberalismo tiene dos tácticas bien aprendidas. Una es el goteo incesante de “nuevas medidas” que se van incorporando progresivamente y que aparentemente imperceptible, al cabo de un tiempo se hayan instauradas como “normas de juego” que de haber sido propuestas de una sola vez hubieran costado que menos que una auténtica y descomunal revolución. La otra, la segunda, su brillante sistema de “autorregulación” o en defecto de “aceleración” de los procesos, mediantes “las crisis”. Que viene a ser lo mismo que lo anterior pero llevada a cabo de forma más agresiva -sino es por lo civil por lo criminal-.
En este contexto, heredero de la breve cronología anterior (breve historia del Neoliberalismo), en plena crisis, EEUU gastó en 2009 820000 millones de dólares -según un estudio de las Naciones Unidas con 40000 millones de dólares se erradicaría la pobreza del mundo- en acciones militares y armas (solo). Millones de empleados de las más poderosas empresas transnacionales se han quedado sin empleo, en cambio, cada año que pasa, sus ingresos, sus ganancias, son mayores que las del ejercicio anterior. La banca fue rescatada con dinero público (intervención del estado, entonces sí...) y ahora no solo sigue sin ser regularizada, sino que además se siguen enriqueciendo con el interés que verán de recompensa por su "altruista acción" de recomprar deuda soberana - o sea, que se les ha inyectado dinero público para que sigan con sus acciones especulativas, dinero virtual, y que además de eso se van a enriquecer de los mismo Estados que les "han intervenido" puesto que al recomprar deuda soberana (los Estados están obligados a vender) verán además el incentivo de los intereses que cobraran por comprar esa deuda (unos intereses escandalosamente altos).
En los primeros meses de la crisis, los jefes de Estado de los países más ricos fueron capaces de reunir 2’3 billones de euros para “salvar la banca” –tras varias cumbres-. Con una suma 50 veces menor (que no es poco), se podría abastecer de agua potable, alimentación equilibrada, servicios de salud y educación elemental a cada habitante de nuestro planeta (según Naciones Unidas).
La carta de las Naciones Unidas empieza diciendo "Nosotros los pueblos...", más allá de los estados, un cántico al respeto y la convivencia, a la paz, la justicia social, la libertad, la solidaridad… más allá de donde quiera que seamos. Y la Declaración Universal de los Derechos Humanos está concebida "para liberar a la humanidad del miedo". En cambio -como hemos visto- el miedo se ha instalado en el gobierno del mundo. El sistema requiere de estas crisis, del shock para gobernar, el poder amenazante. Si la libertad -la felicidad, según Punset- es la ausencia de miedo, vivimos en una sociedad subyugada e infeliz.
Parafraseando a Federico Mayor Zaragoza "hay que luchar para que los ciudadanos cuenten, no solamente sean contados" (cada vez que hay unas elecciones).