Revista Arte

El papel de la mujer en el arte

Por Redespress60

Cuando a menudo pensamos en el papel que ha ocupado la figura femenina dentro del mundo del arte éste queda restringido a aspectos muy pasivos: musas, modelos... Lo cierto es que a lo largo de la historia muchas mujeres desarrollaron importantes actividades dentro de las artes plásticas pero desafortunadamente éstas quedaron relegadas en pro de los grandes artistas masculinos. Hoy sabemos que algunas de las obras atribuidas a pintores o escultores varones fueron en realidad hechas por mujeres lo cual demuestra que pese a todo, no hay una gran diferencia entre el arte realizado por unos u otros...

El papel de la mujer en el arte

Mujeres y artistas

Lo cierto y por sorprendente que pueda parecer es que para hablar de la primera manifestación artística realizada por una mujer debemos retroceder hasta la Edad Media, concretamente hasta el siglo X. Allí aparece por primera vez un libro miniado realizado conjuntamente por una monja y un monje; el hecho en sí no debería sorprendernos si pensamos que hasta la reforma benedictina los centros monásticos femeninos tuvieron una gran repercusión y monjas o abadesas fueron figuras de gran poder.

Con la llegada del siglo XIV los artistas comienzan a reivindicar ciertos privilegios para una profesión que ellos consideran liberal -las profesiones liberales eran aquellas asociadas al conocimiento intelectual y no a la realización mecánica o manual-, adquieren mayor protagonismo los comitentes, los mecenas y el sistema gremial siendo indispensable el estudio del desnudo anatómico para llegar a ser un maestro. El acceso a este sistema resulta imposible para las mujeres; si en esta época alguna de ellas logra formarse en las artes plásticas -algunos ejemplo pudieran ser Lavinia Fontana o Artemisia Gentilesch - es por su vinculación con algún taller familiar quizás de su esposo o padre, de otro modo resultaba imposible.

En la época romanticista el papel de la mujer comenzó a tener cierto protagonismo, entre las clases adineradas se hacía indispensable el estudio de las artes plásticas por lo que un buen número de mujeres se dedicó a la docencia. Con todo el papel femenino seguía discriminado ante los varones, ellas apenas pudieron acceder a la formación oficial que ofrecían las Academias y en los escasos casos en los que sí lo hacían tenían vetadas las asignaturas de estudio al natural. En consecuencia una vez más, no pudieron desarrollar aquellos formatos más prestigiosos como la pintura de historia, por ejemplo, y su presencia en los Salones oficiales o grandes premios fue prácticamente inexistente.

Durante el XIX las perspectivas mejoran para el género femenino, algunos artistas más aperturista como el propio Monet o Manet aceptan de buen grado a las féminas entre sus pupilos, así figuras como Berthe Morisot comienzan a adquirir un buen número de reconocimientos.

En pleno siglo XX la modernidad de las vanguardias otorgó a la situación de los/as artistas un equilibrio aparente; con todo el mundo del arte seguía estando regido por hombres -ellos eran los artistas más valorados social y económicamente, los críticos más afamados y los jurados más importantes...- no fue hasta la década de los sesenta cuando los movimientos feministas cobraron realmente fuerza y comenzaron a defender el papel de la mujer en el campo artístico.

El papel de la mujer en el arte

Musas de autor

Los museos están llenos de obras en las que su tema central es el cuerpo de la mujer, mientras que pocas obras artísticas realizadas por mujeres han tenido ese privilegio. A través de esas representaciones podemos conocer el papel que tenía reservado la mujer en cada época. En el tiempo ha perdurado la concepción de Vasari de que las mujeres artistas han sido algo excepcional en la Historia del Arte. Por suerte este modelo vasariano ha quedado desmentido, no sin muchas dificultades. Pero en el presente artículo nos centraremos en las representaciones femeninas en el arte, partiendo quizás de las más antiguas, las Venus prehistóricas.

Bajo la denominación de Venus prehistóricas se denomina al numeroso grupo de pequeñas esculturas femeninas de bulto redondo o relieves y de pequeño tamaño encontradas en distintos yacimientos del Paleolítico Superior, en Europa y Rusia. Son figurillas en las que los rasgos de los rostros son muy esquemáticos, sin embargo los pechos, caderas, el abdomen y vulva están muy destacados. Se cree que aluden a la fertilidad de la mujer. Fechar estas esculturas es complicado, cada manual da unas fechas, daremos las fechas aproximadas en que se encuadra el Paleolítico Superior para que se hagan una idea de su antigüedad, sería entre los años 40-30000 al 12-10000 antes de nuestra era. Se cree que la más antigua es la Venus de Dolní Vestonice de la República Checa. Otra de las más conocidas es la Venus de Willendorf de Viena, o la Venus de Brassempouy de París. Estas esculturas se relacionan con la continuidad de la especie, rasgos que se mantendrán a lo largo de los años en otras representaciones femeninas.

Las más numerosas sin ninguna duda son las que abordan temas religiosos y mitológicos. La figura de la mujer se ha asociado a la moralidad, al vicio, al pecado, a la santidad, a todo lo malo que pueda acontecer. Así Eva es la tentación en todas las representaciones completamente desnuda, o con una hoja que tapa su vulva. Es la que induce al mal, a través del ofrecimiento de la manzana, es la que escucha a la serpiente, por lo tanto convierte a Eva, la primera mujer en un ser sibilino por ende todas las mujeres lo son. También las alegorías son mujeres, como es el caso de la Fe, la Virtud o la Libertad. En la Edad Media hay pocas representaciones de mujeres, se ve así la poca importancia que tenían, excluidas del ámbito público, encerradas en el doméstico.

Es en el Renacimiento cuando empiezan a cambiar esas representaciones de la mujer. Sobre todo en los temas de carácter mitológico, el desnudo de la mujer es bastante más sugerente con cierta carga de erotismo, imagen de la belleza. Que chocaba bastante con la moralidad de la contrarreforma religiosa. Pero para que sea una mujer desnuda y nada más, todavía tendrá que pasar algún tiempo. Hasta la llegada de las Vanguardias, aquí el cuerpo desnudo de la mujer destila sexualidad a veces descarnadamente. Sirve como denuncia, otras es una provocación directa, todo relacionado con los cambios que se van produciendo en la sociedad con respecto al papel de la mujer, y la relación que empieza a desarrollar con su propio cuerpo.

Pero mientras tanto qué pasa en nuestro país, sencillo, todo lo rige la religión, por lo tanto el desnudo no aparece en muchas obras de arte españolas. La figura femenina está muy vinculada al mal. Los desnudos que adquiría la corte, seguían la estela veneciana, como los de Tiziano. En esta línea cobra importancia la obra de Velázquez La Venus del espejo (1647-1651), es una rareza de desnudo femenino. Establece un juego visual entre el erotismo y voyeurismo. Es una alegoría de la belleza pero con algo de narcisismo, pero no deja de ser una diosa. Es Goya el que marca la diferencia con La maja desnuda (1790-1800). Es la primera vez que se representa a una mujer desnuda, sin ninguna connotación mitológica o religiosa. Pinta una mujer de verdad sin ningún tipo de idealización. Goya pinta a las mujeres del pueblo en los Desastres de la guerra, a las madres, las trabajadoras, las desesperadas, las luchadoras, las ancianas. También pinta a las mujeres como brujas, mujeres con poder, a las burguesas, a las campesinas, etcétera.

Como hemos dicho anteriormente es la vanguardia quien se encarga de representar a la mujer de otra forma. No le importa la belleza del cuerpo femenino, sino que lo vincula al sexo. Hemos pasado de la representación femenina de la virgen medieval a la femme fatale. Las señoritas de Avignon (1907) de Picasso nos muestran a un grupo de prostitutas, que le sirven para trabajar el Cubismo. Picasso tiene un gran muestrario de representaciones femeninas, desde las que desafían, a las voluptuosas, las aniñadas, las que amenazan, etcétera. Las representaciones de Dalí participan de sus obsesiones que las plasma muchas veces a través de Gala, convirtiéndola en un ser mitológico, una santa, un objeto de deseo... Como en Leda atómica (1949).

En el resto de Europa la representación de escenas cotidianas o costumbristas con presencia femenina son más habituales que en España. Solo hay que recordar la pintura de Vermeer. Pero nosotros tenemos al gran Velázquez que representa mujeres realizando una actividad concreta, como Vieja Friendo huevos (1622), o Las Hilanderas (1657), dejando de lado el tema mitológico están trabajando.

A lo largo de la historia la representación de la mujer en el arte ha ido cambiando, dependiendo de las creencias y valores de cada época. Estas imágenes también servían para trasmitir a la sociedad el ideal de prototipo de mujer que se quería establecer.

Fuentes: Los Ojos de Hipatía // Arte Guía


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