El ‘peligro’ de las redes sociales

JR Mora

El amor libre. El placer. El hedonismo. La lujuria. El sexo seguro. El sexo anal. El sexo sin amor. El sexo por el sexo. La masturbación. La igualdad en todos los ámbitos de la vida. La comunicación y la información sin límites. Diferentes tipos de familia. Tuenti. Facebook. Twitter. ¿Qué tienen  en común? A millones de personas les parecen actividades muy divertidas y a la Santa Iglesia una perversión.

Pues ahora resulta que según el cardenal, Antonio Rouco Varela, las redes sociales son un peligro. Vamos, yo estoy casi seguro de que las carga el diablo: “La red se ha convertido en un instrumento poderosísimo de información y de comunicación; pero también de propagación de fórmulas de vida de todo tipo, sin excluir las menos acordes con la dignidad humana”.

La frase es digna de análisis. Por partes. La primera preocupación de este hombre (que se parece misteriosamente a Paco Clavel) se encuentra antes del “pero”. Obviamente no le hace ni puta la gracia de que las redes sociales sean un poderosos instrumento de información y comunicación. Sin el control y la manipulación de estas nunca hubieran sido una empresa tan eficiente y altamente rentable. Miedo les da que cada vez se les escapen más y más de la manos.

Por otro lado me inquieta mucho lo de “propagación de fórmulas de vida de todo tipo”. ¿Habrá seres ‘ameboides‘ con tendencias ‘espongiformes‘ con perfil en Twitter? ¿Estarán los ‘arkanianos‘ detrás del grupo de fans de Belén Esteban en Facebook? ¿Ignacio Escolar y Mi mesa cojea intentan dominar el mundo desde sus blogs porque son invasores de otra galaxia? ¿Leire Pajín estaba poseída el día de la gala de los Goya?.

Y por último. ¿Quién es este señor para medir cuales son la formas menos acordes con la dignidad humana? Imagino que se referirá a personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Niños que trabajan y niños soldados. ‘Sintechos’. Mujeres forzadas a prostituirse. Imagino que eso será a lo que se refiere el señor Varela. Ni por un momento quiero pensar que se dirige a homosexuales, ateos, comunistas o cualquier otra perversión de esas que nos podemos encontrar en una red social. ¿Cierto cardenal?

Pues aún hay gente que piensa que la Iglesia no es una institución anacrónica.