Revista Espiritualidad

El océano cabe en un kesa

Por Ane
  
El océano cabe en un kesa  
Cuando se pronuncia la palabra "océano", surgen una infinidad de imágenes y símbolos. Evoca lo infinitamente grande, la profundidad, pero también la impermanencia: a veces algo apacible, a veces la tempestad.
También evoca el movimiento perpetuo, como una inmensa respiración, a veces suave, otras violenta. Su color como el del kesa.
Cuando el maestro Dôgen habla del kesa dice: "No es ni de algodón ni de lino ni de cáñamo, no se puede atrapar".
Su etimología, kasaya, quiere decir color velado, no se puede definir del todo, es marrón, es negro pero no es solo eso.
Es también comprender la dimensión elevada del kesa.
Como el océano, es azul, es verde, es negro, a veces adquiere un tinte cobrizo, a veces plateado.
Bajo algunos cielos casi tiene el color de la arena. No se puede nombrar del todo, nombrar su color. Es infinito.
Como el kesa, si se pretende nombrar, explicarlo en exceso, hay algo que se nos escapa. Como la práctica, se ha de comprender su elevada dimensión, la dimensión del Buda, la dimensión oceánica. Comprender que al venir aquí para practicar juntos uno no viene para perfeccionarse uno mismo ni para el propio bienestar. Que hay una dimensión salvadora.
Raphaël Doko TrietEgino, en un octubre   

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