Revista Cultura y Ocio

El país del “como sí”

Publicado el 11 julio 2012 por Fabianscabuzzo @fabianscabuzzo

(Por Carlos A. Kreimer) Gracias a la persistente labor de Horacio Tarcus, que corrigió, unificó y anotó, se ha reunido y editado en un solo tomo –previa revisación de manuscritos que agregan páginas hasta ahora desconocidas- la “Historia del Pueblo argentino (1500-1955)” -Editorial Emecé-, de Milcíades Peña. Esta trascendente obra producida entre los años 1955 y 1957 (o sea cuando el autor –autodidacta que no había completado su bachillerato pero llegó a traducir de los idiomas inglés, francés e italiano- tenía entre 22 y 25 años) estaba editada en varios pequeños tomos que resultaba muy difícil conseguir y, como en el caso de quién escribe estas líneas, se confundían por su tamaño con otras obras de la biblioteca y su consulta exigía un esfuerzo.

El país del “como si”
Milcíades Peña, que se suicidó cuando solo tenía 33 años (en 1965), dejó una obra por demás interesante y polémica , pero seguramente su historia completa del país sea lo mas importante y vigente.Desde luego que es una historia militante –escrita desde la perspectiva marxista- pero ello no le resta mérito y llama la atención por la juventud del escritor.

Es bueno destacar algunos sorprendentes aspectos y aportes de Peña. Consultó y citó reiteradamente al Alberdi Póstumo, de quién en los cincuenta se tenía muy poca información y existían escasísimos ejemplares (recién en el año 2003 por la tenaz gestión de Oscar Terán –quién revisó y anotó la obra- la Universidad de Quilmes editó los 16 tomos del conocido como Alberdi Póstumo, o sea los escritos que se conocieron después de la muerte del tucumano).

Peña también nos informa -¿fue el primero?- que el gobierno de Uriburu decretó que el Estado Nacional se hiciera cargo de las deudas de todos los militares con la sola declaración de los mismos sobre monto y acreedores (el endeudamiento de los uniformados revolucionarios del ’30 era importante y, seguramente, fogoneó las conductas políticas). A historiadores posteriores que trabajaron sobre el específico tema de los militares y la política se les pasó este no desdeñable detalle.

Peña sorprende cuando –en pocas páginas- compara a Sarmiento y Alberdi, a quienes admira, y señala las coincidencias (más allá de sus debates personales) de sus pensamientos y los motivos de sus enfrentamientos. En el prólogo Tarcus precisa: “Peña no deja de considerar la excepcionalidad de los grandes liderazgos e incluso la lucidez de aquellos que –sobre todo Sarmiento y Alberdi- fueron capaces, en circunstancias precisas, de pensar con amarga lucidez un poco más allá de su horizonte social. Pero Peña, que era un lector atento de Hegel, sabía que nadie puede saltar sobre su propio tiempo ni sobre su propia sombra.”

Peña destaca la corrupción de la ponderada generación del ’80 y su estreches de miras más allá de los intereses personales. Peña además destaca perspicazmente que el peronismo de los años l946/1950 no hizo más que llevar a la práctica el Plan de Federico Pinedo de finales de 1940.Y así podríamos llenar páginas con la originalidad de sus investigaciones, lecturas y aportes, con independencia de la polémica que genera su relato interpretativo; pero simplemente hemos intentado con algunos detalles informar al lector desprevenido o no conocedor de obra y autor.

Resta agregar que conocidos académicos han citado la obra, destacando uno de ellos “las notables intuiciones historiográficas” del autor.En un verdadero alarde de síntesis Milcíades Peña en una recordada página nos dice: “La Argentina es el país del ‘como si’. Durante muchos años lució como si fuera un país moderno en continuo avance, pero en realidad iba quedando cada vez más atrasado respecto a naciones industriales; luego, desde 1940 a 1955, pareció ‘como si’ la población se tornara cada vez más prospera, pero en realidad el país se descapitalizaba velozmente día tras día, y mientras se iba quedando sin medios de producción se atiborraba de heladeras, de telas y pizzerías.

Precisamente el gobierno fue en todo y por todo el gobierno del ‘como sí’. Un gobierno conservador que aparecía como si fuera revolucionario; una política de estancamiento que hacía ‘como si’ fuera a industrializar el país; una política de esencial sumisión al capital extranjero que se presentaba como si fuera a industrializar la nación y así hasta el infinito…”

¿Y el ahora llamado “kirchnerismo/cristinismo”? Cambiemos heladeras por “plasmas” y “pizzerías” por “MacDonals” y el cuadro está completo. Pero en estos años se produjeron dos milagros, inimaginados incluso para Peña, que cabe analizarlos. El requerimiento de alimentos del mundo -básicamente de China que, además, mutó su dieta proteínica hacia la animal-, le permitió al país un viento de cola fenomenal y único en su historia. En el año 2000 se producían algo más de 50 millones de toneladas de granos y, gracias a la demanda externa, más un importante avance tecnológico, duplicó en una década la producción llevándola a 100 millones con un significativo incremento en el precio internacional.

Y si fuera poco en ese componente, se dio otro fenómeno llamado soja, grano que aporta la mitad del total antes mencionado, con particularidades novedosas: el país solo consume un diez por ciento exportando el resto y la Argentina, junto con EEUU y Brasil,  es formadora de precios -o sea si por causas metereológicas achicamos la oferta, seguramente aumentan los precios-.

Los precios internacionales pasaron de US$ 160 la tonelada en el año 2000 a US$ 550 en la actualidad. El segundo milagro es que con ese factor excepcional nada sustancial se modificó. El país no logró una inversión transformadora en su industria, en la que poco ha cambiado. La necesaria inversión extranjera fue ahuyentada en momentos en que sobra dinero internacional y ocupamos en Latinoamérica el sexto lugar detrás de Brasil, México, Colombia, Chile y Perú.

Nada o casi nada se hizo en materia de energía y transportes. El trabajador padece para llegar al lugar de trabajo la incomodidad y el peligro; si bien el subsidio es una forma de mejorar la remuneración por una tarifa menor, la modalidad del transporte se traduce en un “salario del miedo”.La producción frutihortícola del NOA del NEA y del Valle de Río Negro se transporta en camión, de donde su precio en los centros de consumo se compone en un muy importante porcentaje de gasoil.

El abandono casi absoluto en la exploración y extracción de petróleo ha llevado a un destacado economista a sintetizar: “el modelo actual es cambiar soja por petróleo”. Estamos con retraso cambiario que perjudica las exportaciones y, si ello fuera poco, con fuerte déficit presupuestario e, insólitamente, nos encaminamos a saldo comercial negativo. El capital concentrado ha aumentado y el crecimiento nacional es determinado por 200 corporaciones, la mayoría extranjeras.

Nada significativo se ha hecho para mejorar las condiciones de vida de la cuantiosa población pobre o indigente. Prima el trabajo informal sobre el formal. Ha aumentado la población de las llamadas “villas” o “asentamientos” en todas sus formas. Nada ha cambiado sustantivamente en la desnutrición infantil. Y así hasta el infinito. Validemos la profecía de Peña: “el relato es un como sí”.

Publicado en Plaza de Mayo


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