Revista Opinión
“El periodismo escribe David Jiménez bajo este mismo título– se parece cada vez más al borracho de la barra del bar, añorando un pasado que no volverá y pidiendo una ronda más para olvidar su presente. Las reuniones con los colegas se han convertido en funerales donde se homenajea a los últimos caídos en las redacciones –10.000 en los últimos años y se recuerdan con nostalgia tiempos mejores”. En efecto, la Fape (Federación de Asociaciones de Periodistas de España) presentaba el mes pasado su informe anual, en el que destaca que, desde noviembre de 2008, más de 10.000 periodistas han perdido sus puestos de trabajo en España y 70 medios de comunicación han cerrado. La presidenta, Elsa González. presentaba estos datos en la asamblea general de la Federación, que se celebra en Granada, en la que destacaba que el pasado año fue “especialmente complicado” para el sector de la comunicación y animaba a los profesionales a responder “con fuerza” a las adversidades con el fomento de la ética periodística. ”Sin periodistas –decía– no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia”. Y recalcaba que “España pagará un alto precio, si siguen sin tomarse medidas a favor de este sector y de sus profesionales”.
“En mitad de la crisis –insiste D. Jiménez– cuando la profesión vive su momento más precario, los desahuciados del periodismo se han rebelado. Si despides a un buen profesional, lo más probable es que termine haciéndote la competencia. Si lo envías a la cola del INEM a recoger el subsidio, en lugar de escribir de la crisis, cogerá el dinero y creará un periódico en Internet. Si pagas indignamente su talento, o incluso pretendes llevártelo gratis, o incluso pretendes llevártelo gratis, encontrará otro lugar donde respeten su trabajo. Y así estamos viendo cómo fotógrafos, a los que nadie cogía el teléfono en España, están recibiendo los premios más prestigiosos y publicando en los mejores medios extranjeros. Reporteros a los que nadie dio una oportunidad están cubriendo conflictos para agencias y diarios internacionales. Nuevos periódicos y revistas están siendo creados, confirmando una de las grandes contradicciones del oficio: los despidos, las dificultades y la falta de recursos, lejos de acallar voces, las han multiplicado. Nunca antes habían surgido tantos proyectos interesantes y nunca sus promotores –casi siempre periodistas– contaron con tanto talento donde elegir. No todos los proyectos sobrevivirán. No todos merecerán hacerlo. Y seguramente algunos caerán sin merecerlo. Pero el atrevimiento de tantos a presentarse ante los lectores justo ahora, cuando todo parece desmoronarse, debería servir al menos para pedir que pare la marcha fúnebre y se lleven las coronas de flores. El periodismo no ha muerto. Está empezando”.