Revista Cultura y Ocio
El perfeccionista en la cocinaJulian BarnesISBN:978-84-339-7101-2Formato: Rustica con solapas– 136 Pág.Editorial: Anagrama
A veces pasa que las lecturas surgen de forma espontanea y se cuelan en las listas de pendientes, más aun cuando son cortas y agradables. Leer blogs de forma asidua tiene mucho que ver, y en este caso fue por pura curiosidad a través del blog Leo cuanto puedo, que con su breve reseña y su comentario de la discrepancia de opiniones entre ella y su marido me llevó a cogerlo casi de inmediato.
No es ninguna novedad para vosotros mi gran pasión por la cocina, que va más allá de un simple hobbie. Y también la inmensa pena por no dedicarme a ello y tener tan abandonado el blog de cocina que con tanta ilusión había creado. Por otra parte mucho más evidente para todos, soy una lectora compulsiva que disfruta descubriendo cosas nuevas. Y Julian Barnes puede considerarse un descubrimiento porque a pesar de conocer de nombre varias de las novelas de este autor inglés, nunca había leído nada suyo.
Por supuesto, El perfeccionista en la cocina no es en absoluto una novela, sino una especie de ensayo construido a partir de anécdotas y experiencias reales de Barnes, un hombre que se inicio tarde en la cocina pero con gusto, y que aprendió únicamente a través de los libros. Seguramente ahí estuvo el primer fallo, aunque sino este libro no existiría. Pero vayamos por partes…
Comienza contándonos un poco su infancia y adolescencia. Se debe tener muy en cuenta que nació en el 46 y por tanto pertenece a una generación altamente machista donde estaba mal visto que el hombre cocinara. Así que llego a la edad adulta sin tener la mas mínima idea de cómo se fríe un huevo. Por no saber, ni sándwiches sabia preparar… Lo que está visto es que le cogió el gusto y a día de hoy nos cuenta que prepara una serie de platos con los que no hubiera soñado la primera vez que se colocó frente a los fogones. Pero le siguen faltando cosas…
¿Por qué perfeccionista entonces? La verdad es que su título original es “A pedant in the kitchen” He hecho una búsqueda intensiva de acepciones de Pedante y he encontrado como sinónimo nitpicker(sacafaltas, criticón) que quizá se asemeje más a lo que nos vamos a encontrar que la traducción más inmediata como pedante.
Yo más bien diría obtuso, de esas personas que con una inseguridad permanente debes decirles absolutamente todo porque sino comienzan las dudas y los fallos. ¿Cómo de grande (o de pequeña) es una cebolla mediana? Por favor, dadle los pesos en gramos, que si no, no se aclara. Posiblemente capaz de sacar de quicio a cualquiera que tenga la suficiente independencia culinaria, pero al mismo tiempo muy divertido para todos.
Que conste que yo ya pensaba que este hombre era un inútil en la cocina (aunque gracioso ante todo) cuando va y me sorprende a lo largo de los capítulos con técnicas más o menos complejas y celebraciones para 10 personas. Y amigos, eso no es de principiantes en absoluto. Y para lo que también le hizo falta experiencia que ha resultado tener, es para llegar a conclusiones como “yo eso no lo hago” (referido a pelar tomates cherry) o “no compres jamás un libro por las fotografías”(porque a ti no te va a salir igual). Y esto es solo por poneros un par de ejemplos de las grandes joyas que nos vamos a encontrar.
El pobre hombre sigue siendo un poco obcecado con los temas de las recetas y los procedimientos pero no le va mal. Al menos hay que reconocerle que se las apaña muy bien, que ya es más de lo que pueden decir algunos… Y sobre todo destacar su increíble erudición en el tema de la literatura gastronómica europea e inglesa en concreto. Es increíble saber que había un mundo tan oculto cuando hasta hace bien poco los británicos eran famosos por no saber cocina y tampoco comer (no vamos a hablar de las baked beans, que ni siquiera he probado porque me revuelve el estomago pensar alubias en el desayuno).
Pero lo más sorprendente es su absoluta admiración por los viejos clásicos gastronómicos (escritores que no cocineros), sobre todo teniendo en cuenta la fuerte oleada de grandes profesionales ingleses (Gordon Ramsey, Nigella Lawson, Jamie Oliver, Lorraine Pascal o Rick Stein son solamente los más conocidos en España). Aunque viendo como se le ve al pobre hombre de cuadriculado, le da un patatús si ve cocinar a Jamie Oliver. En el sentido más mediático, expresa una absoluta repulsa hacia los programas de televisión o cualquier otra muestra de sociabilización: para él el cocinero debe estar cocinando, el escritor escribiendo y el actor actuando. Habría que preguntarle qué piensa sobre el nuevo boom de los realities culinarios, aunque seguramente ya nos imaginamos la respuesta.
También habla de esos cajones atestados de artilugios que no usamos nunca (si es que llegamos a usar) o de los libros que compramos pero luego solo hacemos una receta… y de muchas otras cosas con las que nos sentiremos identificados.
Porque si este “ensayo” se caracteriza por algo es por el humor. Barnes sabe reírse de las cosas, pero sobre todo sabe reírse de sí mismo y eso es muy bueno. Sus listas de errores o los test para saber cuántos libros de cocina tienes son absolutamente brillantes. Yo no soy de reírme mucho cuando leo, pero os juro que más de una vez en la cama me salió una carcajada… menos mal que duermo sola.
A pesar de que en este caso lo he leído prestado, ya estoy buscando la manera de hacerme con mi propio ejemplar porque cuenta con una cantidad de datos increíble tanto de autores como de obras importantes de su cocina, así como influencias italianas y francesas. Quiero uno para mí, para poder marcarlo, anotar y comprar. Y sobre todo releer…
Y como siempre digo que yo no releo nunca, no es necesario que os diga que os recomiendo esta pequeña obra. Sobre todo si amáis la cocina, al nivel que sea, seguro que en muchos comportamientos de Barnes os veréis identificados. Así que recordad su mantra: Esto no es un restaurante.