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Revista Cine
Cuando yo era joven la iglesia del Palmar de Troya era vista como algo exótico y gracioso, la obra de unos pícaros que se habían hecho de oro en mitad de la campiña sevillana aprovechandose de la devoción que suscitó unas visiones de la Virgen por parte de unos niños de la zona. Hasta había películas que parodiaban todo aquello, como si fuera una cuestión sin mayor importancia. Cuando se acerca a esta magnífica serie documental puede ver la realidad de una secta terrible que, haciendo un uso despiadado de cualquier técnica de manipulación e incluso de la violencia, sojuzgaba a sus miembros en una devoción absoluta al papa Clemente, un personaje que por si solo daría para otra serie. Las imágenes reales que se muestran se mueven entre lo esperpéntico, lo gracioso y lo terrible. Detrás de los muros de esa desmesurada catedral, que sorprende con su presencia a cualquier viajero que se acerque a aquellos desolados parajes, había mucho sufrimiento y un numeroso grupo de personas esclavizados por el miedo a ir al infierno si no obedecían ciegamente a los dictados de sus líderes. Por circunstancias que no vienen al caso, una vez tuve el privilegio de penetrar detrás de esos muros y ver con cierto detalle las instalaciones del interior y, sobre todo, esa inmensa iglesia con esa mezcla de estilos que pretende ser el nuevo Vaticano. Todo muy curioso a la vez que terrible, sobre todo cuando uno comprende que este es un fenómeno que ha traspasado fronteras y ha captado a gente - e inmensas cantidades de dinero - de todo el mundo. Un documental verdaderamente ejemplar que te lleva de la mano, paso a paso, hasta el corazón de las tinieblas.