A todos nos gustan las citas. Creo. Nos inspiran, nos motivan. Las colocamos en el principio de nuestros libros, en nuestros diarios… Yo tenía mi carpeta -y la mesa- del instituto llena de citas, poemas, etc., y por supuesto no era algo original. En esa edad estamos casi ansiosos de referencias, de inspiración.
Con suerte, esa sed no se nos va a quitar nunca y seguiremos bebiendo de las palabras como si de agua fresca se tratase.
A mí me sigue gustando leer y memorizar extractos de lo que leo. Repetirlos, saborearlos. Rara vez se me ocurren en el momento preciso: esas sentencias que te refuerzan como alguien intelectual cuando oyes un comentario que te desagrada. Eso de: no es que lo diga yo, ojo, es que ya lo dijo otro mejor que yo. O cuando ves o eres el protagonista de una situación humillante, como esa parte de la película Amelie en donde se dice que los tímidos deberían tener un apuntador que les chivara lo que deberían decir en una situación de bloqueo: pues usted nunca será una alcachofa, porque hasta las alcachofas tienen corazón.
Me gustaría destacar hoy la que protagoniza una de las Summum Meditatio que más me gustan. Al tratarse de un libro en blanco que bien puede usarse como libro de viajes o memorias, me pareció uno de extractos más oportunos. Además procede de la obra de J.R.R. Tolkien, que nos ha inspirado a demasiada gente que amamos navegar por otros mundos alternativos, que no son tan lejanos como parecen porque nos sirven para poder comprender y criticar muchos aspectos de nuestra realidad. Mitología, en definitiva.
‘It’s a dangerous business, Frodo, going out your door. You step onto the road, and if you don’t keep your feet, there’s no knowing where you might be swept off to.
J.R.R. Tolkien
Es peligroso cruzar tu puerta porque, si no cuidas tus pies, no sabes dónde puedes acabar. Como en todo, cada uno/a podemos dar nuestras propias interpretaciones.
La mayoría de nosotros somos hobbits, muy a gusto en nuestra zona de confort, con nuestra pipa, nuestra cerveza y un buen fuego en la chimenea. No necesitamos más. Y eso es bueno porque somos gente sencilla, feliz con los pequeños placeres.
Pero eso no es excluyente para que en algún momento debamos salir de nuestra cueva. A veces no es ni siquiera por curiosidad o por ansia de conocimiento. A veces, es precisamente para defender ese pequeño mundo.
Sí, es peligroso asomar detrás de tu puerta. No sabes lo que te vas a encontrar. Puede que recibas unos cuantos golpes, que te pierdas, y que tengas miedo. Es peligroso porque, cuando vuelvas a tu mundo, ya no serás el mismo.
Y estarás deseando volver a salir.
Espero que este pequeño homenaje en vídeo os guste:
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