Revista Coaching

El olor a soledad

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Hace unas semanas les hablaba de un hedor tenue, casi imperceptible: el olor a cama. Y no precisamente a cama de sexo salvaje, que se podría hasta disculpar por la alegría, sino a ese aroma corporal imperceptible del que salta de la cama al forro polar sin pasar por los boxes de la ducha. Lo intuye a diario en el metro.

Ese tufillo se vería prácticamente como una ofensa en el hipercivilizado Japón donde los olores, como parafilia, son casi una religión.

Pues bien, otra moda, la de los tangas odorantes, ha llegado a España desde el país del sol naciente. Como lo oyen. El negocio de la compraventa de ropa interior usada y sin lavar causa furor. Desconoce si uterino.

Visita un par de páginas y no da crédito. Fotos cuidadas y semierógenas de nalgas pluscuamperfectas, esféricas, dentro de toda suerte de braguitas, tangas, culottes o panties. Sin nada debajo.

El olor a soledad

Foto: secret panties

Las prendas íntimas se venden a partir de 40 euros. El coste del incremento dependerá, no tanto de la calidad de la prenda –que también-sino de los días de uso. Esta práctica se conoce como burusera en el Imperio de los Sentidos, un país complejo, donde el sexo es tan importante como castrantes sus tabús.

El usuario elige la prenda y la compañía se la envía por correo. Jamás sabrá quien fue la usuaria. Por salud mental y por seguridad física de la chica, entiende. Lo que haga cada cual en su intimidad es algo que ella no llega a imaginar esta heavy user del salva-slip.

Ayer se conmemoraba el día Mundial del Beso y leíamos que besar refuerza el sistema inmunitario y ayuda a sobrevivir pero transmite otras enfermedades como el herpes, las caries, el resfriado común. O el amor. La falta de contacto en cambio, provoca otras como la burusera. El auténtico olor a soledad. Con transparencias.


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