La vuelta al pasado, en el sentido de que un estilo de vida aislado de las urbes, con un pequeño grupo de personas perdido en algún lugar de la naturaleza y en comunión con ella, es infinitamente mejor que el actual estilo de vida que tenemos los urbanitas, es una creencia ampliamente extendida que se probablemente se circunscribe dentro de una creencia de mayor espectro, a saber, que todo lo natural es bueno. Es evidente que no estaría de más una revisión crítica de nuestro estilo de vida para intentar hacerlo más saludable y ecológico, pero una cosa es una revisión crítica y otra muy distinta aceptar de forma acrítica la primera creencia que se nos cruce por el camino.
Irnos a vivir aislados o en pequeñas comunidades puede encerrar mayores peligros de los que evoca las imágenes románticas que nos vienen a la cabeza, cuando pensamos sobre ese estilo de vida. Un estudio pone de manifiesto que el vivir en pequeñas comunidades aisladas puede aumentar las muertes ante una pandemia, en comparación con comunidades más grandes y no aisladas.
El estudio, Geography May Explain Adult Mortality from the 1918-20 Influenza Pandemic, ha aparecido en la revista Epidemics y ha sido realizado por Mamelund, Svenn-Erik de la Universidad de Oslo.
La pandemia de los años 1918-20 fue la pandemia de la gripe española, la cual fue realmente virulenta, de hecho se la considera una de las peores pandemias que ha sufrido la humanidad. El número de muertes se cuenta por decenas de millones, incluso algunas estimaciones alcanzan la centena de millones.
Lo que Mamelund ha encontrado es que el número de muertes durante eta pandemia no se reparte de forma uniforme sino que el mayor número de muertes se dieron en comunidades pequeñas y geográficamente aisladas. Las personas mayores que vivían en ciudades tuvieron una tasa de mortalidad inferiores a las esperadas, en cambio, para el mismo rango de edad en las comunidades aisladas la tasa de mortalidad se disparó sobremanera, uno de los casos más extremos es el de los Inuit’s de Alaska y Labrador, donde se alcanzaron valores de 80-90%.
¿A qué se debe esta alta mortalidad en las comunidades pequeñas y geográficamente aisladas? El propio Mamelund responde a esa pregunta en el Norwegian Institute of Public Health. Según parece la teoría más en boga es que las grandes comunidades tendrían cierto grado de inmunidad frente al virus de la gripe. Grandes grupos humanos sin un aislamiento geográfico estarán sometidos a mayores flujos migratorios ya sean de animales o personas. Así pues, si antes de 1918 algún virus relacionado con el de la gripe española(pero menos virulento) andaba en circulación, pudo ser el causante de que personas de esas comunidades adquirieran cierto grado de inmunidad frente al virus de la gripe española que llegaría años más tarde, haciendo de este modo que la mortalidad durante la pandemia en esas comunidades fuera menor a la esperada.
Ismael Pérez Fernández.