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El olvidado Palamós

Publicado el 12 noviembre 2020 por Trescuatrotres @tres4tres

¡El año que viene, Betis- Palamós! O, ¡el año que viene, Sevilla-Palamós! Con este cántico, y haciendo gala de la característica guasa sevillana, las aficiones sevillista o bética deseaban el descenso al eterno rival. Una consigna ampliamente extendida en las gradas a principios de los 90. Y aunque se fue modificando por otros clubes en versiones posteriores, dejaba al equipo catalán como protagonista indirecto del hiriente eslogan. Un protagonismo fugaz que acabaría con la desaparición de los auriazules del panorama profesional.

Pese a que sus seis temporadas en 2ª división constituían un escaso bagaje en la élite, su humildad le hizo ganarse la simpatía de más de un futbolero. Por ello, cuando un amigo me mandó una foto del Estadio Municipal de Palamós, me sobrevino una profunda nostalgia por mis primeros años con uso de razón futbolística. Pero sobre todo, lo que más me sorprendió era ver cómo en su fachada se mostraba con orgullo su condición de decano de Cataluña. ¿Qué fue del mítico Palamós?

El degá de Cataluña

El club palamosino ostenta el honor de ser el más antiguo de toda la comunidad autónoma. Su origen está fechado en enero de 1898, casi dos años antes del FC Barcelona. La raíz se centra en la figura de Gaspar Matas i Danés. Era el hijo de una acomodada familia autóctona, dedicada entre otros negocios al del corcho, muy prolífico en la localidad. A su vuelta de un año de estudios en Inglaterra importó el deporte del que había quedado profundamente atraído en su estadía británica. Así fundó el Palamós Foot-ball Club junto a otros amigos con los que compartían pachangas en la playa de Cala Fosca.

El olvidado Palamós
Cala Fosca está en el origen del club (fuente: tripadvisor.com)

Donde sí se encuentran discrepancias es en el primer partido. Se sabe que el club catalán ganó el envite por 2-1 y que éste tuvo lugar en los descampados de la fábrica Armstrong de Palafrugell. En lo que difieren las versiones es en el rival. Unos dicen que se enfrentaron a los propios obreros ingleses de la factoría, mientras otros manifiestan que los contrincantes llegaron en barco de las islas británicas. Sea como fuere, éste sería el germen del club decano de Cataluña, que siguió disputando sus encuentros en la corchera durante décadas.

Época de plata

La modesta trayectoria histórica del club palamosino es reflejo de su localización. La villa de Palamós nunca llegó a los 20.000 habitantes, de hecho, no llegó a superar los 10.000 hasta la década de los 70. Una localidad más conocida por su famosa gamba roja que por ser la cuna del fútbol catalán. Tampoco ayuda que hasta la temporada 87-88, que disputó la Tercera División, el club auriazul deambulara por categorías regionales. Las mismas que ahora frecuenta. Aunque hace 31 años, los palamosinos vivieran tiempos de gloria.

Hablamos del último curso de los 80 y los primeros de los 90, cuando el club catalán formó parte de la 2ª División. Destacando el primero en la categoría de plata, 89-90, en el que acabó octavo, a escasa distancia del playoff. A partir de ahí, el itinerario de los guardiazules estuvo marcado por el acecho del descenso, el cual iba eludiendo año a año con bastante dificultad. Algo inevitable en la 94-95 pese a contar con el pichichi de la categoría, Puche II, el único que ha ostentado tal galardón para los palamosinos. Una caída que se agravó con los problemas económicos, se debían 75 millones en salarios a los jugadores, y que cercenó el período más exitoso del club catalán.

De esa edad de oro guardiazul podemos mencionar a futbolistas como: el guardameta Raúl Arribas, el incombustible mito espanyolista Álex Fernández, el talentoso Mágico Díaz, el goleador Roberto Martínez o el excentral David Belenguer. Algunos de ellos lograron alzar la Copa Generalitat en 1992 tras ganar a otro histórico venido a menos, el Lleida, en la final. Mientras que en el banquillo, fueron varios los que lo ocuparon en esos años debido a la inestabilidad deportiva del equipo. Sin embargo, un lugar especial ocupa el onubense Waldo Ramos, artífice del ascenso a 2ª y de ese gran primer año en la categoría.

La lucha actual

La trayectoria del club no ha remontado desde los años 90. Los graves problemas financieros que han marcado el devenir de la institución lo han sumido en una empinada cuesta abajo. Ya se cumplen dieciseis años desde que abandonó la 2ª División B. Aunque, a buen seguro, lo que más preocupa a los aficionados del equipo de la Costa Brava es vivir la tercera temporada consecutiva en Liga Catalana, la otrora regional preferente de la zona. Los últimos dos cursos se ha quedado a las puertas del ascenso, acabando 4º y 3º respectivamente.

Para asaltar la 3ª división, el mínimo lugar que merece el club por historia, seguirán confiando el banquillo al palamosino Joan Mármol. El técnico contará con un plantel desconocido que mezcla juventud con veteranía, lo habitual en este tipo de categorías. El capitán Cano en defensa, la dirección en la medular de Guillem Cornellá y el olfato goleador de Dembo serán clave a la hora de abordar el objetivo. Una meta, la del ascenso, que, de momento, tendrá que esperar. De las seis jornadas que tendrían que haberse disputado ya, sólo se jugaron dos antes de un parón motivado por las medidas anticovid.

Es cierto que será complicado volver a ver al Palamós en el fútbol profesional contemporáneo, letal para instituciones raquíticas en lo económico. Como también sucederá con otros referentes de mi infancia: Sestao, Figueres o Écija, entre otros. Sin embargo, siempre quedará en la memoria de los que vivimos ese balompié de inicios de los 90. Sin duda, una época que marcó un punto de inflexión en la trayectoria del deporte rey.

A partir de ahí, llegó un fútbol totalmente diferente. Un fútbol mucho más profesional, mediatizado pero sin hueco para equipos humildes como éste, al que siempre le guardaremos cariño.


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