Hace bien poco os hablaba de Kelly LeBrock y de cómo había cambiado (cosa normal por otra parte, la inmortalidad es cosa de Connor McLeod y lo demás tonterías) desde que la vimos en La Mujer de Rojo. Hoy toca hablar de una actriz que fué un mito (o casi) sexual en la década de los ochenta, sobre todo a raiz de su intervención en la película Fuego en el Cuerpo. Y es que Kathleen Turner cosechó bastante fama en esos años y finalmente acabó engullida en lo que yo llamaría “la selección natural de Holywood”. Donde las actrices maduras van desapareciendo poco a poco (con los actores pasa menos) y las que siguen se pueden contar con los dedos de una mano. Incluso, para alucinar, se está diciendo que Angelina Jolie ya es “vieja”. Bueno, va a cumplir dentro de poco 36 años, si la comparamos con Megan Fox -que es lo que han hecho muchos-… en fin.
Con estos posts (o artículos, o como queráis llamarlo) no quiero hacer, o no es mi intención, un acoso y derribo. Es decir, aquí no se trata de emular a esas revistas que vemos en los kioskos donde a los famosos de turno se les pone un zoom para enseñar la celulitis o destacar lo horrendos que estan sin maquillar. Simplemente quiero destacar algo tan obvio como es el “cambio” que a todos nos llega tarde o temprano. Aunque bien es cierto que algunas personas lo llevan de peor manera que otras (a mí por ejemplo me encanta más Susan Sarandon en su madurez que en Atlantic City o en El Ansia -físicamente me refiero-). Y es que muchas veces, no sé si a vosotros os habrá pasado, parece que el mundo del celuloide hace que el tiempo se detenga. Por lo menos durante los minutos que dura la película de turno. Es ver a Turner en Tras el Corazón Verde (la cual volví a ver recientemente) y creer que sigue igual en la actualidad. Como digo, algo totalmente inconsciente por mi parte, pero que me suele ocurrir de vez en cuando.
Katheleen Turner no se podría haber catalogado de mujer explosiva o mujer cañón. No era la Monica Bellucci de aquellos tiempos, para entendernos. Pero había algo en ella que derramaba sensualidad a raudales. Quizás su mirada o quizás la forma que tenía de moverse. Pero algo había para que no pocos espectadores se quedasen emobobados en no pocas películas de los ochenta y parte de los noventa.
Antes he mencionado Fuego en el Cuerpo (1981), su desvirgamiento cinematográfico (contaba con veintisiete años) y que como pasa en algunas ocasiones le consagró como una fémina a tener en cuenta a la hora de subir la temperatura de las salas. Y lo aprovechó en no pocos momentos de su carrera. Sea en películas como Tras el Corazón Verde (donde una simple pierna dejaba embobado a Michael Douglas), en La Pasión de China Blue (con el siempre extremo Ken Russell en la dirección) o en El Honor de los Prizzi (en la cual dejaba hecho unos zorros al bueno de Jack Nicholson).
Kathleen no era una mala actriz, ni mucho menos. Al contrario, en no pocas ocasiones demostró una gran valía en los papeles que desempeñó. Sin embargo, hay un momento en el cual los actores y actrices acaban estrellándose y dejando atrás ese momento tan dulce que tuvieron. Posiblemente, como he comentado antes, por los años que van teniendo a sus espaldas. Es imposible seguir haciendo determinados papeles, como es lógico, y esa renovación a veces no se hace o no te dejan hacerla (el veto de las productoras sigue estando ahí y a saber qué papeles -si llegan- te ofrecen).
De todas formas sigo disfrutando de sus intervenciones en películas como las que he nombrado antes, así como en La Joya del Nilo (1985), Peggy Sue se Casó (1986), Interferencias (1988), El Turista Accidental (1988), La Guerra de los Rose (1989), Detectives con Medias de Seda (1991), o Los Asesinatos de Mamá (1994), probablemente su último papel más destacable.
El próximo mes de Junio Kathleen cumplirá 57 años, viviendo prácticamente los ultimos tres lustros de la pequeña pantalla y de apariciones secundarias en alguna que otra película. Ojalá llegue un momento donde pueda realizar un papel principal y demuestra que el tuvo retuvo.
Trailer de Fuego en el Cuerpo
Trailer de La Pasión de China Blue