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El once de Septiembre y la dignidad

Publicado el 11 septiembre 2011 por Rojotransitorio @rojotransitorio

Prefiero morir de pie que vivir siempre arrodillado. (Emiliano Zapata)

El 11 de Septiembre es un día especialmente señalado por perdidas históricas a lo largo de los siglos.

Hace 10 años unos fundamentalistas echaban mas leña en el fuego del odio entre las civilizaciones creyendo que así se ganarían una cierta dignidad que les permitiría la entrada a un paraíso prometido. No comprendieron que el paraíso nunca se puede obtener a costa del sufrimiento de otros. Bien al contrario.

Hace 297 años Catalunya perdía su independencia en la guerra de sucesión española. A día de hoy todavía somos un pueblo diezmado por absurdas y reiteradas luchas internas que busca sin éxito una dignidad cada día más deteriorada desde dentro y desde fuera.

Y hace 38 años, un hombre de honor que personifica la dignidad, Salvador Allende, moría a manos de unos militares fascistas que le debían fidelidad. Una fidelidad refrendada, de hecho otorgada, por el pueblo Chileno.

Aun recuerdo las imágenes del 23 de Febrero de 1981, cuando otros fascistas entraron en el parlamento español para acabar con su democracia. Creo recordar que tan solo tres hombres, Adolfo Suarez, Santiago Carrillo y especialmente Manuel Gutiérrez Mellado, mantuvieron una cierta dignidad y se quedaron en su posición al escuchar los disparos y la orden de los asaltantes “Todo el mundo al suelo”. El resto la perdieron con presteza.

La dignidad es algo que hoy por hoy brilla por su ausencia entre los políticos. Y cada año que pasa se menoscava un poco más. Son malos tiempos para un panorama político donde rebosa el interés personal y la mirada de corto alcance. Tal como dijo Winston Churchill:

El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.

Ya no existen estadistas honorables como Salvador Allende capaces de entregar su vida esperando que sirva de ejemplo. Hombres capaces de mantener la cabeza alta y la voz firme mientras aguardan la llegada de la muerte. A continuación encontrareis la transcripción integra de su último discurso realizado el día 11 de Septiembre de 1973. Últimas palabras que deberían hacer sonrojar a más de uno y que debemos rememorar año tras año para que nunca sean en vano.

Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.
Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron… soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero… que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.
Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.
Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos… porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse
.
Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición, pretende imponerse. Sigan ustedes, sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza, de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.


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