Se supone, al menos así me lo enseñaron a mí cuando estudiaba Periodismo, que éste es el oficio de encontrar verdades, hechos noticiosos, cuya característica primordial es esa que sean nuevos, que no se hayan contado antes o que su difusión haya sido tan minoritaria que no se hayan expuesto todas las aristas del asunto, que la información en torno suyo sea deficiente. Lo que marca el periodismo es la novedad. No digamos ya en el periodismo de investigación, máxima expresión del oficio de informar, el más difícil de realizar y el más útil para la ciudadanía, nuestro objetivo.
En el periodismo del ámbito de la salud ocurre un fenómeno curioso, que también reproducen periodistas de otros sectores y es que primero esperamos a que llegue la evidencia científica -tan necesaria, por lo general- como si de una seria diosa de bata blanca dispuesta a instruirnos se tratase y luego ya publicamos. Ello se hace, como una periodista de la sección de Salud del extinto diario Público me explicaba hace unos meses en la sede de la Organización Médica Colegial, porque sólo publicamos “si hay evidencia científica”. Ser científico es maravilloso, mi hermano lo es -de los que publican en revistas como la que voy a mencionar líneas más abajo- pero los periodistas creo que tenemos que tener algo más de personalidad. Pero ¿no habíamos quedado en que los periodistas primero buscamos y luego publicamos?
Esta semana la publicación científica PLoS Medicine, una de las cinco con mayor índice de impacto, ha publicado un extraordinario trabajo sobre el DSM-V, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la considerada “Biblia” de la psiquiatría. La quinta edición de este mamotreto que explica cada ciertos años las nuevas enfermedades mentales con las que nos vamos a encontrar en las consultas médicas, está plagado de conflictos de interés entre los profesionales que forman los comités de redacción y las industrias que fabrican productos ad hoc. Es decir, su credibilidad está en entredicho. El artículo es formidable, un gran trabajo de investigación. Lo que vuelve a llamarme la atención es que diarios con tantos medios como El Mundo se conformen con reproducir sus informaciones haciéndolas suyas pero sin aportar nada nuevo al análisis, ni un poquito de información propia, algo que en otras ocasiones hacen El País y demás.
Lo dicho, parece que esperamos a que la evidencia científica nos de permiso para poder publicar en vez de buscar por nosotros mismos como periodistas que somos. Otro día escribiremos sobre que otra de las máximas en Periodismo es que los temas una vez que se publican se siguen en el tiempo (en la medida de lo posible, claro). El DSM-V, la próxima versión de este manual se publicará en 2013 con nuevas y divertidas (mejor reír que llorar) enfermedades mentales como la glotonería. Dejo algunas publicaciones en este blog sobre el tema:
Test de hiperactividad: Sólo los peces muertos siguen la corriente del río
Las nuevas “enfermedades mentales” que se preparan, otra pandemia precocinada
Me hago en público el test para detectar hiperactividad
La explotación del falso éxito
Críticos con la “Biblia” de la salud mental
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