Revista Opinión

Prostitución: legalización, abolición o violencia

Publicado el 15 abril 2015 por @igarro @igarro

Se ha abierto el melón del debate sobre la legalización de la prostitución. Es un falso debate porque no se puede legalizar algo que no es ilegal, es un contrasentido.  No hay ni una sola norma en todo el ordenamiento jurídico español que prohíba la prostitución libre y voluntaria. Lo correcto sería hablar de regulación porque hasta 2015 las prostitutas viven en el más absoluto de los limbos de los justos. No hay derechos, no hay obligaciones. Tampoco existe ningún tipo de protección. Esa ha sido la política de los gobernantes hasta ahora: sabemos que la prostitución existe, sabemos que las mafias se lucran de ella, sabemos que la mayoría de las mujeres que la ejercen lo hacen obligadas bajo coacciones… lo sabemos, pero no tocamos nada. Miremos hacia otro lado.

Éste es un tema muy complejo y hay cuatro posibles reacciones:

 

  • El abolicionismo norteamericano (excepto Nevada):

Prostitución prohibida. Un completo desastre.

 

  • El no hacer nada español:

Ni regulo, ni legalizo ni prohíbo porque en cada una de esas acciones puedo perder un puñado de votos.

 

  • El milagro sueco:

En Suecia se ha implantado en 1999 una política de inversión de la culpa. Se pena al comprador de sexo y se despenaliza a la vendedora.  He dicho bien, a la vendedora. Si el que vende sexo es un hombre no está penalizado.
El milagro sueco sale a relucir rápidamente en cualquier conversación con  los defensores del abolicionismo. El silogismo es sencillo: multas al hombre y se acaba la prostitución. Hay una serie de detalles que demuestran que no es tan maravilloso como se encargan en Suecia de hacernos creer que es:

-     El total de denunciados desde 1999 hasta 2010 es de 3787 hombres, una media de 345 detenidos / año, menos de un amonestado día. Parecen pocos, excesivamente pocos.

-     Si el sistema era la panacea que Suecia dice ser, no entiendo porque han doblado la condena de seis meses de cárcel a un año el pasado 2010. Debe de ser la primera vez en la historia de todo el derecho penal mundial en que una pena disuasoria funciona tan magníficamente bien  que se decide doblar su punibilidad.

-     La forma de medir el éxito se basa en datos policiales y de trabajadores sociales. Imagino que si tus clientes están amenazados so pena de prisión, evitarás dar datos e incluso que esos estamentos  conozcan tu profesión. Los propios suecos no cuantifican la prostitución ejercida de puertas para dentro.

-     Otro éxito que se le otorga a la ley sueca es que apenas hay extranjeras ejerciendo la prostitución. El éxito no es de esta ley sino de la Ley de extranjería que condena con la expulsión a las extranjeras que la ejerzan.

-     En 2009, después de 10 años de la vigencia de la ley sueca, una encuesta del Instituto sueco de estadística señalaba que un 1,7 % de jóvenes de 16 a 25 años había recibido dinero a cambio de sexo. Una cifra vergonzante porque supone que más de 20.000 jóvenes habían vendido sexo. Ahora nos suena a risa los menos de 4.000 condenados por comprar sexo.

-    Según la APRAMP ( Asociación de Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituída), Suecia es el quinto país de la UE donde más prostitución se consume, con un 13 % de hombres que pagan por sexo (España es el primero).

Desde luego, lo que no se le puede negar a la regulación neoabolicionista sueca es el éxito logrado en cuanto a la menor visibilidad de la prostitución en las calles. Ahora mismo ejercen menos de 500 mujeres la prostitución en la calle (respecto a las 3000 antes de la entrada en vigor de la Ley).  Los suecos han comprado un bonito velo con su ley y meten la cabeza en un agujero como la avestruz cuando divisa a su depredador: “si yo no veo el problema, él no me ve a mí”.

 

  • El desconocido método Neozelandés.

En Nueva Zelanda está regulada la prostitución desde 2003.  El sistema no es demasiado sofisticado: las prostitutas pueden ser asalariadas, autónomas o trabajar en cooperativa. Se requiere una licencia para administrar un burdel y cumplir una serie de requisitos.  Se regula legalmente una especie de “derecho de admisión” por lo que la profesional no está obligada a contratar con él o parar en cualquier momento. Se producen inspecciones regulares de Sanidad en los prostíbulos y se promueven conductas de buenas prácticas sexuales entre clientes y profesionales.  Las meretrices tienen los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro trabajador en Nueva Zelanda a la que se le añaden una serie de derechos dados por la especificidad de su trabajo.

Todo esto se combina con una lucha policial y judicial contra las mafias y las redes de explotación de mujeres y trata de blancas.

Milagros no hay y en Nueva Zelanda sigue existiendo trata de blancas y prostitución fuera del circuito oficial, igual que en Suecia pero con menos hipocresía.

 

En España apenas hay datos oficiales sobre prostitución y, lo que hay, difieren enormemente de unos a otros. Todos están de acuerdo en cifrar en un mínimo de 100.000 prostitutas y, al menos, un 6 % de consumidores habituales de prostitución. De esas 100.000, un 5 % ejercen la prostitución de lujo.

Tenemos un mínimo de 5.000 personas ejerciendo voluntariamente una profesión (prostitución de lujo) desregulada. Hay otras 95.000 mujeres ejerciendo esa profesión bajo amenazas y en contra de su voluntad. Ninguno de los dos grupos tiene ni un solo derecho laboral. ¿Éste es el sistema que queremos?

No creo que obligar a alguien a adoptar tu moralidad sea una solución de nada. No podemos imponer a una mujer (u hombre) que hacer con su cuerpo. Ni en este tema ni en muchos otros asuntos.

Lo que sí podemos es regularlo. Lo que sí podemos es hacer un registro de clubes donde se cumplan unas normas impuestas por la administración (contratos laborales, condiciones de salubridad, impuestos sobre el beneficio, idoneidad de los dueños de clubes, etc). Lo que sí podemos hacer es crear un censo y un régimen especial de trabajadores del sexo con derechos y obligaciones (salario mínimo, jornada laboral, jubilación, vacaciones…) . Lo que sí podemos hacer es pelear contra las mafias, contra las tratas de blancas y contra el chulo que pone en cada esquina de cada polígono de cada ciudad con unas penas duras y una persecución policial sin respiro.

Hemos visto como la prohibición de algo no redujo su consumo y sí consiguió que organizaciones criminales ganasen mucho dinero con el tráfico ilegal (Ley seca en EEUU en los años 20).

Podríamos adoptar un sistema mixto entre el neozelandés con un circuito legal de prostitución regulado y con la carga punitiva del sistema sueco para quien la consuma fuera del mercado legal.

Lo que no podemos hacer es seguir escurriendo el bulto y que siga habiendo mujeres explotadas  como las hay hoy. O no debemos.


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