Qué belleza de libro. En serio. Hacía meses que no se me saltaban las lágrimas al llegar al final de una lectura. Es imposible no cogerle un gran cariño página a página a Isaac Blumenfeld, el protagonista principal de esta historia, que marchó a la 1ª Guerra Mundial siendo austrohúngaro y volvió como polaco, que sufrió las penalidades de los campos de concentración nazis y rusos y que jamás perdió el sentido del humor. No es una obra cómica, no, pero está repleta de comentarios divertidos que alivian las tesiones más extremas y que te hacen sonreír con él a la hora de afrontar las innumerables desgracias que asumió en su vida.
Una delicia. Un encanto. Un pedacito de historia contada con mucho cariño y ternura.
Otra de las novelas que me obligan a acabar diciendo: leedla.