por Marcelo Dutra
Invito al lector a realizar el siguiente ejercicio: contacte a un número importante de personas en relación de dependencia o no y pregúnteles cual es la misión de su organización o personal?.. Notará que la mayoría no tendrá respuestas… entonces, ¿para qué redactamos misión y visión?. Respuesta: porque las Normas ISO lo requieren, en la Web quedan bonitas y es cool decir “Mi misión personal es…”.
En lo personal, siempre recomiendo a mis clientes que no gasten tiempo en nada que no sea estratégico o no tenga un fin. He visto largas reuniones de directorio para definir Visión y Misión por el simple hecho que el diseñador Web solicitaba que estuvieran definidas para tal fecha, caso contrario, el proyecto Web se demoraría.. Sinceramente de estas reuniones surgieron redacciones maravillosas pero imposibles de implementar… o de creer…
La Visión organizacional y personal nos permite clarificar en nuestra mente cual es el mundo o universo que nos gustaría crear. Como nos gustaría que fuera nuestro entorno a través de las acciones que luego ejecutaremos. Cuando uno piensa en su visión, está imaginando una nueva realidad, un entorno modificado. A veces, hasta parece utópico creer en que nuestra visión es posible de lograr pero a las pruebas me remito: Bill Gates tenía como visión un mundo interconectado… (Recuerdo aún, la presentación de su proyecto unos 30 años atrás). Ahora bien, podríamos decir que su visión nunca se alcanzó porque no todos en este mundo tenemos acceso a internet, no todo estamos conectados con todos, pero bastante se acercó y todavía hay más por hacer.
La Misión organizacional y personal, es el gran objetivo, es la idea rectora. Es el cómo transitaremos el camino para lograr nuestra Visión. Es el camino para convertir estas utopías en realidades. Cuando uno define una misión, quién la lee o escucha debería comprender que es lo que hace cada día esta persona o empresa, a que se dedica, que valor agregado propone en su andar. Google, por ejemplo, define como misión el “organizar la información del mundo y lograr que sea útil y accesible para todo el mundo”. Todos sabemos que es Google, todos (o casi todos), cuando necesitamos información la “googleamos”…
Ahora bien, si es tan importante, ¿por qué no todos tenemos una?. De hecho, yo creo que todos tenemos una misión. La diferencia está en el tiempo de reflexión y práctica que dedicamos para concretarla. A veces está implícita, o sea, no la pensamos demasiado ni la planificamos pero sabemos para qué estamos en este mundo. Un ejemplo podría ser el de esas personas que no saben que quieren lograr y como hacer de su vida una con sentido, pero cuando interrogamos con mayor profundidad nos contestan algo así como “quiero ser una gran persona”, “quiero que las personas digan que tengo altos valores” , “yo no quiero deberle nada a nadie”…. Para algunos, estos son valores, pero para otros, un objetivo de vida…
Se debe sostener la misión a lo largo del tiempo?. NO. El mundo cambia, las personas y las organizaciones también. ¿Por qué no cambiar de ideas y objetivos si entendemos que los anteriores ya no nos representan?.. Reitero, el mundo cambia, las personas y las organizaciones también. Ahora bien, ¿estamos dispuestos a pagar el costo del cambio?… En ciertas ocasiones estos cambios de rumbo son dolorosos. En otras no tanto.
¿Es posible que definamos misión pero que no trabajemos en pos de alcanzar la visión?… Si y es muy común. Resulta ser que tanto las personas como las organizaciones, definen su misión pero luego se encuentran con que el día a día les propone situaciones que los aleja de sus objetivos. Quizás porque la misión no estuvo bien definida o porque simplemente, las situaciones de contexto comprometen a tomar otros caminos. Estos comportamientos diarios, muchas veces nos alejan de nuestra idea rectora. Con el tiempo, la misión y las acciones no son concordantes, no están alineadas. Cuando esto sucede, hay un conflicto entre lo que decimos que queremos y lo que estamos haciendo, entonces, es en este momento donde necesitamos revisar nuevamente nuestras declaraciones y las acciones que estamos practicando. Aquí es donde sentimos que las costumbres y los hábitos se adueñaron del SER personal u organizacional. Si continuamos por esta senda, podemos tener conflictos porque lo que decimos no se condice con lo que estamos haciendo o lo que hacemos no se alinea con nuestras visiones y valores. He trabajado con muchos empresarios y personas que sienten un gran vacío porque las empresas o carreras profesionales que han logrado nada tienen que ver con lo que sienten que son o quieren ser y cuando se los invita a revisar sus bases, ahí se dan cuenta que algo está mal: “lo que quiero no condice con lo que hago”…
Entonces, Visión y Misión, nos orientan, son una brújula que nos permiten revisar periódicamente nuestras acciones y resultados. No me gusta generalizar pero en esta oportunidad lo haré; todos necesitamos una visión, un sueño, un para que. Todos necesitamos un cómo. Permítame invitarlo a preguntarse: ¿Cuál es mi sueño?, ¿Cómo lo voy a lograr? ¿Qué estoy haciendo para alcanzarlo?…
¿Cómo se siente ahora?…
Autor Marcelo Dutra
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