Ayer debatía con un colega bloguero (Isaac, del blog Chavetas) sobre si el ser humano como especie era el culpable de algunos episodios de atrocidad que han llevado a la amenaza de destrucción de lugares como Palmyra, en Siria. Mi opinión era contraria. Culpé al odio, la irracionalidad y escasa solidaridad entre grupos de esta barbarie, pero no al común de los mortales. Si fuera así, no creería en nada. Y a pesar de que cada día me encuentro con episodios de egoísmo, falta de sentido común e irracionalidad, sigo creyendo que podemos hacer algo más en esta vida que destruir, comprarnos cosas sin parar que nos hagan vivir más deprisa o pensar en nuestros propios ombligos. Por eso, quería hoy dedicar un post a mi ciudad y el posible cambio que se podría llegar tras las elecciones del próximo 24 de mayo. No suelo implicarme políticamente desde este blog y no pienso cambiar radicalmente la forma y los contenidos sobre los que escribo, pero hoy siento la necesidad de aportar un poco de reflexión sobre este Madrid que parece estar despertando. El otro Madrid. El que nos hace esperar una ciudad más amigable, dedicada a la gente y sus necesidades, encaminada a hacer que todos nos sintamos en ella más a gusto.
Y en muchos aspectos, como os voy a contar a continuación, esto influye también quién viaja a la ciudad: cómo encuentra la urbe, qué tipo de cosas se le ofrece y la imagen que finalmente se lleva de ella. Porque viajar no es solo ver monumentos y comer en restaurantes, sino intentar vivir y sentir una ciudad como los lugareños; con sus encantos y contradicciones.
Un Madrid justo
Madrid, la ciudad del cielo lleno de oportunidades, es como otras grandes ciudades también lugar de fracasos, sueños rotos y vidas que acaban tristemente truncadas. Para muchas personas, Plaza de España, Sol o la Plaza de Quevedo, sus portales y sus calles, son ahora su casa. Y además tienen que soportar que Esperanza Aguirre les culpe de la mala imagen que provocan en una ciudad que no puede proporcionarles una salida.
No obstante, el otro Madrid ve en estas personas el reflejo de las cosas mal hechas y que cree la solución pasa por evitar que esto suceda y no por limpiar la imagen cuando el mal ya está cometido. Consideran que el Madrid para las personas será también un mejor Madrid para todos; viajeros y lugareños de todo género.
Un Madrid limpio
Recoletos fue hasta 2010 –cuando el Ayuntamiento cambio la red de medición, quitando datos que registraban de una forma más exacta esta zona y Luca de Tena (Delicias)- la zona más contaminada de la capital. Aunque se intente ocultar, es evidente que el centro de la urbe sufre también una mal importante. Y el problema es generalizado. Ya en enero de este año, Madrid había superado el límite de contaminación para todo 2015 y al mismo tiempo, su alcaldesa seguía haciendo declaraciones opuestas, dando la espalda evidentemente a esta situación. Una situación que empaña una ciudad bonita; un cielo precioso. Una boina negra que no solo se ceba con la belleza paisajística, sino con la salud de quienes habitamos en ella… o venimos a conocerla.
Un Madrid de todos
La palabra regeneración ha sido tan usada que prácticamente ha perdido el sentido, pero es vital y por mucho que se empeñen, algunos de los partidos que se presentan es imposible que sean la bandera de esta importante necesidad. Cambio, terapia de choque o renovación, llámenle como quieran, pero está claro que Madrid está pidiendo aires nuevos. Y es imposible que ese cambio no pase porque se gobierne para todos; que sean los propios ciudadanos los que marquen la agenda.
Me gustaría un Madrid que paseases por donde paseases estuviera cuidado; que apoyase el arte callejero; que hiciera una apuesta sin cortapisas por nuestra cultura; que en los bares rebosara alegría y no frustración; un Madrid donde nadie se sintiera perseguido si no ha cometido un delito; un Madrid que ayudase a la gente que está en situación desesperada; un Madrid generoso que tuviera el ejemplo en sus políticos; un Madrid orgulloso de sus médicos, profesores y funcionariado público; un Madrid que poder recorrer en bicicleta, si quiero; respetuoso con quien se tiene al lado… Un Madrid diferente, al fin y al cabo.
Un Madrid auténtico
Como dije líneas arriba, cuando uno visita una ciudad le gusta conocer cómo palpita. Ir a museos, de compras o a tomar algo está muy bien; pero patearla e intentar vivirla como un madrileño también. Echo de menos un alegato más firme de nuestras instituciones de lo que hace a Madrid diferente: una ciudad a la que le gusta vivir la calle, que se abre a la gente de fuera y que en esa mezcla entre lo castizo y lo urbanita, gusta a casi toda persona que la pisa.
Quizás con todo lo dicho anteriormente, se puedan eliminar las cosas negativas que empañan el conjunto. Quizás este domingo sea un buen momento para el cambio.
*Nota: Este artículo no tiene la intención de hacer campaña por ningún partido político, sino de invitar a la reflexión y animar a apoyar un Madrid limpio, justo, auténtico y de todos.