Es el nuevo periodismo que ya está aquí. Aquel que permite comunicar un mismo mensaje por una gran diversidad de canales (vídeo, audio, texto…) que abre ilusionantes posibilidades a esta profesión. En principio, se trata de ofrecer un valor añadido a lo que la audiencia está acostumbrada a ver. Hasta ahí, todo perfecto. Sin embargo, el problema surge cuando esta nueva práctica se utiliza no como un paso más para mejorar el producto, sino como una vía perfecta para la reducción de costes y la explotación de los periodistas. Es lo que está ocurriendo, al menos, en los medios de comunicación de provincias, en los que se convierte en una auténtica utopía (hay excepciones a la regla) disponer de tiempo suficiente para trabajar con garantías en un solo tema para todos esos canales.
Y es que sucede lo que preveía hace varios años: los empresarios se han ahorrado varios puestos de trabajo y todo ello sin recompensar en ningún momento al profesional que, al fin y al cabo, trabaja como un hombre orquesta de un lado para otro. Esa era la razón de mis recelos, pues si el objetivo es dar un valor añadido a la información, no se está consiguiendo. Y no se consigue porque al final el producto resultante no puede ser todo lo bueno que se espera, cuando hay que ser ‘multimedia’ para los cuatro o cinco temas diarios con los que cuentas en tu agenda.
Esta burda utilización de los empresarios de esta tendencia, con la que se han ahorrado un buen puñado de empleos y salarios, no le resta ni un ápice de interés a esta forma de periodismo, ya que ofrece ese valor añadido y, además, consigue que los profesionales seamos mucho más completos.
Desconozco cuál será la evolución de este nuevo periodismo en el futuro a medio plazo (para eso ya están los gurús…). Lo único de lo que sí estoy convencido es de que el empresario no va a dar marcha atrás: cuando haya comprobado que con la mitad de personal sale adelante un periódico no cubrirá las bajas producidas por las crisis cuando pase la tormenta. Porque ahí subyace uno de los males actuales de esta profesión: la calidad no es prioridad, frente a la rentabilidad.
Y vosotros, qué opináis? ¿Qué futuro tendrá el periodismo multimedia?