Vuelvo a disfrutarlo. Y es una delicia. Estaba acostumbrada a oírlo en la radio (y tengo que decir que su voz me enamora) pero ahora también puedo verlo en televisión. Parece una declaración de amor y quizás lo sea, pero ver los reportajes que hace son siempre un gran hallazgo, una nueva manera de manejar los tiempos, de adentrarse en la otra mirada de Juan Carlos Ortega, como dice Paco Lobatón, el humorista más borgiano en estos momentos. Su visión personal y surrealista de la realidad hace que todos los estereotipos desaparezcan como un castillo de arena. Ver una de sus entrega de “La mitad invisible” en la 2 es volver a reconciliarse con el reportaje inteligente, la entrevista ingeniosa y la mirada diferente de los temas que plantea.
Da igual que visite la Alhambra o que nos muestre lo que significó la película El Verdugo para la época, porque él mira más allá, mira hacia donde la mayoría no hemos llegado ni por asomo.
Como decía antes, no es una declaración de amor (aunque pudiera serlo), aunque sí de admiración hacia un personaje que, semana a semana espero con deleite para ver con qué me va a sorprender. Porque, gracias a él y al planteamiento del programa, siempre descubro la mitad invisible
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