Hasta ahora las razas de perro como el husky siberiano, el galgo afgano o el chow chow eran consideradas antiguas porque se pensaba que derivaban de los primeros perros domesticados. Un estudio internacional, que ha analizado los genomas de perros modernos y lobos, demuestra ahora que en realidad no son ancestrales sino que han estado aisladas geográficamente.
El dingo era considerado una raza antigua. Imagen: Wikipedia.
El perro es el primer animal domesticado pero aún se desconoce cuándo, cómo y por qué empezó ese proceso de domesticación. Aunque hay signos de que pudo empezar hace unos 15.000 años en Europa, Iraq, China y la península de Kamchatka (Rusia), las razas de canes no alcanzaron todos los continentes hasta hace unos 1.400 años, y no fue hasta el siglo XIX que la gran mayoría de las razas actuales empezaron a establecerse en Europa.
Para comprobar el valor de los datos genéticos modernos, un equipo internacional de científicos publica esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) el análisis de 49.024 variaciones individuales de ADN –llamados SNPs– de 19 lobos (Canis lupus) y 1.375 perros (Canis lupus familiaris) de 35 razas.
“Las razas que se consideraban antiguas no comparten un linaje directo con los primeros perros domesticados”, señala a SINC Greger Larson, autor principal del estudio, e investigador en el departamento de Arqueología de la Universidad de Durham (Reino Unido).
Según Carles Vilà, uno de los autores e investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), “es común preguntarse qué razas son las ancestrales, padres de todas las demás y especialmente cercanas al lobo. Este estudio muestra que no se puede hablar de razas ancestrales”.
Razas ancestrales, a debate
Tras comparar los datos genómicos con los restos arqueológicos más antiguos del perro, los investigadores llegaron a la conclusión de que ninguna de las 14 razas consideradas antiguas por su diferenciación genética (akita, alaska malamute, galgo afgano, husky siberiano, chow chow, shar-pei, entre otros) procede de regiones en las que se encontraron los restos antiguos de perro.
“Estas supuestas razas antiguas provienen de zonas donde no había lobos (como Australia y África). Además, los restos de perros encontrados en estas zonas fuera de la distribución del lobo son relativamente recientes (de hace 1.000 y 2.000 años), mientras que en otras zonas se han encontrado restos de perros de hace 15.000 años”, asegura a SINC el investigador español.
“Algunas razas como los basenjis, dingos y perros cantores de Nueva Guinea pueden parecer antiguas porque tienen una señal genética que es diferente de la mayoría de las razas europeas”, indica Larson quien añade que llamarlas antiguas “es inapropiado ya que la única razón por la que parecen antiguas es porque no han sido cruzadas recientemente con razas europeas”.
Estas tres razas se descubrieron en áreas fuera del rango natural de los ancestros salvajes del perro –el lobo gris (Canis lupus) – y las otras razas eran de regiones donde los perros llegaron recientemente.
Según los autores, la característica común de todas las razas antiguas genéticamente distintas es la ausencia de cruce con otras razas, y todo aislamiento geográfico o cultural desde que se empezaron a formar las razas en Europa en el siglo XIX. “La característica común entre ellas es que parecen diferentes porque todas proceden de lugares remotos”, apunta el científico.
“Para la mayoría de las razas modernas este aislamiento solo se consiguió cuando se fundaron las sociedades caninas a mediados del siglo XIX e inicios del XX”, afirma Vilà quien añade que desde entonces, para que un perro se considere miembro de una raza, tanto el padre como la madre deben ser miembros registrados de esa raza.
Comparar ADN de razas modernas y antiguas
Pero para el investigador de la Estación Biológica de Doñana, “todos los perros han experimentado una cantidad tan grande de cruces que ya no somos capaces de encontrar el camino de vuelta hacia sus orígenes y, probablemente, su comportamiento y su aspecto actual resultarían extraños para los antepasados humanos que vivieron hace sólo unos pocos siglos”.
Como las tecnologías para secuenciar el ADN han mejorado, los análisis comparativos genéticos y los genomas de antiguos perros podrían ayudar a revelar la historia de los perros domesticados, porque “los estudios genéticos de las razas modernas no han sido capaces de explicar la historia del origen de la domesticación de los perros”, dice Larson.
“No podemos basarnos únicamente en estudios sobre los perros modernos para explicar el origen de los canes, pero las nuevas técnicas que están ahora disponibles (incluidas las de antiguo ADN), pronto podrían responder a estas cuestiones fundamentales”, concluye el experto.
Para el científico español, “el estudio genético de perros modernos no es suficiente para investigar el origen de las razas”.
Referencia bibliográfica:
Greger Larson et al. “Rethinking dog domestication by integrating genetics, archeology, and biogeography” Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), 21 de mayo de 2012 DOI: 10.1073/pnas.1203005109
Artículo publicado en Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).