Los dos casos que os voy a contar ahora ocurrieron con escasamente una semana de diferencia y curiosamente en dos avenidas contiguas. Y no hablo de calles estrechas o con poca circulación sino dos de las vías principales que se utilizan para cruzar Gijón de un extremo a otro.
En ambos casos, el pasotismo de sendos peatones primero hacia mi propia seguridad y luego hacia la suya no pudieron evitar que me enfadase, y mucho dentro de mi vehículo. Sobre todo porque aunque cometieron una infracción que les podría haber costado la vida, todavía defendieron su acción aunque les llamé la atención por su conducta. Os los explico a continuación.
En la primera de ellas serían alrededor de las 22:15 de un martes. Me encuentro parado en un semáforo a la izquierda en una vía de dos carriles y sentido único. A 50 metros y tras un pequeño giro a la izquierda que hace la calle, un peatón comienza a cruzar de derecha a izquierda tras haberse puesto en verde el semáforo para los vehículos.
Llueve y la visibilidad no es demasiado buena entre el agua en el cristal, el brillo del asfalto y las farolas de las calles, que en muchos casos más que alumbrar parece que deslumbran.
No os creáis que acelera el paso, no. Sigue a su ritmo de forma que me veo obligado a frenar y desviarme ligeramente al carril derecho para no llevármelo puesto. Cuando paso a su lado, me insulta mentando a mi madre.
Freno y le felicito por su actitud. Que encima de que ha hecho una barbaridad que podía haberle costado la vida, todavía da un magnífico ejemplo de educación a mi hijo de dos años y medio que llevo en el asiento de atrás.
Con toda su cara, todavía se atreve a decirme que lo que tenía que haber hecho es frenar porque estaba cruzando. ¿Cómo? ¿Disculpe? ¿Tengo encima que frenar para permitirle realizar su infracción con mayor tranquilidad? ¿Si yo me salto un semáforo en rojo con el coche, también le puedo decir eso? ¿Que como peatón corra para evitar ser atropellado?
El caballero (sí, porque por suerte soy mucho más educado que él), de unos cincuenta y tantos tiene todavía la osadía de preguntarme si nunca me he saltado un semáforo en rojo. Pues no señor mío, nunca en mi más de medio millón de kilómetros largos y 13 años como conductor. Porque hacerlo y más a sabiendas es de locos, y merecedor de que como conductor, me dejen una buena temporada sin coche. Claro que como peatón, poner grilletes creo que ya no está permitido.
El segundo caso fue en esta ocasión con una mujer, pegada a su teléfono móvil. De nuevo a punto de arrancar en un semáforo y cuando el indicador de peatones ya está en rojo, llega corriendo y se tira a la calzada.
Antes de que lo hiciese y viendo que iba a cometer una infracción a la par de peligrosa pues un conductor que circulase por el carril izquierdo (cruzaba de derecha a izquierda) podría no verla al estar mi vehículo como pantalla, procedo a llamar su atención con el claxon.
¿Qué hace ella? ¿Detenerse? No, eso sólo ocurriría en una utopía. Se lanza a la carretera y en cuanto está en ella, ralentiza su paso y ya no va a la carrera, sino que cruza lo más lento posible, como para encima perjudicarme al máximo.
Muchas gracias señoríta (de nuevo mantengo mi educación). Gracias por demostrar que su vida le importa un pimiento y que el resto de usuarios de la vía tenemos encima que perder nuestros derechos para que ella pueda hacer lo que le venga en gana.
Seguimos sin poder usar grilletes, ¿no?