Revista Deportes
He seguido con cierto interés, sin llegar a ver ningun festejo in situ, guiándome por críticas y opiniones de gente que sabe ver de toros, la ganadería del Parralejo. Como detesto practicamente todo lo que venga de Domecq -todo el mundo tiene un lado oscuro-, uno de vez en cuando intenta redimirse y limpiarse el aura, tomando unas tisanas de lo menos malo que haya de este encaste tan virulento e invasor. FuenteYmbro, Jandilla, Victoriano del Rio, Virgen María, Scamandre, el Tajo y la Reina, el Parralejo y que se yo, son algunas de las casas en las que he querido, haciendo un duro ejercicio de fé, encontrarme con mi Toro. Detrás de cada búsqueda, tarde o temprano, ha habido una decepción. Y con el hierro de José Moya, que me consta está echando novillos interesantes, nos llevamos otro desengaño más que sólo sirve para acrecentar las fobias a un encaste entero que, justo es decir, no tiene culpa de que gran parte de sus cabezas hayan caído en manos bien de iluminados o de ricos que quieren jugar a la Casa de la Pradera en su tiempo libre.
Tengo entendido que José Moya es un ex directivo del Betis, empresario que ha hecho fortuna en el mundo del detergente y los productos de limpieza, siendo dueño de una marca bastante conocida y que ha contribuido a la prosperidad de su zona dando decenas de puestos de trabajo e invirtiendo aún en plena crisis. Como ganadero, en 2007, compra vacas y sementales a Borja Domecq y Ricardo Gallardo, puro Jandilla. En los dos últimos años ha lidiado erales y alguna novillada con buen resultado, la verdad. Se puede decir que es uno de los "hierros promesa" para años venideros. En Castellón, que es el sitio que nos ocupa, una encastada novillada en la Magdalena sacó los colores a Juan del Álamo, Duffau y López Simón, tres de las más firmes esperanzas de futuro.
Hace cosa de un mes, mes y pico, en tierras castelloneras, Hotel Mindoro para ser más exactos, la Peña la Revolera organizaba una conferencia con D. José Moya y Matías Tejela como invitados, para aprovechar la ocasión y hacerles entrega de los trofeos como triunfadores del pasado ciclo castellonense. El asunto, al parecer, se fue de madre, tanto en el fondo como en las formas. Lo que iba a ser una entretenida conferencia se convirtió casi en un encastado bis a bis entre aficionados y el par de profesionales.
En el debate, el propietario del Parralejo, en un grave ejercicio de inmodestia, se cargó por el camino tres casas, dos de ellas centenarias, como son las de Miura, Victorino Martín y Tomás Prieto de la Cal. Así, de un plumazo. El señor que hace unos cuantos meses no tenía una charolesa, se pone de pronto a dar clases ganaderas a los dueños de tres sangres legendarias. El motivo: el alejamiento de estas ganaderías del concepto de toro moderno, con la idea de que todo lo que no obedezca al torero no vale, pues en la Fiesta del siglo XXI todo depende de éste. A la suerte de varas le dio importancia cero, que no vale para nada -literal-, e insistió en que el caballo no es el "aparato" donde hay que medir la bravura. Llevamos trescientos años equivocados. Respecto a las interminables discusiones entre defensores del encaste Domecq y partidarios de la riqueza genética no se andó con rodeos: quien paga manda, el público es soberano, y si quieren Domecq, Domecq tendrá que ser. Para los demás, sopa de ajo. Esta es la gran diferencia, a mi parecer, entre el ganadero romántico, casi extinto, de toda la vida, y el ganaduro, cofradía del puño cerrado a la que parece pertenecer este sujeto. A los primeros, les suele importar, en general, el toro como tótem ibérico, no sólo el de su casa, y echan los dientes de leche a lomos de una jaca. La ganadería no la viven: la padecen en silencio. Los otros, que están por aquí por no se sabe cuanto tiempo, suelen centralizarlo todo en un ávaro "lo mío y sólo lo mío", erigiéndose a las primeras de cambio como estrellas de un mundo que hace dos telediarios les era ajeno. Los aficionados tenemos la suerte de que D. José Moya, además de gran empresario, es un ganadero pésimo, pues los productos que están llegando a la plaza no tienen nada que ver, y repito lo de afortunadamente, con la definición de toro que promueve. Estos parralejos están saliendo bravos, no sabemos por cuanto tiempo, merced, sin duda, a la sangre todavía muy concentrada de jandillas y fuenteymbros.
Tejela, y esto nos preocupa menos, porque de donde no hay no se puede sacar, culminó el despropósito de charla con una declaración pública a favor de la abolición de la suerte de varas, de su derecho, y el de otros compañeros a no matar cierto tipo de encastes, haciendo hincapié, a modo de ejemplo, en la mala corrida de Cuadri lidiada en el Pilar, sí la de Castaño y Remendón. ¿Será este hombre aficionado?
En fin, ahora que tenemos nuevo ministro en "cultura y tó lo demás", tomasista y todo, que lo de la ILP está a la vuelta de la esquina, que sigan los pesebreros del régimen dándonos coba con la malicia de los cuatro perroflautas que quieren acabar con los toros. Volvemos a repetirlo una vez más: el enemigo está dentro.
*Extremar la precaución con las ganaderías de moda.